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Planeta consuma el cierre de Mercurio, la revista de libros española de referencia

El sector editorial registró 76.181 nuevos títulos en 2018, un 12,72% menos

Alejandro Luque

No puede decirse que haya sorprendido a nadie, pero sí ha hecho cundir en el mundo literario español la tristeza y la sensación de esperanza derrotada. Mercurio, la revista de libros de referencia en nuestro país, promovida desde Andalucía por la Fundación José Manuel Lara, dependiente del grupo Planeta, no verá más la luz después de 20 años de andadura. Su entrega número 210, correspondiente al mes de abril, acaba de llegar a las librerías con la premio Cervantes uruguaya Ida Vitale en la portada, pero será el último.

“Ida Vitale, Premio Cervantes 2018 en celebración y portada con rostro enmarcado por Lisbeth Salas. Con su ética, verbo y vida, como define José Ramón Ripoll su poesía, se acaba Mercurio”, escribía este martes en su perfil de Facebook el director de la publicación, el escritor y periodista granadino Guillermo Busutil. “Veinte años desde su nacimiento. Doce años desde que se convirtió en revista nacional y gratuita en librerías, bibliotecas e institutos Cervantes. Y también doce años de ilusión, de trabajo, de equipo, en especial con Ricardo Martín y José Antonio Martínez; ninguno de los tres imaginábamos que llegaríamos a los 123 números”, agrega agradeciendo respectivamente al subdirector y editor gráfico y al responsable de diseño y maquetación. Al final, pasaron la barrera de los 200.

Aunque el ruido de cerrojos venía oyéndose desde hace tiempo alrededor de Mercurio, fue el pasado mes de febrero cuando la amenaza pareció ir más en serio. En ese momento, la asociación de periodistas culturales José María Bernáldez emprendió una campaña de recogida de firmas para tratar de evitar este desenlace. Las reacciones se multiplicaron por doquier, hasta alcanzar niveles de clamor con medio millar de nombres: Juan José Téllez, en Eldiario.es Andalucía, lamentaba que “sin la revista Mercurio, estaremos mucho más desarmados ante ese extraño golem que nos aleja de las bibliotecas y nos acerca al precipicio del fanatismo, de los dogmas de fe y de las hogueras inquisitoriales”, mientras que María Jesús Espinosa de los Monteros temía en The Objective que “la revista cierra y somos muchos los que nos quedamos un poco más solos. ¿Cómo no voy a estar triste si la puerta que me ha enseñado a amar los libros quieren cerrarla para siempre?”.

“Que no se apague Mercurio”, pedía Tino Pertierra desde las páginas de La Nueva España. “En el cada vez más desértico panorama de las publicaciones dedicadas al arte y la literatura, Mercurio era un oasis admirable, un espacio imprescindible para quienes buscan guías que les ayuden a navegar por el selvático paisaje de las novedades que nos invade día a día”. Por su parte, Ernesto Pérez Zúñiga defendía en Zenda Libros su condición de “casa abierta para el resto de las editoriales literarias españolas, desde las pequeñas a las grandes, sin considerar otro rango, propiedad o afiliación que el de publicar buena literatura. La revista Mercurio podría haberse limitado a ser un aparato de propaganda de los propios intereses, pero decidió ser altavoz de los mejores libros contemporáneos, consciente de que impulsar la lectura es una necesidad universal. Y que el beneficio de todos redunda, como ningún otro, en el beneficio propio”.

“La cultura siempre renace”

Mercurio nació dos décadas atrás como un proyecto del periodista y escritor sevillano Javier González Cotta, que la convirtió en una revista andaluza con distribución gratuita en librerías de la comunidad, y que contenía en su mayoría reseñas de libros, junto a algunos artículos de libre creación. Una vez que la cabecera es adquirida por la Fundación José Manuel Lara, Antonio Rivero Taravillo pasa a ser su director durante un corto período, y en febrero de 2007 aparece con un nuevo diseño, bajo dirección de Busutil, que contempla un dossier temático, un apartado dedicado a los autores clásicos, una doble página protagonizada por la mirada literaria a una ciudad y una firma invitada. Una apuesta que buscaría también la calidad de una buena edición plástica tutelada por Ricardo Martín. También se suma al diseño una sección dedicada a los libreros, para agradecerles su apoyo, y que posteriormente irán incorporando otras revistas y suplementos.

En este arranque será imprescindible el aval de de Ana Gavín, directora de la Fundación Lara e impulsora de la revista, que decide elevar la tirada y potencia la distribución nacional. Además de dosieres dedicados, en abril de cada año, al premio Cervantes, fueron viendo la luz otros dedicados a figuras de la talla de Juan Marsé, Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Pere Gimferrer o Emilio Lledó, entre muchos otros. También se abrió la mirada a disciplinas como la pintura, la fotografía, la Real Academia, las bibliotecas, la ciencia, la gastronomía, el medio ambiente, la política o las religiones.

Sin embargo, los cambios que se han producido en el grupo Planeta en los últimos tiempos, en especial desde el fallecimiento de su presidente José Manuel Lara Bosch, fueron estrechando la esperanza de vida de la publicación. El grupo Planeta, que nunca ha explicado los motivos del cierre, declinó este martes hacer declaraciones sobre el cierre de Mercurio, pero fuentes de la mayor casa editorial en español aseguran que seguirán apostando por “otros proyectos de fomento de la lectura”. Los más pesimistas, en cambio, temen que el grupo prosiga la política de recortes, y en un futuro llegue a afectar incluso a la intachable línea editorial de la Fundación Lara.

En cada número hemos puesto lo mejor que hemos sabido”, concluye Busutil en su mensaje de despedida. “Suena incomprensible, triste, e incluso irónico que con un Premio Cervantes y el mes del libro, nos cierren un instrumento eficaz, independiente, con rigor, estética y abierto a todos, para el necesario fomento de la lectura”.

“Al menos sucede la pena con una poeta grande, con sus palabras y con su mundo, y con ella os damos las gracias a todos nuestros lectores. Nos os quepa duda de que la cultura no es un negocio, es una empresa para saber, un puente con la mirada, una brújula en los sueños, en la niebla y en la realidad. La cultura no se derrota, aunque se acalle, se cierre o se argumenten sus números rojos. La cultura siempre renace de la memoria y de la palabra”, apostilla.

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