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Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

La ínsula barataria

Susana Sumelzo Jordán

Diputada del PSOE por Zaragoza —

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El próximo viernes participo, con muchos más ciudadanos, en la II lectura de la Segunda Parte del Quijote en Pedrola. Una excelente iniciativa de este municipio, cuyo alcalde es mi amigo y compañero Felipe Ejido. La mayor parte de esta segunda parte de la obra más universal de la lengua castellana transcurre en tierras aragonesas. Y aunque nunca llegó a pisar Zaragoza, tal vez como represalia por el Quijote apócrifo que Avellaneda había publicado un año antes, las aventuras de Quijote y Sancho se desarrollan con especial protagonismo en Pedrola (donde posiblemente pasó una larga temporada Cervantes en el invierno de 1568) y Alcalá de Ebro, donde podríamos situar la célebre Ínsula Barataria.

Releyendo estos días algunos de estos fragmentos, compruebo la modernidad y la vigencia de esta gran novela. Y pienso que en política hay muchos Quijotes y también muchos Sanchos. Muchos aspirantes a gobernar ínsulas baratarias y también algunos que no temen ser derrotados por los molinos aunque piensen que se enfrentan a gigantes. Los hay pragmáticos como Sancho, los hay idealistas como Don Quijote. También hay algún que otro Ginés de Pasamonte, a los que tenemos que desterrar de la noble actividad política. Y quienes construyen Clavileños y auguran que su artificioso funcionamiento acabará con los encantamientos.

Iniciativas como la de este viernes en Pedrola me gustan mucho y me hacen reivindicar con más fuerza la política que se hace en muchos pueblos de nuestra provincia, dirigidos por alcaldes y concejales entusiastas, que vencen todas las dificultades y que, como en la novela de Cervantes, tienen que luchar contra gigantes y no perder ni un gramo de ilusión, a pesar de las dificultades. Son ellos los auténticos héroes de la política, los que cabalgan sobre rocinantes sin desfallecer, con el único objetivo de conseguir lo mejor para sus municipios.

Don Quijote nunca pisó Zaragoza, aunque se acercó mucho a ella. Pero, junto a Sancho, encontró entre Pedrola y Alcalá de Ebro ese ficticio reino de la Barataria. Un reino gobernado sensatamente por Sancho en el recodo de un meandro. Un reino imaginario que a mí me gusta pensar que existe de verdad en algún tramo del Ebro entre estas dos localidades zaragozanas. En Alcalá de Ebro una estatua recuerda a su ilustre gobernador, Sancho Panza. Está cerca del río, adyacente a una chopera que forma parte de los dominios del escudero de Don Quijote. Ahora que se cumplen 400 años, estaría bien que la huella que dejaron en nuestra provincia dos de los personajes más célebres de la Historia de la literatura sirviera para rendirles un homenaje permanente que atrajera visitantes y, además, difundiera todavía más la grandeza de la espléndida novela escrita por Miguel de Cervantes.

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