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“Más que persecución de artistas de izquierdas, lo que hay es una torpeza tremenda”

Retrato promocional del cantante tinerfeño Pedro Guerra, para la gira '#Golosinas2018'

Alejandro Luque

La conversación tiene lugar en un momento en que los incendios de Gran Canaria ocupan la primera plana de todos los medios. Pedro Guerra (Güímar, Tenerife, 1966) sufre con la noticia “como todo el mundo, porque es una imagen muy triste. En Gran Canaria además, un incendio tan grande y devastador para un territorio tan pequeño, supone un drama que no se puede entender”. Pero el músico canario también tiene motivos para la alegría. Este verano está de gira con motivo del 25 aniversario de su disco debut, Golosinas, el mismo que lo puso en la vanguardia de una nueva oleada de cantautores junto a Javier Álvarez, Ismael Serrano o Jorge Drexler, entre otros.

¿Dicen las canciones cosas nuevas, un cuarto de siglo después?

No tanto, más bien se mantienen como una actualidad. No las siento para nada distintas, y de hecho una de las razones por las que he decidido volver sobre este disco es porque tenían una actualidad grande. Se escucha y se canta como hace 25 años.

Cuando escribió un tema como Contamíname, ¿podría imaginar también que tendría esta vigencia al cabo de este tiempo?Contamíname

Podía suponer que los problemas derivados de la circulación de seres humanos por el planeta seguirían sin resolverse. Lo que no podía imaginar es que habría en el mundo este retroceso que estamos viviendo. No sólo se trata de Salvini en Italia, es también Bolsonaro en Brasil, y Trump en Estados Unidos, y en España vivimos el auge de Vox. Hay un paso atrás tan grande a nivel mundial que sin duda me sorprendería hace 25 años. Entonces quería creer que los pasos serían siempre hacia delante.

Canarias fue un puerto de llegada de migrantes durante un periodo especialmente intenso. ¿Llegó a comprender alguna vez a sus paisanos que se oponían a auxiliar y acoger a los cayucos, por algún tipo de miedo o de rechazo?

No, es algo que no puedo entender. La tendencia natural, por humanidad, debe ser acoger a esa gente. Sobre todo, cuando se acercan a lugares que se caracterizan, en su Historia, por haber enviado emigrantes a otros países. Es lo increíble de un país como Italia, que fue un pueblo emigrante desde siempre. Canarias también lo fue, nuestros abuelos y bisabuelos marcharon, sobre todo a América, y mejor o peor, fueron acogidos. Por eso no me cabe en la cabeza esa cerrazón de Europa. Como digo, acoger es lo primero, por sentido humanitario, y luego hacer políticas de integración. Y por último, pedir cuentas a los países de origen. Hablamos de gente que viene de realidades complejísimas, que hace un viaje que, lejos de ser de placer, discurre en la línea que separa la vida y la muerte.

Volviendo sobre Golosinas, algo que sí ha cambiado es la industria discográfica. La que existía hace 25 años saltó por los aires, ¿no?Golosinas

Ha cambiado todo muchísimo. La industria entró en crisis, luego se ha ido recuperando poco a poco pero las formas de consumo han cambiado totalmente. Cuando Golosinas vio la luz no existían las redes sociales, internet medio empezaba. Ahora el mercado físico está casi a punto de desaparecer, se consume música digital… todo es distinto.

¿Siente nostalgia de aquella época?

Echo de menos lo bueno que había, y me adapto a lo bueno que hay ahora y que antes no teníamos. Pienso que tendríamos que haber funcionado con una balanza, y no renunciar a cosas que eran mejores. Por ejemplo, el álbum con formato físico, entendido como un todo, con una portada… ¿Por qué renunciar a eso?

Usted surgió también en medio de un boom de las pequeñas salas de conciertos, muchas de las cuales también se han perdido. ¿A qué se debe?

Bueno, en los últimos años se está revitalizando el circuito. Eso se lo debemos a la crisis, no quedó más remedio que reabrir ese circuito. Hay mucha gente trabajando en él, a pesar de que algunas ciudades sigan teniendo políticas muy hostiles hacia la música en directo.

