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El feminismo zaragozano denuncia la sustitución de los puntos violeta: “Nos quieren borrar del mapa”

Espacio seguro del Ayuntamiento de Zaragoza.

Naiare Rodríguez Pérez

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“Yo no quiero una ciudad en la que a las mujeres no se nos tiene en cuenta, en la que se nos niega que exista violencia de género y en la que ahora, con estos espacios seguros unisex, no podamos sentirnos seguras ni para denunciar en el caso de que nos pase algo”. Estas son las declaraciones de Noelia Gómez, una joven zaragozana que ha acudido hasta la plaza del Pilar de Zaragoza para disfrutar de las fiestas del Pilar como cualquier persona de su edad. Y ya no de su edad, sino como cualquier mujer, desde niñas hasta mayores Sin embargo, este año afirman sentirse menos protegidas, escuchadas y entendidas que en anteriores ocasiones.

Esto se debe a la decisión del Ayuntamiento de Zaragoza, por parte del PP y Vox, de eliminar los puntos violeta para convertirlos en espacios seguros unisex, en los que atender otro tipo de sucesos como robos. En este sentido, la portavoz de la Asamblea 8M Zaragoza, Paz Blázquez, denuncia que “nos parece una manera de borrar la violencia sistemática que sufrimos las mujeres, sobre todo, en materia de agresiones sexuales y más en los contextos de las fiestas”. “Es una estrategia política para borrar el feminismo”, remarca.

Desde el movimiento feminista de la ciudad, la indignación a esta realidad ha sido inmediata. Para Blázquez, lo más grave no es solo el cambio de nombre o el color, sino todo lo que implica: “Posiblemente las mujeres agredidas no vayan a sentirse seguras en un punto unisex porque ahí te atienden igual si se ha peleado un tío con otro tío, si has bebido de más o si te han agredido sexualmente”.

La activista insiste en que los puntos violeta “nunca han negado la atención a los hombres”, ya que eran espacios centrados en la violencia machista, pero “siempre se ha atendido a todo el mundo por igual ante las agresiones”. “Decir que ahora es unisex es la excusa perfecta para invisibilizar el origen de las violencias”, afirma.

Del mismo modo, Blázquez añade que “los hombres siempre han podido tener acceso a la pedagogía que desarrollaban estos puntos sobre las diferentes violencias que se dan en espacios festivos, aprendiendo a identificarlas y conociendo los recursos disponibles para cada caso”. “De la misma manera, había hombres psicólogos y sexólogos atendiendo, enfocándose también, en casos de violencia hacia el colectivo LGTBIQ+”, indica.

Por su parte, desde la asociación de mujeres sobrevivientes de las violencias machistas Somos Más denuncian también esta medida, que supone “un grave retroceso en la lucha contra la violencia porque los Puntos Violeta no son un adorno ni un capricho”.

“Son recursos fundamentales que proporcionan atención especializada, generan confianza y visibilizan un compromiso institucional contra las agresiones machistas. Sustituirlos por espacios ambiguos está siendo una maniobra política que invisibiliza a las mujeres y debilita las políticas de igualdad”, manifiestan.

Punto violeta y arcoíris virtual como alternativa

Ante la desaparición del servicio con enfoque feminista, la Asamblea 8M ha habilitado un punto violeta y arcoíris virtual a través de Instagram, donde las mujeres pueden contactar de forma anónima con psicólogas y voluntarias.

“Queremos que sepan que no están solas. Si el Ayuntamiento no ofrece un espacio seguro con perspectiva de género, lo crearemos nosotras”, explica Blázquez.

Los pasos que debe seguir una persona que necesite ser atendida son escribir un mensaje directo a través de las redes sociales, donde habrá expertas y voluntarias “haciendo guardia” y “atentas a los chats para poder responder lo más rápido posible”.

Después de iniciar el primer contacto, se adaptará el canal de comunicación a las necesidades de la víctima y así poder escucharla y “hacerle ver que no está sola y que la acompañamos”.

De hecho, tal y como confirma Silvia M., de 24 años, “esto es súper necesario” porque, además de que “ya no tienes la misma confianza que antes en estos lugares”, confiesa que cuando ha pasado cerca de uno lo ha visto cerrado.

Al respecto, reconoce que “no se ha informado bien de los horarios”, pero “resulta un poco chocante que un viernes, a las nueve de la noche, no esté abierto todavía porque las agresiones te pueden pasar a cualquier hora”.

Respecto a esto, su amiga Carmen reconoce que, aunque “es normal” que no estén disponibles todo el día, “choca un poco que, si te pasa algo a las nueve en las foodtrucks tengas que ponerte a buscar cuál está abierto o esperar”. “No lo sé, quizás una solución sería analizar mejor cuándo deberían estar abiertos y cuándo hay más gente en cada lugar. O también se podría informar mucho más de los horarios, ponerlos por fuera de cada carpa…”, apunta.

Un debate político y simbólico

La sustitución de los puntos violeta fue aprobada en el pleno municipal a finales de septiembre, en una decisión que el PP tomó a petición de Vox. Desde el consistorio, se defiende que los nuevos espacios amplían su función, atendiendo “todo tipo de cuestiones que afecten a la seguridad”, desde agresiones hasta consumo de drogas o conflictos entre jóvenes.

La alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, defiende el cambio con optimismo: “Están funcionando fenomenal”. Según ella, los espacios seguros pueden atender “todo tipo de cuestiones” que afecten a la ciudadanía y “tanto mujeres como adolescentes se están acercando”.

Los ocho espacios seguros se ubican en la plaza del Pilar, el recinto ferial, el Espacio Zity, la Estación del Norte, el Jardín de Invierno, la Fiesta Viral Light de adolescentes, el Popyrock en plaza de Merino y los foodtrucks del parque de San Pablo.

Sobre las críticas, la alcaldesa sostiene que “lo importante no son los nombres, sino el servicio y los resultados” y considera “extraño” que una víctima pueda coincidir con su agresor en estos espacios. “Los agresores no van a un punto seguro”, subraya.

“La noche y las calles también son nuestras”

Mientras tanto, desde la Asamblea 8M, insisten en que no es un “simple cambio de etiqueta”, sino que los Puntos Violeta fueron fruto de años de lucha, formación y sensibilización en materia de igualdad. Por lo tanto, su desaparición, tal y como destacan, no solo afecta a la atención práctica, sino al mensaje simbólico que lanza la ciudad y que tiene que ver con que “la violencia machista vuelve a ser una cuestión secundaria”.

“No es solo un cambio de nombre. Si conceptualizamos mal, politizamos peor. Si en estos espacios atienden los casos sin tener en cuenta la perspectiva de género y la estructura patriarcal, no son el espacio seguro que prometen ser, pues no van a desarrollar su servicio con profesionalidad”, admiten desde la Asamblea.

Más allá de la pancarta o del cartel, lo que reconocen que está en juego es la mirada de la ciudadanía. Sin embargo, pese a no estar de acuerdo con esta decisión, las mujeres de Zaragoza reivindican que “la noche y las calles también son nuestras” y que “nos tenemos a nosotras, como abrazo y como escucha”.

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