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Podemos Andalucía zarandea la posición negociadora de Iglesias al rechazar la entrada en un Gobierno de Pedro Sánchez

Pablo Iglesias, Antonio Maíllo, Teresa Rodríguez y Alberto Garzón, en una imagen de la campaña de las andaluzas.

Daniel Cela

Podemos Andalucía ha salido esta semana del mutismo al que se encomendó tras el fracaso de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre, en las que fueron relegados (en coalición con IU) de tercera a cuarta fuerza del Parlamento, por detrás de Ciudadanos. En estos cinco meses de silencio -que coinciden en gran parte con la baja por maternidad de Teresa Rodríguez-, Podemos Andalucía ha desaparecido del debate nacional de su partido, ha desaparecido de las listas electorales al Congreso y Senado (los candidatos fueron designados desde Madrid) y ha desaparecido de la campaña para las generales (Pablo Iglesias no pisó Andalucía en esos 15 días).

El pasado lunes, durante la reunión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, máximo órgano de decisión entre congresos, la formación de Rodríguez recuperó su tradicional voz discrepante con la dirección estatal, oponiéndose públicamente a que Unidas Podemos entre en un Gobierno de coalición con el PSOE de Pedro Sánchez. Algunos cuadros medios del partido en Madrid lo han entendido como un intento de debilitar la posición negociadora de Unidas Podemos con los socialistas. No ha sentado bien, sobre todo, dicen, después de que Iglesias optara por “no hacer leña del árbol caído” tras el retroceso electoral del equipo de Rodríguez y Antonio Maíllo (IU) en las andaluzas.

Podemos Andalucía es una agrupación controlada por la corriente Anticapitalista, y ésta también discrepa con la dirección estatal respecto a la posibilidad de formar gobierno con el PSOE. Con un matiz: los anticapitalistas son minoritarios en el conjunto de Podemos, pero son mayoría en Podemos Andalucía. La agrupación que pilota Teresa Rodríguez ha perdido peso y legitimidad desde el 2D, pero sigue representando a un territorio clave para la gobernabilidad de España. “La segunda asamblea de Vistalegre no abordó la posibilidad de formar gobierno con el PSOE, no se puede dar por sentado desde la cúpula sin consultar a las bases”, advirtieron los andaluces en el Consejo Ciudadano Estatal, tras plantear que se sometiera el asunto a una votación entre los inscritos del partido.

El secretario político de Podemos Andalucía, Pablo Pérez Ganfornina, fue más allá y avanzó que su fórmula “idónea” era un Gobierno “a la portuguesa”, es decir, un Ejecutivo socialista que llegue a acuerdos puntuales con las fuerzas progresistas del hemiciclo. Unidas Podemos tendría que apoyar la investidura de Sánchez a cambio de un pacto programático de legislatura (aunque con sus votos sólo no le alcanzaría). Al PSOE federal esto le suena a “música celestial”; al entorno de Iglesias no le ha sentado nada bien. Unidas Podemos ha perdido 29 escaños y un millón de votos en las generales. Iglesias defiende su entrada en el Consejo de Ministros para fiscalizar mejor y más de cerca las políticas que pactarán con Sánchez, pero también le va en ello la supervivencia de la marca morada.

Experiencias andaluzas con el PSOE

Andalucía tiene reservado un papel fundamental en la nueva etapa de Pedro Sánchez al frente del Gobierno. Aquí gobiernan PP y Ciudadanos, escudados por la ultraderecha de Vox, y éste es el reflejo frustrado de lo que quisieron exportar sus líderes nacionales a Moncloa, es el acicate que sirvió al PSOE para movilizar a la izquierda y sobreponerse al bloque conservador, y va a ser el principal foco de confrontación entre la derecha y el nuevo Ejecutivo socialista.

Para Teresa Rodríguez y su entorno, Andalucía representa otra cosa más allá de las tres derechas: representa el ejemplo palpable de por qué Podemos “no puede, no debe” entrar a formar parte de un Gobierno del PSOE. “Es una buena hoja de ruta beber de esa experiencia, que retrata al Ejecutivo de Sánchez desde fuera y nos otorga más capacidad de influir”, dijo el pasado lunes Ganfornina, quien ha añadido que también facilita que “cuando el PSOE no esté dispuesto a hacer ciertas cosas la ciudadanía podrá ver que Podemos marca la diferencia”. La dirección regional de Rodríguez siempre ha sido muy crítica con la IU anterior a su coordinador andaluz, Antonio Maíllo, que formó gobierno con el PSOE de José Antonio Griñán y luego de Susana Díaz en la novena legislatura.

