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IU, sacrificio y derrota: el precio de ensayar el “frente amplio” de Yolanda Díaz en las andaluzas

La candidata de Por Andalucía a la Presidencia de la Junta andaluza, Inma Nieto (3d), junto a la vicepresidenta Yolanda Díaz (4i), el portavoz de Más País, Íñigo Errejón (2d), y el coordinador de IU en Andalucía, Toni Valero (1i), en el acto electoral de campaña en Málaga para los comicios del 19 de junio.

Daniel Cela

2 de julio de 2022 20:11 h

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La construcción, desarrollo y posterior fracaso electoral de la coalición Por Andalucía ha dejado exhausta, noqueada y sumida en la mayor crisis de su existencia a IU, la formación que ha pilotado el último proyecto político de la izquierda andaluza. El resultado del 19 de junio -281.688 votos (7,68%) y cinco diputados- es “un desastre” para la confluencia de seis partidos, admiten sus promotores, pero lo es “mucho mayor” para IU, que ocupará un solo escaño.

IU llegó a tener 20 diputados en el Parlamento andaluz. Hoy es sólo un puntito entre los 109 escaños y ni siquiera es un puntito rojo, como se han apresurado a subrayar dirigentes comunistas al recordar que por primera vez en 40 años el Partido Comunista de Andalucía no tendrá ningún representante en la Cámara autonómica. El único escaño es el de Inma Nieto, candidata a la Presidencia de Por Andalucía, que no milita en el PCA.

Jamás ha tenido tan pírrica representación parlamentaria desde que Julio Anguita creó Convocatoria por Andalucía, en 1986, y eso está haciendo temblar los cimientos de una organización proclive a la autocrítica interna con resonancias wagnerianas. IU tiene alcaldías en 62 municipios y en la mayoría PP y Vox han superado en votos al bloque progresista. Un sector crítico se ha apresurado a pedir a la dirección andaluza que asuma responsabilidades por el “fracaso” en el 19J y que no se imponga a las asambleas locales la fórmula de la coalición Por Andalucía de cara a las municipales de 2023.

Es un déjà vu postelectoral, el mismo movimiento interno de frustración y protesta que vivió la izquierda tras el batacazo de su anterior coalición, Adelante Andalucía, en las autonómicas de 2018. Entonces se le reprochó a los dirigentes de IU haber sacrificado la trayectoria política de una organización veterana en pos del proyecto “personal” de Teresa Rodríguez, ex líder de Adelante. Ahora les acusan de haber antepuesto los intereses de Yolanda Díaz y la conformación del “frente amplio” para las generales al contexto político andaluz.

“Lo que hoy puede verse como un fracaso, dentro de un año se verá como un éxito”, había pronosticado un dirigente andaluz de IU en plena campaña. Se preveía ya que el resultado quedaría muy por debajo de los 17 diputados que obtuvo su última alianza con Podemos. Se barajaba internamente como objetivo desesperado conservar, al menos, el grupo parlamentario, y se anticipaba un análisis que terminaría coincidiendo con la denuncia de los críticos: todo el esfuerzo y sacrificio de IU -la renuncia consciente a su cuota de poder de representación, política y económica en beneficio de Podemos- estaba orientada hacia dos objetivos fundamentales: la unidad de las izquierdas en una misma candidatura; e iniciar en Andalucía el proceso de construcción del “frente amplio” de la vicepresidenta segunda del Gobierno y último referente de la izquierda española: “Nuestro resultado consolidará a Yolanda Díaz en cualquier escenario porque abre un modelo de país”, dejó dicho la candidata Inma Nieto, en una entrevista con este periódico durante la recta final de campaña.

La primera piedra del proyecto de Díaz ha desmontado el andamiaje de IU en Andalucía. “Todo lo demás era subsidiario”, admite hoy su coordinador general, Toni Valero, obsesionado por reunificar “a toda costa” el espacio roto de pablistas y errejonistas. El campo político de la izquierda venía achicándose desde 2016, las elecciones en Castilla y León confirmaron “un final de ciclo” y que el tsunami que supuso Podemos había “tocado techo” [logró un solo diputado]. “La candidatura de Por Andalucía era el único camino, la alternativa era la muerte política”, explica Valero, casi con las mismas palabras con las que años atrás su predecesor, Antonio Maíllo, defendió ante los suyos la necesidad de fundirse política y electoralmente con Podemos en la coalición Adelante Andalucía. “El dilema para las municipales es el mismo y será cada alcalde y grupo de IU quien concrete si es factible esa vía en su pueblo o no”, abunda Valero.

