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Zampuzos leperos: el vino, tal y como le gustaba a Colón

Zampuzos de Lepe.

Fermín Cabanillas / Fermín Cabanillas

Lepe (Huelva) —

La llegada del mes de octubre hace que en las calles de la localidad onubense de Lepe se comience a percibir el aroma de la uva que poco a poco se va convirtiendo en vino. Pero no es un vino cualquiera, ni afectado por tecnologías que modifiquen su sabor, ya que lo que se elabora es el mosto bajo el mismo procedimiento que cuando Colón lo embarcó en sus naves o cuando Felipe II construyó las torres almenara que protegen el litoral andaluz, una de ellas en el mismo Lepe.

Los “zampuzos”, las históricas tabernas leperas, se han ido transformando para adaptarse al turismo pero sin perder nunca su identidad. Para que un zampuzo sea considerado como tal no solo tiene que servir el mosto, sino que tiene que albergar la propia bodega y el proceso de elaboración, con sus propios lagares y de la forma tradicional. Así se mantienen lugares como El Rata o Ruperto, donde los chatos de mosto se toman entre los barriles donde se almacenan, que se llenan con el vino que se elabora bajo el mismo techo.

Con el paso del tiempo, se han creado algunos zampuzos con un punto de modernidad, como Contreras, que sirve el mosto pero también acoge reuniones de los más jóvenes, a los que ofrece barbacoas para que ellos lleven la carne y celebren sus reuniones acompañadas del milenario mosto lepero.

Protagonista en el siglo XIV

A lo largo de la historia, Lepe ha dado a conocer su vino en distintos foros, aunque quizá el más llamativo es el de los cuentos de Canterbury (Geoffrey Chaucer, siglo XIV). En el texto se cita explícitamente al mosto lepero. En esa época, este vino, al igual que el que se elaboraba en la localidad de Moguer, era embarcado habitualmente en barricas para viajar a Inglaterra.

En el capítulo el ‘Cuento del Bulero’, Chaucer escribía hace siete siglos: “Nadie que esté bajo la influencia de la bebida sabe guardar un secreto: esto es indiscutible. Por lo que manteneos apartados del vino, blanco o tinto, no importa, y muy especialmente alejaos del vino blanco de Lepe que se vende en Fish Streets y en Cheapside. Pues de un modo misterioso este vino español parece contaminar los vinos que se crían cerca de él y de la mezcla se desprenden vapores de tal fuerza que, después de beber tres vasos, un hombre que se cree en su casa de Cheapside, se encuentra en España (no en la Rochela o en Burdeos, sino en la mismísima villa de Lepe) repitiendo: Sansón, Sansón”.

Curiosamente, la historia ha ido uniendo a las clases en torno al mosto. Antaño los hombres adinerados se reunían en las cantinas y los de un nivel social más bajo en los zampuzos para charlar y beber vino. Pero con el tiempo, los zampuzos han ido atrayendo la curiosidad de todos, sobre todo porque conservan tradiciones como la pisa de la uva en el propio establecimiento a finales de septiembre.

Ruta para los turistas

Para facilitar a los turistas la visita a los zampuzos tradicionales, la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Lepe ha editado un nuevo folleto promocional donde se encuentran los cinco establecimientos que componen la ruta –El Rata, Ruperto, Contreras, Er Purga y Romera. Este documento cuenta la historia de los vinos de Lepe y el origen de estos establecimientos tradicionales así como los pasos para la elaboración de vino y las características de los zampuzos que siguen abiertos en el municipio.

Existen botellas especiales para los curiosos que se pueden recoger en la oficina de turismo ya etiquetadas para después llenarlas en los zampuzos y llevarse a casa el centenario mosto lepero. La ruta de los zampuzos cuenta con carteles en las calles que indican a los visitantes la forma de llegar a los establecimientos. Sus propietarios y el Consistorio han conseguido convertir al antiquísmo mosto en uno de los reclamos de la localidad.

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