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Selfie en la silla vacía del presidente: el plantón de Moreno al pleno sanitario regala munición electoral a toda la oposición

El escaño vacío del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, junto al vicepresidente Juan Marín.

Daniel Cela

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El escaño verde del presidente de Andalucía está vacío. Son las dos de la tarde. Juan Manuel Moreno va camino de Salamanca a hacer campaña esta tarde por el candidato popular y presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, mientras en el Parlamento andaluz empieza un pleno extraordinario sobre sanidad forzado por PSOE, Unidas Podemos y Vox. Moreno no está, pero la Cámara funciona a pleno rendimiento, y la oposición en bloque ha convertido su espantada en un símbolo de lo que venían a denunciar a este pleno. Nada de lo que han dicho en la tribuna tiene más fuerza que la imagen de esa silla vacía.

Sus rivales políticos, sobre todo los diputados del PSOE que se sientan justo enfrente, pasan por delante del escaño vacío del presidente y le hacen una foto, y luego la cuelgan en redes sociales y denuncian que Moreno no está centrado en el principal problema que sufre su comunidad: el deterioro de la sanidad pública en el pico de contagios de la sexta ola de la pandemia. Dentro de tres semanas, cientos de andaluces saldrán a la calle, convocados por CCOO y UGT, a manifestarse “por las colas en los centros de salud, las largas esperas para obtener cita con el médico (o telefónica), la falta de personal en hospitales y ambulatorios, el cierre de plantas, ”el miedo a enfermar de Covid y de algo que no sea Covid“...

“¿Dónde está el presidente?”

“No puedo ir a este pleno. Es absurdo, se decidió ayer y yo ya tenía agenda con otros señores”, ha explicado el presidente de la Junta por la mañana, en una entrevista con RNE. Moreno estaba en Madrid, donde tuvo un encuentro con periodistas, luego se citó con el gobernador del Banco de España, y ya por la tarde viajó a Salamanca, donde tenía un mitin previsto a las 19.30 horas. El presidente no estaba en el pleno, pero ha intervenido desde la distancia, anunciando en la radio por sorpresa un plan de choque de refuerzo en la atención primaria, el talón de Aquiles de la sanidad pública. “Se aprobará en el próximo Consejo de Gobierno”, ha avisado. En San Telmo había cundido la preocupación, y también el interés por desactivar como fuera este dichoso pleno, al que sus rivales llegan empoderados. Otra vez, la campaña electoral de una campaña que oficialmente no ha empezado, porque oficialmente no hay elecciones.

Mientras, en el Parlamento andaluz, todos los portavoces de la oposición que suben a la tribuna a replicar el discurso del consejero de Salud, Jesús Aguirre, señalan el asiento vacío de Moreno, y articulan su intervención en torno a esa silla. “¿Dónde está? ¿Está de campaña en Salamanca mientras nosotros hacemos aquí nuestro trabajo, por el que nos pagan?”. Las miradas del hemiciclo vuelven una y otra vez allí, incluso la del vicepresidente Juan Marín, sentado justo al lado, que contempla cómo los diputados socialistas le apuntan con sus móviles.

“¿Dónde está el presidente? Lamento que Moreno no esté aquí para hablar sobre la principal competencia autonómica. Su ausencia demuestra que la sanidad le interesa muy poco”, dice el portavoz de Vox, Manuel Gavira. “El sillón del presidente está vacío hoy, porque su objetivo vital, por dios, por dios, es hacer campaña por el PP en Castilla y León, porque ha relegado los problemas de Andalucía por la estrategia de Pablo Casado”, avisa la portavoz de Unidas Podemos, Inmaculada Nieto. “Cuando un político deja la silla vacía, es porque la gente no le importa. Cuando ha tenido que elegir entre Andalucía y Casado, ha elegido a Casado”, aseguró la portavoz del PSOE, Ángeles Férriz. En la bancada del PP empiezan a darse cuenta de la falta de cálculo. Caras largas y serias.

Un pleno normal

PSOE y Unidas Podemos han forzado un pleno extraordinario en el penúltimo día de enero, mes inhábil en la Cámara. El voto de Vox ha sido indispensable para sortear la resistencia numantina de los partidos del Gobierno, PP y Ciudadanos. Este formato viene recogido en el reglamento del Parlamento y es habitual que la oposición lo use. Los populares solían exigirlo cada año cuando gobernaba el PSOE. En 2017 se celebró un pleno monográfico también sobre el deterioro de la sanidad andaluza, también impuesto por la oposición -entonces Cs era aliado de los socialistas, pero votó a favor de este pleno-, y también entonces la presidenta de la Junta, Susana Díaz, dejó su escaño vacío, porque debía acompañar al Rey Felipe VI a un acto institucional en Málaga.