Hace años que los análisis postelectorales de IU juegan con el binomio “susto o muerte”, unas veces el susto viene de su extrema izquierda -Podemos- y otras de su extrema derecha -Vox-. “Si no hubiera habido candidatura unitaria, si Podemos e IU hubieran concurrido en listas separadas, ninguno habríamos sacado grupo parlamentario en Andalucía, pero además eso hubiera reventado el espacio confederal de Unidas Podemos y puesto en serio riesgo su continuidad en el Gobierno de España”, resume Valero, para explicar qué estaba en juego cuando IU cedió a la presión de los morados en la negociación del reparto de poder dentro de la coalición, hoy calificada de “trágala”. ¿Y qué ha sacado IU del 19J? “La estrategia política de unidad y su vinculación al proyecto de Yolanda Díaz de cara a las generales”, concluye.

Teresa Rodríguez y la prensa

En su informe político de balance de las andaluzas, Valero ha culpabilizado a la dirección estatal de Podemos por “bloquear” la negociación, haciendo que la coalición llegase a las urnas tropezando y a trompicones hasta su desplome final. También ha señalado otros dos factores externos en la derrota: Teresa Rodríguez, como artífice de la división del voto progresista al impulsar una marca propia que competía con Por Andalucía -Adelante Andalucía-; y los medios de comunicación, un clásico en el balance de los fracasos electorales de IU desde los años 90, responsables de “ instalar el marco de la división en la izquierda y reforzar un desenlace inexorable”. 

Su informe ha sido contestado por una cuarta parte de la Coordinadora Andaluza de IU (26,2%), máximo órgano de decisión entre congresos, un margen amplio de críticos que no se conocía en esta federación desde los tiempos de Diego Valderas. Las elecciones andaluzas de 2018 también se leyeron como un “fracaso”, porque la primera coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía) cosechó tres escaños y 300.000 votos menos de los que habían logrado por separado en 2015. Sin embargo, el informe de gestión que presentó ante la dirección el ex líder de IU, Antonio Maíllo, tras aquellos comicios obtuvo un 86,7% de votos a favor, 8,3% en contra y un 5% de abstenciones.

Ahora, algunos ex dirigentes de IU han exigido la cabeza de Valero y la de Ernesto Alba, secretario general del PCA, como responsables directos de la coalición Por Andalucía, de la campaña y del fracaso electoral. “No se puede hacer un análisis sin reconocer el desastre encajado. El problema, que ya es de dimensiones catastróficas, se agrandará si todo continúa sin que ocurra nada. La primera vez desde 1982 sin diputados del PCA”, ha dicho Juan de Dios Villanueva, ex vicesecretario general del PCA. “No llaméis coalición a lo que ha sido un mal mejunje donde han ido a dañaros a las organizaciones de Córdoba y Sevilla. Y no cambiéis de nombre como de colonia”, ha dejado escrito en Cordópolis el ex coordinador regional de IU y ex portavoz parlamentario, Luis Carlos Rejón.

Hay un “malestar” notable dentro de IU, aunque estas voces críticas no llevan aparejadas ninguna candidatura ni proyecto político alternativo, más allá de “regresar a los orígenes y la marca IU”. Hace justo un año que Valero fue reelegido coordinador general en Andalucía con el 80,7% de los votos. Ernesto Alba había sido ratificado un mes antes en el cargo durante el 13 congreso del PCA, celebrado en Albolote (Granada), con el 93,7% de los apoyos. Su estrategia en las elecciones andaluzas contó desde el principio con la complicidad y la implicación del coordinador federal de IU, Alberto Garzón, cuya contestación interna es mayor que la de sus compañeros. Garzón fue reelegido en marzo de 2021 con el 76% de los votos y un 25% de los compromisarios rechazó su documento político para los próximos cuatro años.

La federación de IU en Andalucía es el principal soporte de Garzón, la de mayor militancia e implantación territorial, pero también es ahora la más herida. El resultado del 19J le ha hecho retroceder siete años en el cómputo de votos hasta el momento más crítico de la formación: 2015, cuando irrumpe Podemos en la arena política andaluza y a punto está de dejar a IU sin grupo parlamentario propio. Entonces IU concurrió en solitario, liderada por Antonio Maíllo, obtuvo 274.518 votos y cinco escaños. Sólo 7.170 papeletas menos de las que ha logrado Por Andalucía, con IU, Podemos, Más País y otras tres formaciones más implicadas en el proyecto.

No son los mismos votantes, obviamente, porque eso implicaría que el grueso de los apoyos que obtuvo Podemos en 2015 (590.000 papeletas) se han marchado al nuevo proyecto regionalista y andalucista de Teresa Rodríguez. Pero algo de eso hay en el diagnóstico de IU: la nueva Adelante Andalucía de Rodríguez se ha beneficiado de la confusión de muchos votantes que pensaban erróneamente que estaban apoyando a Podemos, aunque la gaditana había abandonado el partido morado dos años antes. Su éxito en estos comicios -168.000 votos y dos diputados sin recursos económicos ni presencia activa en la cobertura mediática de campaña- deviene, en parte, de esa confusión, pero también resuelve una de las grandes incógnitas pendientes: la respuesta a la pregunta qué peso político tendría Podemos Andalucía sin Teresa Rodríguez y viceversa.

