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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

La (mala) educación: la del show y la pantomima

Paloma Lafuente

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“El elemento más violento de la sociedad es la ignorancia”.

Tengo curiosidad por saber quiénes re-conocen a la autora de esta frase cuando la lean.

Compruebo cada día con más amargura cómo el Cuarto Poder educa a las actuales y nuevas generaciones. Veo poco la tele. Ya lo decía aquel, “encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”.

Lo sé, hoy ando algo entusiasmada en cuanto a frases célebres se refiere.

No descubro nada nuevo si escribo que la educación es la herramienta para conocer el mundo, para interpretarlo, para transformarlo. No descubro nada nuevo si digo que una sociedad con educación es una sociedad libre.

Nuestros padres y madres gritaban alto y claro, con el cuerpo molido de trabajar, que el “hijo(a) del obrero(a), a la Universidad”. Querían una vida mejor para sus hijas e hijos. Querían que tuviéramos toda la información, todo el conocimiento. Que supiéramos la historia para que no cayera en el olvido, que cultiváramos la mente para seguir construyendo historia. Entender, descubrir, debatir, reflexionar, compartir, convivir, aportar, sufrir, reír, crecer. Imaginar.

En mi casa casi no se veía la TV. Dos canales y blanco y negro. Y yo sí pude ir a la escuela. Una escuela que todavía consentía un sistema educativo impuesto por la Dictadura. Unos oídos limpios y las puertas de las neuronas abiertas de par en par. Unas manos ávidas de dibujar letras que formaran poemas y unos codos con callos de color violeta por devorar libros. Ansiaba aprender. Ansiaba conocer.

De más mayor te enfureces al ser consciente del olvido deliberado de mucha información a enterarme en aquellos libros de la EGB.

En Literatura nadie nos contó nada de las mujeres importantes y brillantes de la Generación del 27, y en Sociales tampoco había temas sobre momentos de la historia de este país cómo la II República Española o la verdadera información de la Guerra Civil.

En Ciencias Naturales sólo hablábamos de la reproducción humana cómo objeto principal de nuestra existencia en el mundo. Y, por supuesto, se daba religión en la escuela.

Aún me tocó el dar clases de costura. Imagino que mi madre guardará alguno de los pañitos a punto de cruz que hice.

Me hice mayor y, por fortuna, seguí estudiando. Y me di cuenta que me habían ocultado la mayor parte de la historia, que puedo ser enfermera, ingeniera aeronáutica, profesora de literatura o mecánica. Me cruce con profesoras y profesores que se saltaban la lección para enseñarme todo eso. Para lanzarme mensajes, que entonces no entendía, como ese de que el fin no justifica los medios. Grandes educadoras mis profesoras, grandes pedagogos mis profesores.

Veinticinco años después el Cuarto Poder sustituye todo eso. Los medios de comunicación pero, sobre todo la TV, es nuestra maestra de primaria y nuestro profe de secundaria.

Educa en valores de desigualdad, te indica que ser famoso y vender tu vida fabricada te hará poseer todas las riquezas.

Te obliga a consumir en domingo y te ofrece la jota como apoteosis de la cultura.

Ahora el Cuarto Poder está ansioso de nuevos conocimientos que trasmitir. En sus programas de entretenimiento (¡¡Pues claro!! También nos instruyen sobre el tipo de ocio a consumir), se invita a personas y personajes que aspiran a, nada más y nada menos, gobernar un país. Y cómo buen programa de entretenimiento hay que actuar y sobreactuar para quién los ve y escucha.

Evidentemente no les hacen preguntas sobre la práctica imposibilidad de que la hija del obrero vaya a la Universidad porque ya no se puede pagar las tasas y las matrículas. Ni aquella sobre qué quedo de aquello que en este país el acceso a la educación es pública y universal (gratuita no, que la hemos pagado previamente con nuestros impuestos, cómo la tele).

Y son líderes de audiencia, ergo marcan opinión política. La del show y la pantomima.

Así que no sé por qué me amargo tanto en intentar comprender por qué vivo en un país violento. De hombres que asesinan a mujeres, de curas que abusan sexualmente de niños y niñas, de maniobras militares con fuego real. En el que el cuarto poder oculta el incendio de 5.000 km de árboles y tierra en el país vecino de Indonesia. En el que se asesina a animales por placer o se maltrata a personas mayores en residencias clandestinas.

Con una sociedad educada, informada, reflexiva, culta, con memoria, con conocimiento, avanzada y con aptitud, la violencia se evitaría o se reduciría a meros casos esporádicos.

El elemento más violento de la sociedad es la ignorancia.

Siempre he sido una fiel seguidora y entusiasta de Emma Goldman.

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