Kim Pérez, activista trans, en huelga de hambre, pide a los partidos andaluces: “Por favor, recapacitad, pensad que estamos en el siglo XXI”
Su voz es la de una mujer que lo ha luchado todo. No le tiembla pero esconde tras su tono las muescas de una vida trabajada. Kim Pérez (Granada, 1941) es una de las activistas transexuales más importantes de España y su compromiso con el colectivo LGTBI está fuera de toda duda. Pese a sus 77 años, ha decidido ponerse en huelga de hambre porque teme que el nuevo Gobierno de Andalucía de Juanma Moreno (PP) retroceda en derechos humanos si acepta los postulados del partido de extrema derecha Vox que ha entrado en el Parlamento andaluz con 400.000 votos.
A su edad, luchar no es una batalla que le venga grande. Salió del armario en 1991 cuando ya tenía 50 años y supo enfrentarse al miedo y al posible rechazo pasando de profesor a profesora de Ética en Secundaria -antes llegó a serlo en la Universidad de Granada-. Pero su valentía tuvo recompensa y por ello en la década de los 90 vivió su época más revolucionaria. Adquirió el reconocimiento de las instituciones y pudo operarse para adquirir el sexo que siempre ha sentido tener.
Ahora, que lo ha logrado todo incluida la Medalla de Oro al Mérito de la Ciudad de Granada, su tierra, no descansa para que las futuras generaciones no tengan que vivir lo que personas como ella padecieron cuando ser transexual estaba mal visto y antes perseguido. Charlamos con ella para conocer mejor cómo se encuentra y por qué se mantiene en huelga de hambre.
Lo primero de todo, ¿cómo se encuentra?
Hasta ahora estoy bien, bebiendo bebidas isotónicas la parte física está manteniéndose bien. Me mantengo bien de ánimo.
Dejando a un lado su biografía, ¿quién es Kim Pérez?
Soy una persona de 77 años, transexual que, además, ha sido profesora de Ética. Soy activista trans con todas las consecuencias y tengo la voluntad de salir adelante en esta situación por el bien de las personas transexuales
¿Cuándo supo que vivía encerrada en un cuerpo que no le correspondía?
A los 13 años aproximadamente lo vi con claridad. Antes de esa edad tenía algunas impresiones y claro, en aquel momento, en 1954, imagínese lo que era esto. Era un caos tener que vivir toda mi vida intentando resolverme a mí misma. Porque no había nadie que me pudiera ayudar. En aquel momento, en 1954, era posguerra y posguerra cercana y naturalmente no tenía ninguna referencia porque no existía en el mundo. Tengo el orgullo de saber que salí a flote por mí misma.
Hoy todo el mundo sabe qué es la transexualidad pero en aquellos años, ¿cómo consigue ponerle nombre a lo que siente?
Los primeros pasos que tuve que dar fue con la enciclopedia Espasa, una enciclopedia de aquel tiempo en la que intentaba buscar lo que me pasaba. Me acuerdo de que encontré la palabra homosexual y vi que no correspondía exactamente a lo que yo era. Nada había nada que me explicara lo que yo era.
¿Lo llegaron a saber sus padres?
En aquellos momentos nadie sabía lo que tenía que hacer. Mi relación con mis padres, queriéndoles mucho, era silenciosa. Yo dejaba que ellos averiguaran pero no sabían decirme nada. En aquella época no se podía hablar ni de sexualidad normal. Mi padre creo que lo supo pero se murió antes de que yo tomara la decisión de salir del armario. Mi madre, la pobre, sí se enteró a tope y se asustó, pero tuvo fuerza y carácter como para asimilar que yo era su hija.
Dar ese paso entonces tuvo que ser complicado.
Sí, porque no salí del armario hasta 1991, justo cuando tenía 50 años. Hasta entonces tenía que vivir como una persona lo más rutinaria posible. En aquel momento hice algunas escapadas. Salí a Francia, a Inglaterra... buscando alguna puerta abierta pero no se me abrían del todo y lo conseguí justamente en el sitio más inesperado en esos momentos: en Argelia seis años después de su independencia (1968). En Argelia estuve un año y medio siendo públicamente transexual. Me enorgullece pensar que en Argelia y en los países musulmanes donde hay una transfobia terrible, por lo menos me atreví un día a salir a la calle vestida de mujer. Posiblemente sería una de las primeras personas que se atrevieron a eso en Argelia. Y hoy en día muchas personas se encuentran en esos países como yo me encontraba entonces, en un silencio terrible y viendo como, con el paso de los años, tu vida se va.