Por Andalucía: declive de IU, reaparición de Podemos

Por Andalucía ha tenido un resultado desigual para sus seis partidos integrantes: Podemos recupera la representación en el Parlamento andaluz que perdió con la salida y posterior expulsión de Teresa Rodríguez y sus diez diputados acólitos, todos provenientes de la formación morada; Más País, la marca errejonista, consigue su primer escaño en Andalucía. Para IU es una derrota en distintos escenarios, porque siempre planteó este proyecto como una “avanzadilla” del frente amplio de Yolanda Díaz, y porque se miraba en el espejo de Convocatoria por Andalucía, el primer movimiento político y social que diseñó Anguita en el 86.

IU pilotó la negociación de Por Andalucía con el resto de fuerzas, ha hecho de nexo de unión con el equipo de la vicepresidenta y, a la postre, ha sucumbido a una negociación in extremis con Podemos, cediendo a los morados más cuota de poder y representación tanto en la Cámara como en los órganos de extracción parlamentaria. Valero ha dejado escrito en su informe político que aquel acuerdo fue un “trágala” para IU, un análisis que ya se escuchaba la misma noche del registro de la coalición ante la Junta Electoral Andaluza, de la que los morados quedaron excluidos por llegar unos minutos tarde.

“El acuerdo con la dirección estatal de Podemos fue un trágala a pocos minutos de cerrarse el plazo para el registro de la coalición. La decisión de asumir aquel pésimo acuerdo en términos de reparto de puestos de salida en detrimento de IUCA fue porque así se alcanzaban otros objetivos: frente amplio, candidatura a la Presidencia bajo la candidata que más consenso tenía en el frente amplio e insertar a IUCA en el nuevo ciclo electoral bajo el liderazgo de Yolanda Díaz”, dice el informe.

Podemos no ha respondido públicamente a los reproches de IU. Su dirección regional, orillada en la negociación por la ejecutiva estatal, no ha hecho un balance público del resultado electoral. Internamente sí responsabilizan a IU del “desastre” y lo imputan al hecho de “haber invisibilizado a Podemos en la campaña y en la cartelería electoral”. “Podemos no estuvo en la dirección ideológica de la campaña, se decidió centrarlo todo en Inma Nieto y en Yolanda Díaz, en lugar de apostar por una candidatura coral”, explican voces internas. En el entorno de Ione Belarra, secretaria general de Podemos, el fracaso de Por Andalucía se lee desde el principio como un tropiezo del proyecto de Yolanda Díaz y la consecuencia directa de “intentar romper y adueñarse del espacio político de Unidas Podemos”.

Los partidos de izquierdas en Andalucía no han superado el pecado original, esto es, la división, la fractura y el enfrentamiento cainita que arrastraron hasta la misma campaña electoral, que trataron de esconder estratégicamente durante esos 15 días de “no agresión” entre mítines y debates televisados, pero que su base social no ha podido perdonarles. En Andalucía gobernará el PP con mayoría absoluta los próximos cuatro años, y la victoria de Juan Manuel Moreno -taponando el auge de Vox en España- presenta a Alberto Núñez Feijóo como adalid del cambio de ciclo político, en detrimento de las fuerzas progresistas.

En las andaluzas de 2015, la división de la izquierda en dos candidaturas congregó más votos y diputados de los que lograrían juntos tres años después, en 2018, cuando Podemos e IU construyeron su primera coalición electoral. A esta realidad se remitía Teresa Rodríguez, hace unas semanas, para explicar que la ansiada “unidad de la izquierda” no significaba necesariamente más votos y más escaños. “La derecha logró gobernar Andalucía fracturada en tres partidos, a lo mejor nosotros llegamos a más gente con distintas propuestas de izquierdas”, avisó.

No ha sido así, y a la izquierda andaluza ya no le quedan fórmulas novedosas con las que concurrir a unas elecciones: la suma que divide, la división que suma y, en 2022, la división que divide. El electorado progresista no percibe diferencias de un año a otro y entiende que las filias y fobias entre los distintos partidos de izquierdas y sus respectivos dirigentes convierten esa unidad en anatema. Queda por ver si “lo que hoy se ve como un fracaso, dentro de un año se entenderá como un éxito”. Si la eventual reunificación de pablistas y errejonistas en Andalucía es extrapolable al conjunto del país, bajo el aura de Yolanda Díaz. O si todo vuelve a saltar por los aires.

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