Lo que está ocurriendo en el salón de plenos del Parlamento andaluz, este 28 de enero, es normal y está contemplado en el reglamento. Pero acaba de empezar 2022, año electoral, aún sin fecha determinada, pero con las constantes advertencias por parte del presidente andaluz de que disolverá la Cámara si percibe que la oposición lo convierte en “un elemento de hostilidad para mi gobierno”. Durante tres años, el Parlamento ha sido todo menos hostil al Ejecutivo de Moreno. PP, Cs y Vox controlan la Mesa, órgano rector del Parlamento, que fija los debates políticos. De aquí han salido tres presupuestos autonómicos con mayoría conservadora, y el bloque de izquierdas, a veces enfrentado por dentro, otras incapaz de coordinar una acción conjunta de oposición, no ha hecho mella a la estabilidad del primer Gobierno de derechas en 37 años.

De la estabilidad al “bloqueo”

Los zarandeos empezaron en la recta final del mandato, cuando Vox abandona su alianza con Moreno y se suma a las izquierdas para tumbar el Presupuesto del último año de legislatura. “La pinza Vox-PSOE”, dice el presidente, para inaugurar el relato final previo a las elecciones. Eso ocurre el pasado noviembre, pero después la Junta envía seis leyes y dos decretos ley a la Cámara, y logra el respaldo de la oposición a todos ellos: o bien con los votos de Vox o bien con el apoyo de las fuerzas progresistas. En el Parlamento hay más discordia que antes: Moreno recibe más dardos de la bancada de los de Santiago Abascal, y constantemente le exigen que adelante las elecciones. Medio año llevan pidiendo elecciones, y el presidente insiste en agotar el mandato. Las encuestas le auguran un crecimiento notable al PP, pero sigue dependiendo de Vox para formar gobierno. Moreno quiere que esa dependencia sea testimonial, como lo es en Madrid para su compañera, Isabel Díaz Ayuso.

Este es el ruido de fondo del pleno sanitario que, en contenido, ha aportado poca más información de la que ya se escuchó la semana pasada en la comisión de Salud, donde las intervenciones del consejero y de sus rivales políticos fueron más largas y profusas que las de hoy. 27 minutos tuvo entonces cada uno. Un festín dialéctico. Pero mientras debatían, el PSOE y Unidas Podemos registraban la solicitud del Pleno extraordinario, porque querían el mayor foco político y mediático sobre la coronilla del presidente andaluz. PP y Cs comparan la situación actual de la sanidad andaluza, bajo el peso de la pandemia, con la foto fija durante los últimos años de gobierno del PSOE, cuando las mareas blancas llenaban las calles en protesta por la falta de médicos y recursos. El saldo comparativo les sale positivo. “Con pandemia y todo”, ha repetido Aguirre varias veces en el pleno.

Aguirre ha contabilizado 66 comparecencias públicas desde que empezó la pandemia, muy por encima de otros consejeros de Salud en el resto de comunidades. Dice que hoy está aquí porque “este pleno es fruto de un tripartito: PSOE, Vox y Unidas Podemos”. “¿Cómo se vería en España que Abascal le hiciera la campaña a Sánchez. Aquí Gavira se la hace a Espadas”. Revuelta de sillones. Es un debate poco dinámico, porque interviene el consejero y luego, en cascada, le responden los cinco portavoces, cada uno con un discurso preparado de antemano. PP y Cs usan a sus portavoces en la comisión de Salud, Beatriz Jurado y Emiliano Pozuelo.

La oposición, en cambio, ha optado por sus primeros espadas como portavoces, los mismos que interpelan al presidente en la sesión de control. Querían darle un rango de primer nivel a este debate, y por ello también asiste el líder socialista y candidato extraparlamentario, Juan Espadas, sentado en la tribuna de invitados. PSOE, Unidas Podemos y Vox han sabido amortizar bien la silla vacía del presidente. En la bancada popular se ha sentido cierto nerviosismo de última hora. Su diputada Beatriz Jurado ha terminado su intervención gritando a los socialistas, hablando de “corrupción”, de “políticos imputados” y del caso ERE, que ha condenado a dos ex presidentes de la Junta y parte de la cúpula de los últimos gobiernos del PSOE. Artillería pesada y de campaña para un debate rutinario sobre sanidad.

