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Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez, abocados de nuevo al choque de trenes por el control de Podemos Andalucía

Pablo Iglesias, durante un mitin en Jerez de la Frontera en presencia de Teresa Rodríguez.

Daniel Cela

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La carrera por el control de Podemos Andalucía se ha precipitado esta semana, cuando aún quedan cuatro meses para la asamblea regional que debatirá el proyecto de la formación morada y las personas que van a dirigirlo. En esta carrera, como en la anterior, compite el Podemos de Pablo Iglesias contra el Podemos de Teresa Rodríguez, siempre en una guerra fría latente, hasta que uno de los dos decide pelear a campo abierto.

Y eso es lo que ha ocurrido este miércoles, cuando el secretario Político y de Comunicación de Podemos Andalucía, Pablo Pérez Ganfornina, ha lanzado durísimas críticas contra los de Iglesias, acusando a la dirección estatal de “injerencias” y de maniobrar en su propio territorio para construir una candidatura alternativa a la de Rodríguez.

El ruido de fondo es el mismo prácticamente desde 2015, cuando la gaditana asumió las riendas de un Podemos neonato, que tuvo antes grupo parlamentario en Andalucía que estructura orgánica. Desde entonces, Teresa Rodríguez pelea con Madrid por lograr más autonomía política, orgánica y financiera para su agrupación, sin obtener los apoyos suficientes en el seno del partido para conseguir una estructura más descentralizada. Rodríguez aún no es candidata. La actual líder de Podemos Andalucía ha optado por mantener la incertidumbre sobre su continuidad hasta el último momento, pero en su entorno más próximo nadie duda de que se postulará para un tercer mandato. El hiperliderazgo de la gaditana fue fundamental en la irrupción de Podemos en 2015 -entró con 15 diputados-, pero eso también ha estrechado el espacio a posibles relevos (afines o rivales).

Un síntoma de que la continuidad de Teresa Rodríguez está prevista es la brusca reacción de su equipo ante la hipótesis de que Iglesias impulse una candidatura alternativa. “Alternativa a quién, si aún no hay ninguna candidata oficial, ¿no?”, ironizan desde Madrid. La convulsión en las tripas de Podemos ha aflorado en una serie de mensajes que ha dejado escrito en su cuenta de Twitter el secretario de Organización andaluz contra su homólogo, Alberto Rodríguez, al que ha acusado de ningunear reiteradamente a la ejecutiva regional para “reunirse en público y en privado” con diputadas andaluzas en el Congreso, próximas a Iglesias, y afincadas en Madrid. “Otra candidatura teledirigida desde la capital”, se lamentan.

Pérez Ganfornina alude a una supuesta reunión privada, adelantada por ElConfidencial.com, entre el secretario de Organización de Podemos y tres diputadas andaluzas del Congreso -Isabel Franco, antigua rival de Teresa Rodríguez en las primarias; María Márquez y Martina Velarde-, que habría tenido lugar el sábado pasado en Antequera (Málaga). La dirección estatal lo niega. Alberto Rodríguez estaba ese día en Canarias, de donde es natural, “de modo que no pudo oficializar un encuentro político”. “Ni antes ni después ha tenido reuniones secretas”, advierten, tras subrayar que el secretario de Organización “ya tiene suficiente trabajo organizando Vistalegre III”, que será el mes que viene.

En realidad, el malestar interno existe con independencia de que ese encuentro tuviera lugar o no. El pasado 13 de julio, Alberto Rodríguez participó en un acto con la militancia en Málaga, junto a la secretaria de Círculos, Ana Marcello, y la ex diputada de Unidos Podemos y miembro de la dirección regional de IU, Eva García Sempere. El pasado 12 de enero, estuvo junto a Márquez, Franco y Susana Serrano, secretaria general de Podemos Sevilla, en la sede regional del partido, en un acto para defender la investidura de Pedro Sánchez y el Gobierno de coalición con el PSOE. En ambos actos, “no se contó ni se informó a la dirección andaluza, pese a los muchos intentos de concertar una reunión con él”, asegura el secretario político de Podemos Andalucía.

