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La historia de cómo se intentó atentar contra Queipo y restituir la República desde Sevilla

Ángel, Benigno, Miguel, José, Rafael... acusados de tramar un atentado contra Queipo en 1937.

Juan Miguel Baquero

Causa 1470: Consejo de Guerra a 13 hombres acusados de intento de atentado contra el militar sublevado Gonzalo Queipo de Llano. En Sevilla, a 14 de agosto de 1937, ocho de ellos acaban condenados a pena de muerte y ejecutados, dos a cadena perpetua, y otros tres resultan absueltos. El caso, “quizás único e irrealizable”, con la intención final de “restituir la legalidad republicana”, se cuenta en el libro La resistencia en Sevilla. Un intento de derrocar a Queipo, que este martes presentó su autora, Concha Morón.

Desde una de las primeras grandes ciudades tomadas por los golpistas “un grupo de hombres republicanos e idealistas” pretende “tomar los cuarteles sin derramamiento de sangre y a base de teléfono y radio”. Idearon “en medio de la clandestinidad absoluta de 1937 en Sevilla”, relata la escritora, “una forma ingenua de revertir el curso de la guerra” que muestra, en todo caso, “que la resistencia antifranquista existió”.

“Defendieron con su vida la libertad y la República”

Miguel Toscano, José Hernández, Ángel Copado, Rafael Herrera, Benigno García, Manuel Álvarez, Manuel Elena y José Paz pierden su vida ante un pelotón de fusilamiento, en las tapias del cementerio sevillano de San Fernando. “Defendieron con su vida –explica Concha Morón– la libertad y la República”. Del grupo, tres reciben la absolución y a otros dos, Gonzalo Alcauza y José Gabriel Pérez, la pena de muerte se les conmuta por cadena perpetua.

La resistencia en Sevilla refleja “el contexto histórico y las circunstancias que rodearon a ese grupo de hombres republicanos e idealistas” que tramaron “un complot para atentar contra Queipo”. Y analiza, a su vez, “los juicios sumarísimos de urgencia como instrumento represivo que los golpistas utilizaron, sobre todo, desde la primavera de 1937 para dar apariencia de legalidad al régimen que avanzaba inexorablemente por el territorio español acabando con el gobierno legítimo de la II República”.

La obra, un trabajo “de recuperación de la memoria histórica”, está editado por Aconcagua y la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia (AMHyJA) con la colaboración de la dirección general de Memoria Democrática de la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía. Cuenta con la participación de Luis Ocaña y José María García Márquez, además de Rafael López y José Luis Gutiérrez Molina.

Testimonios de familiares de las víctimas completan el relato

Concha Morón heredó la historia en su seno familiar. José Hernández, uno de los ejecutados, era su tío. Años después, y tras una ardua investigación con el apoyo de García Márquez, dio con el legajo que contenía la Causa 1470/1937. Ahí se construye la base de un texto que cuenta también con “los testimonios de los familiares” que completan “las historias personales de cada uno y nos acercan a sus vidas”.

En el proceso de elaboración ha localizado “a casi todos los supervivientes de las familias” que sufrieron “el dolor de la pérdida, el largo silencio de la dictadura y el duelo interrumpido”. Se cierra así “un círculo de tragedia y dolor” que sirve “para esclarecer y dar a conocer la verdad sobre las víctimas del franquismo, reparar su memoria y mitigar el sufrimiento de sus familiares”.

De que esta historia haya pasado casi desapercibida, aunque sus protagonistas la tramasen como trascendental, se ocupó el “clima de terror, delaciones, asesinatos en la Sevilla tomada de 1937”. Lo que llevó, en ese “ambiente irrespirable”, a la propia delación del caso, por el que fueron acusados de “rebelión militar” y sometidos “a estos paripés de juicio”.

El intento de virar el rumbo de los acontecimientos era “ingenuo y fruto de la desesperación”. Incluso, fueron “delatados antes de poder siquiera terminar de perfilar el plan”. Como dice el abogado Luis Ocaña en el análisis jurídico que hace de la causa, el procedimiento se instruyó “por un delito en grado de tentativa y se les condenó por un delito consumado, sin poder demostrar nada más que unas conversaciones en un bar”. Según varias fuentes orales, expone Concha Morón, el fiscal en su alegato dijo: “Ustedes juegan a los complots y nosotros respondemos con fusilamientos”.

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