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Monrepós: doce años para completar 30 kilómetros y el doble del presupuesto inicial

Visita a las obras de Monrepós del entonces ministro de Fomento, Iñigo de la Serna (PP)

Miguel Barluenga

Huesca —

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430 millones de euros, incontables retrasos y dos décadas para (casi) terminar una obra que debería llevar años finalizada. La autovía que une Huesca y Jaca, la A-23, por el puerto de Monrepós, ha supuesto un continuo quebradero de cabeza para las administraciones. La puesta en marcha de un nuevo tramo, el túnel de Caldearenas, cierra un episodio agravado por el deslizamiento del firme que el pasado verano obligó a cerrar el paso a todos los vehículos durante una semana y a habilitar uno alternativo por el puerto de Santa Bárbara

Los 30 kilómetros entre las localidades de Nueno y Lanave, que ya se pueden atravesar sin accesos intermedios a la carretera N-330, han tardado en completarse 12 años. En 2007 arrancaron las primeras obras, cinco kilómetros entre Nueno y el Congosto del Isuela que no se inauguraron hasta 2014. Con 2.997 metros de longitud, el túnel de Caldearenas es el segundo más largo de Aragón tras el paso internacional de Somport, con 5,7 kilómetros en lado español y 2,8 en el francés

Viene acompañado de otros dos nuevos túneles: el de Escusaguas, de 395 metros, en el tramo entre Caldearenas y Lanave; y el del Arguis, de 920 metros y en el Congosto del Isuela. Ocho túneles y doce viaductos atraviesan ya el puerto de Monrepós, un trazado complejísimo para la elaboración de un proyecto viario de esta magnitud.

Además de estos ocho túneles que atraviesan este puerto de montaña, hay doce viaductos. El problema más grave, el deslizamiento de tierra del pasado año, se solucionó con el levantamiento de un viaducto de 70 metros de longitud que se abrió al tráfico en agosto y después de un denodado trabajo a contrarreloj. Esta actuación conllevó un extra de 14 millones de euros al presupuesto total. Ahora, el siguiente tramo en el que se cortará la cinta serán, tras el periodo electoral, los nueve kilómetros de Jaca a Santa Cilia de la A-21 y después el Santa Cilia-Puente La Reina, de 7,2 kilómetros

El fin último de este proyecto, el de unir Huesca, Jaca y Pamplona a través de la A-21 y la A-23, todavía tardará en completarse. En más de 40 kilómetros ni siquiera han comenzado los trabajos. Es lo que sucede en el tramo Lanave-Sabiñánigo, las variantes de Sabiñánigo y de Jaca y el tramo entre Puente La Reina y Fago. Desde esta semana y hasta el mes de abril, habrá afecciones al tráfico en el sentido Huesca del Caldearenas-Lanave para extender la nueva capa de rodadura. Con el túnel de Caldearenas, los conductores se ahorrarán 3,5 kilómetros en el sentido Jaca y 1,5 en el de Huesca. Y es que el nuevo túnel de Caldearenas, permite recortar más tiempo y recorrido al ir hacia Jaca.

En once tramos se dividió originalmente el trazado entre Huesca y Jaca, con una inversión inicial prevista de 200 millones que se ha terminado duplicando y tramos de gran complejidad técnica para sortear la orografía del terreno. En 2010, la crisis económica galopante obligó a congelar las obras hasta nueva orden. Algunos tramos tardaron cuatro años en reiniciarse y las exigencias técnicas han elevado los costes. Por ejemplo, los apenas tres kilómetros entre el congosto del Isuela y Arguis, supusieron una inversión de 60 millones de euros.

Álvarez-Cascos, ministro de Fomento del gobierno de Aznar, atendió las reivindicaciones que desde Huesca se lanzaron y que recogió el Consejo Económico y Social de Aragón. El eje Huesca-Jaca-Pamplona apareció en el Plan de Infraestructuras de Transporte (PIT) 2000-2007. Sin embargo, los retrasos y las paralizaciones han sido una constante. Ni en 2008 estaría todo en marcha ni en 2012, como se anunció sucesivamente, se concluyeron unas obras que se estima que acabarán en 2021.

El Ministerio de Fomento pretende concluir en un periodo similar las obras del tramo Siétamo-Huesca de la autovía A-22. Con un presupuesto de 46,77 millones de euros, y bloqueada desde hace una década, estará terminada en 2021. 12,8 kilómetros con los que se cerrará por completo la ruta entre la capital oscense y Lleida. El tráfico por la N-240, la carretera que hasta hace unos pocos años vertebraba varias de las principales localidades de la provincia, se verá aliviado y la conexión entre Pamplona, Jaca, Huesca y Lleida con la A-21 y la A-23, muy mejorada y adaptada a las necesidades reales de los usuarios.

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