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Y el agua se convirtió en vino… en la bañera

Baño de vino.

Miguel A. Parra Anguita

Como si de un milagro bíblico se tratase, el agua se convierte en vino en una experiencia sensorial que, de momento, sólo puede disfrutarse en Sevilla: el primer baño relajante en vino. Los baños árabes Aire de la capital andaluza, en colaboración con las Bodegas Matarromera, han ideado un plan único: una inmersión completa en las propiedades antioxidantes de la uva tinta de la Ribera del Duero.

¿En qué consiste?

La experiencia incluye un recorrido termal por diferentes baños a distintas temperaturas, con estancias en el Hammam, el Baño de los Mil Chorros, el Baño Caliente, Templado y Frío, y el Baño de Sal, donde uno se puede relajar flotando. Tras un masaje de 45 minutos bajo un artesonado mudéjar del siglo XVII, se pasa al baño de vino, siempre en privado y de manera individual o en pareja.

La inmersión dura 25 minutos, de los que 15 se dedican a un masaje craneal con una mascarilla capilar. Todo mientras se degusta una copa de tinto crianza Matarromera 2011. El baño en vino se disfruta en un espectacular pozo veneciano del siglo XVI, realizado en mármol blanco y convertido en baño con capacidad para dos personas. La sala en la que se encuentra está iluminada con decenas de velas y está decorada con 1.500 botellas de vino vacías, cajas de vino repletas de racimos de uvas y hojas de parra. Como colofón, los clientes pueden darse un baño al aire libre en una infinity pool situada en la azotea del edificio, con vistas a la Catedral y la Giralda. (Si es al anochecer, mejor).

Beneficios

En realidad, no se trata de bañarse directamente en vino, sino en una mezcla de un concentrado de origen natural llamado Eminol con agua a una temperatura constante de entre 36 y 38 grados. Los beneficios de este baño se deben a los antioxidantes naturales la piel de la uva, también llamados polifenoles. Entre sus propiedades están la capacidad anti-edad, “superior a las vitaminas C y E, y un efecto purificante y tonificante que deja la piel suave, tersa y luminosa tras el tratamiento”, según Rebeca Fariñas, responsable de Esdor, la marca cosmética del Grupo Matarromera que ha diseñado el producto.

Diseñado para el Grupo Aire por Esdor, este seductor ritual, de embriagador aroma, prescinde del alcohol natural que posee el vino, “al ser la parte menos adecuada para aplicaciones tópicas, ya que irrita y reseca la piel”. “Los polifenoles ayudan además a neutralizar los radicales libres, principales causantes del envejecimiento prematuro de la piel, ayudan a conservar el ácido hilaurónico, al tiempo que mejoran la microcirculación de la piel y aumentan la protección de la piel contra las agresiones externas como el humo, el viento, el sol o la contaminación”, añade Fariñas.

De momento, la experiencia sólo se puede disfrutar en Sevilla, si bien no se descarta llevarla a las otras sedes del Grupo Aire, en Almería, Barcelona y Nueva York, o a las que tiene previsto abrir próximamente en Chicago y Roma.

 

 

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