¿Quién era antes de ser Kim?
Si te digo que me llamo Kim tienes una imagen de mí y si te digo el nombre que tenía antes, te formas otra en la cabeza. Intento, en la medida de lo posible, que tengas una única imagen de mí y no dos.
Y en 1991 se liberó.
Salí del armario porque no podía más. Me dije “aunque el mundo se hunda tengo que salir del armario”. Y el mundo no se hundió. A partir de ese momento fui feliz. Tuve la adolescencia y la juventud tardía con 50 años. Empecé a tener amigos y a gozar con su compañía saliendo juntos. Me apresuré a recuperar el tiempo perdido. Tuve diez años que fueron maravillosos. Aunque entre los 30 y los 50 fueron 20 años terrible porque fue mi juventud perdida.
Pero tuvo valentía.
Me sentí empujada por mi propia historia a vivir la transexualidad en primera persona. Terminé de salir en 1993. Al salir, todavía vestía con ropa masculina y sin embargo, fui una vez a hablar una vez con la directora del Centro de la Mujer de Granada, María Escudero, para explicarle mi historia. Después de una conversación de un par de horas ella terminó tomando la decisión de que su centro me reconociera como mujer. Tuvo una audacia enorme porque en aquel momento no existía nada similar en España. A partir de ese momento, paso por paso, fui comprendiendo que la sociedad española estaba cambiando. Y en el año 1997, hablé con José Chamizo, el defensor del Pueblo Andaluz, quien nos apoyó y nos dio el primer reconocimiento oficial de la transexualidad.
Y en todo este tiempo que ha podido vivir su propia experiencia, ¿ha podido ver cómo ha evolucionado la mentalidad en España?
La sociedad española fue cambiando paso por paso y yo la vi cambiar. En 1989 se creó la primera asociación transexual y tuvo que serlo de transexuales en la prostitución porque entonces no había más transexuales que en la prostitución. He sido profesora de literatura doce años y he conseguido que mis alumnos me respeten y me quieran y aquello fue un paso forzado. Fue la solución no solo para mi sino para el conjunto de la sociedad.
Entiendo que su activismo va de la mano de su salida del armario, ¿fue así?
Tenía la sensación de que la única posibilidad que tenía de salir del armario era ser activista porque así iba a tener fuerza. Si yo hubiera intentado salir del armario sola, la sociedad me habría devorado. Lo hice pensando en que esa sociedad podía ayudarme. En esos primeros años estuve acudiendo muchas veces a televisión. Salí mucho. Y la televisión podía hacer que mucha gente se escandalizara pero eso hacía que la gente me fuera conociendo y además salía con ropa masculina diciendo que iba a ser una mujer. Eso era un desconcierto tremendo pero sano. Iba a acostumbrar a los españoles a pensar de otra manera.
El camino no fue fácil pero, ¿se sintió perdida?
Tuve, desde el primer momento, la ayuda de las instituciones de Granada. Nosotras habíamos conseguido nuestro respeto básico social a partir del año 1997 cuando el defensor del Pueblo Andaluz decidió ayudarnos. Fue muy valiente. Escribió 27 folios defendiendo que las personas transexuales merecíamos ser defendidas.
Y sin embargo, ¿ve ahora en peligro el camino recorrido con las propuestas de Vox sobre la revisión de los derechos LGTBI?
Me he dado cuenta cuando en estas elecciones ha emergido Vox con ese poderío enorme que está asustándonos. En concreto a las personas transexuales porque ellos han pensado que nuestra Seguridad Social no debe pagar nuestras operaciones. Hace falta estar en el centro de la vida transexual para entender por qué para alguna de nosotras es una necesidad y está lejos de ser un capricho como creen. Porque es una verdadera angustia que compromete tu vida y que te pone en situación de decir “yo ya no puedo más y no puedo aguantar más con mi sufrimiento”. Algunas personas llegan a suicidarse. Quien consigue ver la vida abierta, saber que puede haber perspectiva, se salva. pero ¿por qué tienen que morir personas por el hecho de tener un carácter más tierno o sufridor?
