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Miguel A. Gonzalo: “Los movimientos ciudadanos no son una amenaza sino una oportunidad”

Alejandro Ávila

Transparencia, participación y colaboración. Sobre estos tres pilares se asienta el gobierno abierto, una filosofía política a la que el presidente Barack Obama dio el espaldarazo definitivo durante su primer mandato. A la hora de hablar de gobierno abierto en España, Miguel Ángel Gonzalo, webmaster del Congreso de los Diputados que ha estado este fin de semana en la Universidad Pablo de Olavide dando una charla sobre este tema, no pierde de vista lo que se hace a un lado y otro del Atlántico.

Funcionario del parlamento desde hace un cuarto de siglo, su carácter innovador como gestor de la información pública terminó llevándole a administrar la web de la Cámara Baja en 1997, época en la que Federico Trillo ejercía de presidente del Congreso y en la que aquello de la red de redes comenzaba a popularizarse.

Con la Ley de Transparencia recién salida del horno y la confianza en los políticos viviendo sus horas más bajas, Gonzalo cree que la aplicación de la ley por parte del Congreso es una gran oportunidad para “mandar un mensaje de apertura”. “La recuperación de la confianza de la ciudadanía en sus instituciones es algo básico para que la democracia siga siendo una forma de gobierno valorada”, señala.

Este “intraemprendedor”, como él mismo se define, asegura que tanto los funcionarios como los propios parlamentarios “están muy concienciados del desprestigio” que sufre la institución. Según Gonzalo, se trata de “una preocupación unánime. Esa unanimidad en el diagnóstico hay que llevarla ahora a medidas de tratamiento”.

En este sentido, cree que el trabajo parlamentario de los próximos meses va a ser crucial, ya que hay “un cambio de paradigma. Antes del paradigma del gobierno abierto, la información se configuraba como un elemento interno, los datos eran propiedad de la institución, mientras que ahora la información y los datos son propiedad de los ciudadanos. Eso es revolucionario”.

Por esa razón, este funcionario público, al que le apasiona el “reciclaje profesional constante” que supone el mundo de las redes, considera que “los movimientos ciudadanos no son una amenaza, sino una oportunidad para mejorar la democracia”. A su juicio, “son un espejo de lo que la ciudadanía opina de la administración. Si la institución aplicara técnicas de escucha activa, los movimientos sociales más serios serían un importante canal para saber qué le preocupa a los ciudadanos”.

Pero… ¿para qué le sirve al ciudadano en su día a día toda esa información que genera un parlamento? Los portales de transparencia son una invitación para que la ciudadanía colabore y para que “las asociaciones pueden utilizarlos en el desarrollo de aplicaciones”. Gonzalo pone como ejemplo una acción emprendida por el gobierno británico, que, tras abrir los datos sobre su sistema de sanidad, dio pie a que “se desarrollaran aplicaciones que te permiten saber cuál es el nivel de calidad de un hospital determinado”. En el caso de España, organizaciones como Openkratio han creado aplicaciones que permiten “conocer de una manera más accesible el trabajo o la declaraciones de bienes de los diputados”.

Miguel Ángel Gonzalo considera, en definitiva, que “aunque se han hecho esfuerzos reales por parte del Congreso, estamos a mitad de camino y nos queda mucho camino por avanzar”. El trabajo parlamentario de los próximos meses dirimirá si nos acercamos a ese modelo de gobierno abierto de la administración Obama o no.

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