Negar el catastrofismo

El consejero ha negado taxativamente todos los recortes que le achacan sus rivales, despreciando ese relato “catastrófico”. Los niveles de vacunación contra la Covid-19 son óptimos -93,9% de la población andaluza-, el 50,7% ya tiene la tercera dosis, hay 400.000 niños vacunados, y hay 345.000 andaluces que no se vacunan, un insignificante 4,6% que, sin embargo, “me ocupa el 75% de las UCI”. Récord en consultas en enero: 87,5 millones; un 29% más de consultas en centros de salud que un enero normal; la media de pacientes por médico de cabecera sube a 37 por día (estaba en 35); hay 3.500 sanitarios más contratados que el 31 de octubre, cuando la Junta prescindió de los famosos 8.000 sanitarios de refuerzo contra la Covid-19. “Claro que hay un problema en la atención primaria, lo hay en todas las comunidades, pero nosotros no hemos cerrado centros de salud como otros”, concluye Aguirre.

Sólo la diputada de Unidas Podemos, Inmaculada Nieto, rebate los datos del consejero. “A la sanidad andaluza le falta personal. Tienen dinero para contratar personal. Pero no lo encuentran porque ponen sobre la mesa contratos indignos”, espeta Nieto, que explica a Aguirre que “ha tenido que venir de las orejas a esta Cámara”, y que ha tenido que volver, tras comparecer en comisión, “porque le preguntamos algo y no nos responde. Por eso está aquí”. Termina su turno aplaudiendo el plan de choque para reforzar la atención pública que ha anunciado Moreno desde Madrid. “Al menos, si para eso ha servido este pleno, bien está”.

Los portavoces de Vox y PSOE se sustraen del debate en sí: ambos se lanzan contra el sillón vacío de Moreno y su discurso se asemeja más a un mitin de campaña que a una intervención en el Parlamento. Gavira y Férriz, que están en las antípodas ideológicas, coinciden en denunciar la “soberbia” de Moreno. La socialista incluso le advierte de que su ex jefa de filas, la ex presidenta Susana Díaz, ya cometió “el mismo error” al mirar para otro lado, cuando las mareas blancas salían a la calle. “La gente está muy harta. Han empujado a la gente a hacerse un seguro privado”, insiste la portavoz del PSOE.

La “gente” del PSOE

Los socialistas hablan de “la gente” y han apostado toda su estrategia de campaña a una sola carta: denunciar las grietas de la sanidad pública, el mismo socavón en el que cayeron 37 años de gobiernos socialistas de Andalucía. Acusan a Moreno de mala gestión, de tener 2.200 millones de euros de superávit y “no saber en qué gastarlo”, pero está por ver si el descontento sindical tiene la misma contestación social en la calle, si “la gente” lleva su indignación contra las colas y la falta de atención de Salud Responde a las calles, y si ese malestar es capitalizado en las elecciones por el PSOE. Está por ver.

Aguirre cierra el debate enseñando gráficas con la inversión en sanidad de los últimos años socialistas y los tres del Gobierno de Moreno. Cifras récord. Inversión récord. 30.000 sanitarios más, dice. “No metan miedo en la atención primaria. Todas las patologías crónicas están cubiertas, los centros de salud están abiertos. La demora media en consulta es de 4,2 días y por teléfono es de 6,3 días. De esta pandemia, la sanidad andaluza sale muy reforzada”, concluye.

Al pleno sanitario dio paso la intervención del consejero de Hacienda, Juan Bravo, llamado por la oposición para hablar del cierre presupuestario de 2021 y la prórroga para el 2022. Bravo dio una clase de economía liberal, santificando el equilibrio presupuestario y demonizando el déficit, la deuda pública y el exceso de gasto, que vincula con el “mal hacer” de los gobiernos socialistas. A todo esto el consejero lo llama “fiesta”. “Gastar lo que no se tiene, a costa de subirle los impuestos a los contribuyentes”, advierte. Sus rivales en la izquierda le sacan números publicados en la web de su consejería y del Ministerio de Hacienda: la Junta tiene millones de euros sin gastar y el presidente, “que no está hoy aquí”, no para de “pedir y pedir más dinero”. “¿Para qué? No sabe gestionar la cantidad que tiene”, le dice el socialista Antonio Ramírez de Arellano, ex titular de Hacienda.

Son casi las cinco y media de la tarde. El pleno extraordinario se ha prolongado tres horas y media. Se levanta la sesión y sus señorías empiezan a recoger. Todavía alguno se hace un último selfie con la silla vacía del presidente andaluz. Faltan unas horas para que empiece el mitin de Moreno y Mañueco en un hotel de Salamanca. Por la mañana, preguntado por el pleno, el presidente andaluz había advertido: “El objetivo de la oposición es el adelanto electoral en Andalucía. Y si siguen así, lo conseguirán”.

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