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Pilar Medero o cómo hacer de la necesidad una virtud

Pilar, en el salón de su casa con parte de la ayuda que guarda para distribuir.

Fermín Cabanillas

“Hace tres años lo pasamos tan mal en mi familia, con tantas necesidades que cubrir, que pensamos que era el momento de ayudar a gente que, seguramente, lo esté pasando todavía peor”. Son palabras de Pular Medero, una mujer de 43 años de edad vecina de Lepe cuya casa es como un gran rastro con todo lo que alguien puede necesitar, aunque con un matiz: nada es para ella ni su familia, sino para gente que lo pueda necesitar.

La historia de Pilar es llamativa. Como ella misma explica a eldiario.es/andalucia, pasar por una racha muy mala hace tres años no la desmotivó, sino que en ese momento pensó en que habría gente pasándolo todavía peor, y decidió hacer de la necesidad una virtud.

Casada, y madre de Jeremías (23 años) y Abraham (7), entrar en su casa es una experiencia. Pilar vive en la barriada de Blas Infante del municipio onubense. Es un conjunto de calles tanto de planta baja como de edificios de VPO con un 90 por ciento de gente humilde y trabajadora. Su vivienda prácticamente no tiene salón, sino una gran estancia repleta de bolsas con un desorden que para ella es un orden claro.

“Lo que me motiva es poder ayudar a personas que no tienen nada, y cuando se lo llevo, da la vida ver las caras de esas personas cuando reciben algo de ayuda”, explica Pilar, mientras el pequeño Abraham se ofrece a fotografiar a su madre para que quede inmortalizada como uno de #losotrosquijotes.

Pilar tiene muchas formas de movilizar a la gente. Una de ellas es a través de su teléfono y el whatsap. Su estado en esta aplicación ya lo dice todo: “Seguiré ayudando a todos los que me necesiten y pueda”, explica un breve texto bajo la foto de sus dos hijos.

Un escueto mensaje de esta mujer moviliza enseguida a la gente que la apoya: “Una familia necesita material escolar. Urgente”. No hace falta más. A partir de ahí se moviliza la gente que la conoce, y el material no tarda en llegar. La última vez pidió para siete jóvenes del pueblo que se quedaban sin recursos, y se consiguió de sobra: “No pasa nada, porque eso se guarda, y siempre hay alguien que, seguro, le hace falta”, explica.

Su marido, un hombre muy conocido en el pueblo por haber sido futbolista del CD San Roque de Lepe, Florencio, la apoya en su idea, aunque ella bromea diciendo que “el pobre dice que a ver donde meto tantas bolsas”, al tiempo que llega más ayuda, algunas veces porque se ha pedido, y otras porque en este pueblo de casi 30.000 habitantes muchas personas conocen que si tienen algo que otra persona pueda aprovechar, allí lo recogen.

Solo en los asentamientos de inmigrantes de Lepe viven unas 800 personas, y su día a día ya es complicado, lo que se pone más difícil cuando llega una ola de frío, un incendio o cualquier situación que haga que se tenga que movilizar ayuda urgente para este colectivo, cada vez más estable durante todo el año, y no solo durante la campaña fresera.

Eso sí, ella no se considera sustituta de los servicios sociales o de organizaciones como Cáritas, sino que entiende que en un pueblo tan grande y con una población inmigrante tan amplia, siempre hay alguna necesidad que cubrir, y toda ayuda es poca.

En marcha una asociación

Hasta ahora, Pilar ha desarrollado su labor como algo casi a base de impulsos, pero el pasado 8 de febrero a la delegación provincial de la Consejería de Justicia y Administración Pública de la Junta de Andalucía en Huelva que su labor se haga oficial, creando la Asociación Para el Bienestar de Perdonas de Huelva sin Recursos (ABIPHUR).

En un escrito enviado ese día a la Junta pidió la inscripción en el registro provincial de asociaciones de la delegación, así como el visado de los estatutos que ha elaborado a tal efecto.

Cuando funcione como asociación oficial tendrá otra forma de trabajar, aunque su base seguirá siendo la misma: recibir ayuda en su casa, ordenarla, clasificarla y entregarla a las personas que la necesiten de forma coordinada o responder con rapidez a las urgencias que se puedan presentar.

Así lleva ya tres años, y parece que, según sus intenciones, son muchas las familias a las que todavía podrá ayudar, vistas las necesidades diarias y la ayuda que los vecinos de la localidad le siguen prestando día a día. Sus amigos la definen así: “Pilar no tiene para ella, y busca para los demás”.

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