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Jóvenes, mujeres y extranjeros: los nuevos rostros de la exclusión residencial en Zaragoza

Casi 120 personas llegan a dormir en la calle en Zaragoza algunas noches del año

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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El sinhogarismo se está rejuveneciendo y feminizando en Zaragoza: crece el número de jóvenes y de mujeres que duermen en la calle y en establecimientos sociales por carecer de un techo, según revela el Plan Integral para las Personas sin Hogar en la capital aragonesa, impulsado por el Ayuntamiento y abierto ahora a aportaciones de entidades y agentes sociales con el objetivo de que pueda ser debatido en el Pleno el próximo 23 de julio.

La exclusión residencial, en cualquier caso, no solo incluye a quienes viven en la calle las 24 horas, aunque sí resulta su cara más visible. En realidad, engloba a quienes “pernoctan en albergues, residen en centros de acogida o pisos sociales temporales, o quienes viven en espacios sin condiciones de habitabilidad, como chabolas o infraviviendas”.

El informe cifra, con datos de 2016, en 932 las personas sin hogar que hay en Aragón, donde una media de 813 pernoctaron en alojamientos sociales como los albergues municipales, mientras otras 119 eran atendidas en la calle. El año pasado fueron más de 350 y unos 120, respectivamente, en la capital.

El 29 % de esas personas (270) eran mujeres frente a una media estatal del 20 %, al tiempo que la franja de edad de los 30 a los 64 años alcanzaba el 85 % por un 77 % estatal. Casi seis de cada diez (58 %) eran de origen extranjero, grupo cuyo peso se queda en el 46 % en el conjunto del Estado.

Los datos que maneja Cruz Roja sobre personas sin techo atendidas en la calle, cuya cifra pasó de 158 a 186 en dos años (2010-2012) antes de iniciar una caída a 140 (2014) y 126 (2016), indican que el 92,6 % de ellas son hombres y el 51 %, extranjeros; sitúan la edad media en 46,5 años, cifran en una horquilla de entre 42 y 52 años su esperanza de vida (la media zaragozana es de 83,35) y recogen que llevan, como promedio, 6,8 años en la calle. Principalmente, por falta de trabajo, rupturas afectivas y falta de ‘papeles’ en el caso de los migrantes.

‘Papeles’, delitos de odio y agresiones sexuales

El plan, en cuyos trabajos previos han participado más de un centenar de personas, llama la atención sobre el hecho de que hacía quince años, desde 2002, que el albergue municipal no tenía tantos usuarios jóvenes: alcanzaron un 17,7 %, más de uno de cada seis, tras avanzar diez puntos en un solo ejercicio, con lo que “se rompe una tendencia de constante envejecimiento que venía produciéndose desde 2003”.

Entre los jóvenes, llama la atención la presencia de MENAS (Menores Extranjeros No Acompañados), “más vulnerables a la crisis económica y a la falta de empleo” y a “barreras como los altos precios de alquiler, los prejuicios sobre las personas extranjeras y la escasez de recursos económicos”, factores a los “se suma, en ocasiones, problemáticas familiares y ausencia o escasez de otros vínculos relacionales informales”.

“El hecho de que cada vez más centros y servicios atiendan a mujeres refleja ‘cierta feminización de la exclusión”, apunta el estudio, que también anota, por otro lado, que ese dato “pueda también reflejar que comienza a ser atendida”. Esa atención, en cualquier caso, presenta “muchos déficits, como por ejemplo la adaptación de espacios a las mujeres, que van desde la garantía de seguridad hasta la adecuación, por ejemplo, de espacios para la higiene personal femenina”.

El sinhogarismo es especialmente cruel en el caso de las mujeres. Según el Observatorio Hatento, el 60 % de las que viven en la calle es víctima de delitos de odio, y el 14,8 % ha sufrido agresión sexual.

La crisis cambia el perfil de los ‘sin techo’

A estos cuadros particulares se les une otra situación que supone una de las principales preocupaciones en esta materia, como es la cronificación del sinhogarismo; especialmente, como consecuencia de una de las realidades económicas del país: quienes carecían de hogar cuando llegó la crisis “tienen muy difícil superar su situación, con los costes que ello supone de deterioro personal, físico y psíquico, de desmotivación y desarraigo”.

Por otro lado, la crisis económica ha cambiado el perfil de los ‘sin techo’ en la ciudad, grupo en el que cayeron “trabajadores pobres, desempleados, personas que han sufrido una ruptura familiar, familias en situación de pobreza severa, personas mayores víctimas de la pobreza energética, etcétera”.

El Plan Integral para las Personas sin Hogar de Zaragoza incluye cinco líneas de acción, 18 objetivos y 60 medidas entre las que se incluyen algunas preventivas como intervenir en los procesos de ejecución hipotecaria y desahucio, coordinar y ampliar el trabajo en red entre Ayuntamiento y entidades en la atención e intervención de personas sin hogar, adaptar o reformar equipamientos para facilitar el desarrollo personal, el refuerzo de la intimidad y la normalización de la convivencia, convertir la vivienda social en “un recurso real y accesible” o, también, aumentar la formación laboral y la empleabilidad de las personas sin hogar.

En esa batería de medidas destacan algunas como la reforma del albergue municipal, presupuestado y pendiente de licitación, la extensión del trabajo en la calle, la creación de una base de datos integral para favorecer la coordinación o la puesta en funcionamiento de una casa abierta para mujeres.

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