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La Ruta del Agua, una escapada muy rural a 10 minutos de Sevilla

La ruta del Agua.

Miriam Lorenzo

Si eres de los que huyen de las grandes ciudades y de las aglomeraciones, te proponemos una incursión en las primeras estribaciones de Sierra Morena. Y a solo una veintena de kilómetros de Sevilla. Se trata del tramo restringido de la Ruta del Agua, un sendero de 14 kilómetros inaugurado hace trece años y que supone un disfrute para los sentidos, especialmente para la vista y el oído porque el camino discurre por las cercanías de los embalses de El Gergal y Cala y el contraembalse de Guillena, los principales abastecedores de energía y agua potable de la capital hispalense. La primavera es, sin duda, una de las mejores épocas del año para realizar la caminata porque es la época del año en la que los embalses presentan mayores niveles de agua. La mayor parte de la senda es paisaje de dehesa con ganaderías bravas de toro de lidia sobre todo en la dehesa de El Serrano.

El trayecto comienza cerca del parque periurbano El Gergal y es recomendable llevar agua porque, pese a su nombre, la Ruta del Agua no cuenta con demasiadas fuentes para refrescarse. El firme es bueno y suave porque discurre en buena parte por una antigua vía del tren así que se convierte en un aliado para aquellos que prefieren hacer el camino a pie en lugar de en bicicleta. Además, a lo largo de sus 14 kilómetros la ruta está salpicada de las infraestructuras necesarias para disfrutar de la naturaleza: hay dieciséis zonas de descanso en las que se han habilitado refugios, apeaderos, miradores, merenderos, papeleras y señales informativas.

Pero el atractivo de la Ruta del Agua no acaba en el contacto con la naturaleza. Antiguas estaciones de ferrocarril, los embalses, lagos, restos prehistóricos y hasta un palacio del siglo XIX inspirado en los castillos medievales, el palacio de Parladé, salpican el trayecto. Y para finalizar el camino nos encontramos con la Cantina, un restaurante en el que casi casi compartes mesa y mantel con jabalíes, cerdos, ovejas o gallinas. Los cría Paco, el propietario del local, un hombre afable que hace ya años decidió dejar Gillena para vivir con su familia en pleno campo.

La Cantina se convierte así en el oasis de la ruta, un lugar para reponer fuerzas en el que es recomendable seguir los consejos culinarios de Paco a la hora de pedir la comanda. Son típicas las carnes de caza y las verduras de temporada. Y que nadie se asuste si durante el almuerzo recibe la visita de un jabalí. Está más acostumbrado a los humanos que nosotros al animal y solo busca comida, la que degustan los comensales. En los alrededores del restaurante cerdos ibéricos y ovejas se crían en libertad bajo la supervisión de los propietarios de la Cantina que se ocupan también de medio centenar de gallinas. Un parque animal que forma ya parte del paisaje de la Ruta del Agua y que cada día tras día atrae a más turistas.

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