Tan críticos fueron, que castigaron severamente a sus futuros compañeros de confluencia, afeándoles que se vendieran a los socialistas por unos sillones en el Consejo de Gobierno. Maíllo marcó distancias con su predecesor, el ex líder de IU y ex vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, que terminó apartándose de una formación que había dirigido durante 13 años. “Podemos también sabe lo que le pasa a la izquierda cuando entra en gobiernos socialistas”, dice Pérez Ganfornina, recordando aquel Gobierno andaluz de PSOE e IU, pero también el caso de Compromis en Valencia. “Cuando se entra en un gobierno con los socialistas se acaban gestionando sus recortes y miserias y es el PSOE quien consigue rentabilizar los éxitos del Gobierno”, dice el número dos de Podemos Andalucía.

Adelante Andalucía, una marca nueva de perfil andalucista, fue una apuesta personal de Teresa Rodríguez en contra del criterio de la dirección estatal de Podemos. Iglesias terminó aceptando a regañadientes el invento andaluz, e hizo campaña por Adelante. La confluencia perdió 300.000 votos y tres escaños, quedándose con 17 diputados en el Parlamento y el 16% del escrutinio (casi 600.000 votantes). Hasta entonces, las dos fuerzas de izquierda sumaban 20 escaños y el 21.75% de votos.

La reacción discrepante de Podemos Andalucía no sólo ha alterado a la dirección estatal, también ha azuzado al PSOE de Susana Díaz, que enseguida ha saltado a la palestra para acusarles de “blanquear” a la derecha e “intentar reventar el diálogo sobre el futuro Gobierno de Sánchez”. “En la legislatura anterior tanto Podemos como IU hicieron una pinza con la derecha en el Parlamento andaluz y nuestra sorpresa ha sido que en esta nueva legislatura continúa esa pinza”, avisó la portavoz del PSOE-A, Ángeles Ferriz. “Esta formación política que se autodenomina la izquierda pura y verdadera debería hacérselo mirar porque no puede ser que tengan esa actitud tan agresiva con el PSOE y tan permisiva con las derechas de Andalucía. Le están dando alas a la extrema derecha, a un gobierno sostenido por la extrema derecha”, sostiene Ferriz.

El peso de Adelante

¿Qué importancia tiene el discurso a contracorriente de Podemos Andalucía en el seno del partido tras el batacazo de las elecciones andaluzas? Teresa Rodríguez ha perdido todos los pulsos orgánicos con Pablo Iglesias, excepto el que libró en Andalucía para conformar la confluencia con IU. De ahí surgió un partido político nuevo, llamado Adelante Andalucía, con logo propio, con discurso propio (netamente autonomista) y con una estrategia política desligada de la dirección estatal de Podemos. Ese pulso lo ganó en primarias, pero lo perdió en las urnas.

Adelante Andalucía perdió 300.000 votos y tres escaños respecto al resultado que obtuvieron Podemos e IU por separado en 2015. Antes del 2D, Rodríguez pensaba “exportar” su modelo de confluencia al conjunto del país, barruntaba incluso reivindicar un grupo propio andaluz en el Congreso, similar a En Marea en Galicia. Un 28F orgánico, un Podemos andalucista o regionalista, que representara el peso específico de Andalucía en la Cámara Baja (61 de 350 diputados se eligen en esta comunidad). 

Pero la marca Adelante no ha prosperado tanto como esperaban sus promotores. En las elecciones municipales del 26 de mayo, Podemos e IU se mantienen juntos como coalición electoral en 208 localidades (de 786), y con el mismo nombre que en las andaluzas. No es un número desdeñable, porque según sus organizadores en estos municipios se concentra el 80% de la población andaluza. Tienen candidatos en todas las capitales de provincia -excepto Córdoba y Almería- y en las principales ciudades costeras, excepto Marbella.

Sin embargo, IU se presenta en solitario en más municipios (228), en algunos en coalición con otras fuerzas distintas a Podemos (como Equo, que abandonó la confluencia Adelante por sentirse ninguneada). Las municipales revelan el músculo, la trayectoria y la implantación territorial de IU en Andalucía, de la que carece Podemos. En muchos pueblos las marcas moradas nacieron en 2015 de la división interna -cuando no de la bronca visceral- con la dirección local de IU. Ahora, los socios de la confluencia van juntos en 208 municipios y se enfrentan entre sí en otras 83 localidades.

Pese a todo, Rodríguez y el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, conservan su total confianza en el proyecto de Adelante Andalucía, creen que “salvó los muebles” en las andaluzas, y que se trata de un proyecto a largo plazo que aún debe madurar. Mientras exista esta afinidad entre los dos dirigentes y caras visibles de la confluencia, difícilmente habrá voces desde Madrid que cuestionen el liderazgo de Rodríguez. La gaditana mantiene el control de su formación en un territorio de 8,5 millones de personas, necesariamente clave para la gobernabilidad de España. Iglesias carece de estrategia y de candidato alternativo de peso para arrebatarle ese control a Rodríguez, de modo que el pulso entre Madrid y Andalucía “continuará”, a juzgar de varios dirigentes consultados.

 

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