El compromiso, ¿adquiere otro sentido con el transcurrir de los años?

Uno no va a cambiar eso. Desde Golosinas a mi último disco, tengo canciones de amor y otras de temática social, es una forma de trabajo. Aunque hiciera un disco todo de canciones de amor, el compromiso seguiría asomando por todas partes.

En 2005 apoyó públicamente la campaña de IU a las elecciones europeas. ¿Volvería a hacerlo?

No. Puntualmente sí lo hice porque sí, porque la coyuntura me animó a ello. Ahora sigo teniendo la misma posición ideológica, pero me pienso mucho lo de apoyar campañas en concreto. Con la división que hay en la izquierda, se vuelve todo más complejo. Me gustaría ver una propuesta unitaria, seguramente me implicaría en una campaña como esa. Pero tampoco sé si es eso lo más importante…

Su cuñado y su sobrino, Luis y Pedro Pastor, han sido objeto de sonada censura recientemente. ¿Hay una persecución de los artistas de izquierda, como se ha denunciado?

Creo que más bien hay una torpeza absoluta. Un Ayuntamiento de derechas, si no quiere contratar a alguien, no lo hace y punto, así funcionan las cosas. Y probablemente funcionen igual al revés. En 25 años ha habido ayuntamientos donde no he actuado nunca, ni yo ni Luis Pastor. Pero si hay un concierto cerrado, que llegue un Gobierno nuevo y tire eso para atrás sí supone un acto de censura, casi de venganza. Y es una torpeza tremenda, porque el resultado se vuelve en su contra. Espero, en todo caso, que no se convierta en práctica habitual, porque lo hemos visto con Luis y Pedro, con Def con Dos, con C. Tangana hace poco…

Por él iba a preguntarle precisamente. ¿Es la misma censura la que sufre Luis Pastor que la de C. Tangana?

No, creo que hay que distinguir. Partiendo de la idea de que no se debe censurar a nadie, y de que estoy contra todas las prohibiciones, se supone que tras el veto a C. Tangana hay un argumento, el propósito de no contratar a un grupo que canta letras machistas u homófobas, que atentan contra valores intocables. En la música de Luis Pastor y de Pedro no hay incitación al odio, ni nada, solo piensan distinto. Eso es un pequeño matiz.

¿No es para los cantautores un objetivo loable molestar, inquietar al poder?

Habría que preguntar uno por uno, tampoco es que los cantautores nos reunamos para ver una manera común de operar. A mí no me preocupa irritar al poder tanto como defender una manera de ver el mundo. La intención es al final esa, decir lo que uno piensa.

Usted, junto a otros compañeros, fue durante mucho tiempo la nueva canción de autor española. Ahora es aclamado por los novísimos como un referente, ¿cómo lo lleva?

Es algo en lo que no pienso. He hecho mi música, mi trabajo. Supongo que es ley de vida que los que llegan te reconozcan algo, como yo mismo tuve mis referentes y luego pasé el testigo. Mañana le tocará a Rozalén, a Marwan…

Una última cosa sobre Golosinas: recuerdo que ese disco contó con una banda extraordinaria. ¿Echa de menos a alguno de aquellos músicos, mantiene contacto con ellos?Golosinas

Fue una colaboración puntual, nos reunimos sólo para el disco y nunca volví a tocar con ellos. Bueno, Marcelo Fuentes, el bajista, sí formó parte de las distintas bandas que tuve hasta 2008, y con Luis Fernández he tenido mucho contacto, pero con el batería Tino di Geraldo no toqué más, ni con John Parsons [guitarra], aunque alguna vez nos volviéramos a encontrar… Es verdad que son unos músicos espectaculares, pero ya llevo ocho años solo con mi guitarra.

¿Fue un imperativo de la crisis?

Un poco sí, se puso muy difícil mover un grupo. Y por otro lado, siempre he tenido esa vertiente. Tres cuartos del disco Golosinas es de guitarra sola, he tocado así muchas veces y me siento a gusto en ese formato.

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