A favor y en contra del PSOE

Iglesias y Rodríguez discrepan abiertamente en el modelo de partido y, desde hace unas semanas, chocan en público por la decisión de formar gobierno con el PSOE. “Es lógico que el entorno de Teresa no participe en las reuniones con los círculos donde vamos a defender el Gobierno PSOE-Unidas Podemos, porque ella se ha manifestado abiertamente en contra”, advierten fuentes de la dirección nacional.

Unas y otras tiranteces no dejan de remarcar un escenario asfixiante en el que ni en Madrid están cómodos con los movimientos de Rodríguez en Andalucía, ni en Andalucía están a gusto con la hoja de ruta de la dirección estatal. Nada más formarse el Gobierno, Iglesias adelantó a marzo el Consejo Ciudadano en el que, previsiblemente, será reelegido secretario general con menor contestación que la última vez. La vicepresidencia le apuntala en el cargo y disuelve muchas de las críticas internas que ya se le acumulaban tras la ruptura con Íñigo Errejón. El adelanto del congreso a marzo desplazó la asamblea andaluza, que ya estaba convocada para ese mismo mes, provocando un sonoro cabreo en el equipo de Rodríguez.

La campaña de las primarias andaluzas ha empezado bajo la presunción de que Iglesias, como hizo la última vez, impulsará una candidatura alternativa que discuta no sólo el liderazgo de Teresa Rodríguez en Andalucía, sino su proyecto pseudoindependiente. Ya lo intentó, sin éxito, la hoy diputada Isabel Franco, logrando un pírrico resultado frente al más de 75% de los votos que recabó la gaditana. En este tiempo no se ha conformado una corriente crítica que resida en Andalucía -las errejonistas Carmen Lizárraga y Esperanza Gómez- lo intentaron, pero terminaron abandonando la formación. Cualquier opción de montar en cuatro meses una candidatura alternativa a Rodríguez en Andalucía -incluso con el respaldo proactivo de Iglesias- se antoja “difícil de imaginar”, según las fuentes consultadas. “Otra cosa es que Teresa no se presente”, matizan dichas fuentes, “entonces el escenario se revisaría”.

La gaditana no ha confirmado aún su candidatura, pero sí ha dejado claro que su proyecto será andalucista y, en la medida de lo posible, rupturista con la tutela de Madrid. A todo el engrudo orgánico de Podemos, se une la doble complejidad de la marca que el partido morado, IU y otras dos fuerzas andalucistas montaron en Andalucía para las autonómicas: Adelante Andalucía. Rodríguez quiere preservar esa marca -ahora una coalición electoral- y convertirla en un partido autónomo, dentro del grupo confederal de Unidas Podemos. Es lo que más le ha acercado a su proyecto pero, paradójicamente, también es lo que más le ha alejado: la dirección andaluza de IU, afín a Iglesias, entusiasta y coprotagonista del nuevo Gobierno de coalición con el PSOE, no quiere que Teresa Rodríguez se adueñe en exclusiva de la marca Adelante. Su líder, Toni Valero, no quiere que use la coalición, que ahora cuenta con 17 diputados en el Parlamento, como ariete en su “pulso interno con Iglesias”. IU aboga por un modelo federal y va a seguir defendiendo esa fórmula.

La última consecuencia de esta eterna disputa entre el Podemos estatal y el andaluz es el papel que jugará la izquierda en una comunidad que ahora gobiernan cómodamente PP y Ciudadanos con apoyo de Vox. El Gobierno de PSOE y Unidas Podemos ha abierto un escenario de entendimiento entre ambas formaciones para disputarle el poder al bloque conservador. Pero en Andalucía ese escenario es una quimera. Rodríguez y su equipo mantienen un pulso tenso con el PSOE de Susana Díaz, como si siguiera siendo presidenta de la Junta, y en el último año compartiendo oposición nada indica que hayan acercado posturas. Más bien al contrario.

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