¿Una forma de huir de la incomprensión?
El suicidio ha acompañado siempre a la transexualidad. Entonces, que vengan ahora unos políticos que ignoran por completo la transexualidad, que saben que hoy en día es respetada médicamente hasta el punto de considerarse que las operaciones son necesarias y buenas para nosotros y estos políticos, que no están enterados de nada, pero que son capaces de amenazar con que nuestra vida, de nuevo, vuelva a la situación que yo he vivido... En esto me ha venido bien tener muchos años porque sé por lo que había que pasar cuando la sociedad no sabía qué era la transexualidad. En el momento en que oigo con horror que unos insensatos e incultos, tengo que usar estas palabras porque son las que merecen, intentan despreciar a las personas transexuales, tengo que ponerme en pie y ponerme en huelga de hambre.
Entonces, ¿qué cree que no son capaces de ver?
Ellos no cuentan con algo espantoso para los menores, para los niños y las niñas que al crecer van a ser transexuales: el acoso. Algunos hemos sido acosados y otros han sido acosadores pero sabemos que el acoso es espeluznante en la escuela porque te pone a expensas de tus enemigos durante una serie de años. Hemos conseguido en España algo muy insólito en otros países: decir que el acoso no es admisible. Que las personas deben ser cuidadas por sus profesores y tutores. Y sin embargo, Vox puede, por ejemplo, prohibir una charla sobre el acoso haciendo proselitismo y diciendo que se trata de una charla a favor de la transexualidad. Y reproducir con ello, a lo largo del tiempo, las situaciones anteriores.
Hablando de ese desconocimiento del colectivo LGTBI, ¿a qué cree que se debe?
Creo que se debe a lo siguiente: estamos viviendo una época de transición. Hemos pasado de una sociedad subdesarrollada como era la sociedad española hasta 1960 a una sociedad desarrollada. En este cambio hay muchas personas que no han llegado a este nivel de cultura, de nuevas ideas, de aceptación de un mundo mucho más complejo y más bonito que el anterior, pues el anterior era bastante triste y mezquino, y se sienten inseguras en este mundo y añoran el anterior; y como estamos en democracia, evidentemente, son votantes y como votantes pueden tener voz para destruir a las personas que no somos como ellas.
En esto no hay más manera de decir las cosas que hacer frente a Vox con energía, con fuerza y decir: “os estáis equivocando, lo siento pero sois incultos, sois ignorantes”. Hay que decirlo, hay que burlarse de ellos incluso sabiendo que si en un momento determinado a alguno de ellos se le ilumina la mente y se da cuenta y considera que debe hacer las cosas de otra manera, en ese momento decir muchas gracias, menos mal que por fin te has enterado de esto. No se trata de un odio a las personas, ni de desear destruir a nadie, al contrario, nuestra misión, la de los que no aceptamos eso es decir “por favor, recapacitad, pensad que estamos en el siglo XXI, que estáis añorando el siglo XIX, que es ridículo todo lo que planteáis, que algún día los libros de historia se reirán de vosotros”.
Es evidente que teme que ese retroceso en los derechos llegue a producirse, ¿qué compromiso les pide a los políticos para acabar con su huelga de hambre?
He pedido únicamente a los cinco partidos (PP, PSOE, Ciudadanos, Adelante Andalucía y Vox) un acuse de recibo. Un papel de enterado de lo que les digo. Sabiendo que lo que les estoy pidiendo es lo mismo. Sobre todo a Vox, ¿qué le pido a Vox? Que se den por enterados de mi postura, no necesito ni que me comprendan. Puedo aceptar que me digan que están en desacuerdo pero pido a Vox, en particular, que sepan que estamos esperando ese modesto paso del acuse de recibo sabiendo que si no quieren darlo yo seguiré en huelga de hambre.
Hecha la petición y poniéndonos en el lugar de quienes se sienten encerrados en otro cuerpo y que puedan sentir miedo por los tiempos que pueden venir, ¿qué se les puede decir?
Que hemos vivido un mundo de esperanza y que soñamos con que la esperanza siga siendo real.
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