Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Extremadura decide si el órdago de Guardiola la hace más dependiente de Vox
Me hice socia de Revuelta hace un año y esto es lo que pasó con mi dinero
OPINIÓN | 'Los últimos suspiros de la Unión Europea', por Enric González

De Teruel al lejano Oeste: la historia colectiva de la emigración aragonesa que rescata un documental

Herrería en la localidad de Rupert, en el estado de Idaho, en el año 1911, en esa fecha ya había llegado el emigrante de Jabaloyas, y pionero en la Sierra de Albarracín

Naiare Rodríguez Pérez

Teruel —

0

Salir andando del pueblo, recorrer 35 kilómetros hasta Teruel y, desde ahí, emprender un viaje de semanas hacia un continente desconocido. Así comenzaba, a principios del siglo XX, la aventura migratoria de decenas de vecinos de Jabaloyas, un pequeño municipio de la Sierra de Albarracín.

La historia de todos ellos ha estado marcada por el hambre, la miseria y la esperanza y, aunque ha permanecido durante décadas en silencio, ahora vuelve a tomar forma gracias al documental 'Cómo conquistamos el Oeste y adónde nos llevó', dirigido por Elsa Tercero, y al trabajo de memoria impulsado por el descendiente Fermín Yagües Ferrer.

“Soy nieto de Pedro Yagües Domingo, que emigró a Estados Unidos en 1913”, relata sobre su familia, que forma parte de un fenómeno migratorio mucho mayor en el que también estuvieron involucrados muchos de sus tíos. El pionero fue Donato Sánchez Martínez, hermano de su abuela María, que salió el 3 de marzo de 1907 desde Liverpool rumbo a Idaho, donde trabajó como pastor. Dos años después le siguió su hermano Joaquín y, a partir de ahí, comenzó “un rosario de emigrantes del pueblo”.

“Estaban pasando muchas penas, mucha miseria en aquella época. En Jabaloyas tenían muy pocos recursos”, explica Fermín, quien sostiene que, cuando Donato regresó en 1913 para visitar a su esposa y a su familia, convenció a Pedro Yagües para acompañarle de vuelta a Estados Unidos. Es entonces cuando dejó atrás a su mujer y a sus tres hijos, siendo el menor el padre de Fermín, que apenas tenía un año en ese momento y no volvería a ver a su padre hasta doce años después.

Desde entonces, Fermín ha logrado documentar hasta 140 personas emigradas desde Jabaloyas y pueblos cercanos como Arroyo Frío, Alobras o Valdecuenca. Todas ellas forman parte de ‘Memorias de ida y vuelta. La senda de los ausentes’, el libro que publicó en junio y que ha servido también de base para el documental aragonés.

“Cuando olvidas a una persona es cuando realmente fallece”, afirma, por lo que decidió emprender una investigación que le ha llevado siete años. Su objetivo, tal y como comparte, fue “homenajear a esas personas que lo dieron todo por nosotros”.

El precio humano del llamado “sueño americano”

El documental y el libro desmontan cualquier visión idealizada de esa emigración. “Parece que todos los que fueron allí ya se hicieron ricos y tal. No, no es el caso”, subraya Fermín. De hecho, aunque reconoce que “algunos prosperaron”, la mayoría trabajó como pastores, herreros o mineros y “pagaron un precio altísimo”.

Las minas de cobre de Bingham Canyon, en Utah, fueron uno de los destinos más duros. “Muchos morían por silicosis. Algunos lo hacían allí y otros, al venir para aquí, lo hacían al poco tiempo”, explica, por lo que la falta de seguridad y las condiciones convertían el salario en “una moneda envenenada”.

Antes incluso de llegar, el viaje ya era un “infierno”. “Eran casi 23 o 25 días en las bodegas de un barco”, recuerda Fermín, además de compartir que, quienes lograban embarcar desde puertos del norte de Europa reducían la travesía, pero no el sufrimiento. “Era un infierno exagerado vencer ese viaje”, agrega.

Una memoria que vuelve desde el otro lado del océano

El proyecto cinematográfico nace precisamente de esa necesidad de rescatar lo que estaba a punto de desaparecer. Elsa Tercero, directora del documental, explica que la idea original surgió a partir de una investigación académica sobre la emigración turolense entre 1900 y 1930 que le compartieron Roberto Roldán.

“Nos fascinó toda la historia porque son unas historias que no se conocen y son muy desconocidas para la provincia de Teruel”, afirma sobre este documental producido por Jorge Bautista bajo el sello Prolight Servicios Audiovisuales.

La obra, rodada en distintos puntos de Aragón, México y Estados Unidos, cuenta con la colaboración de Aragón Televisión, el respaldo institucional del Gobierno de Aragón y la Diputación de Teruel, y el apoyo del Fondo de Inversión para Teruel (FITE).

Desde el inicio, el equipo tuvo claro que la película debía construirse desde dentro. “Los protagonistas tenían que ser los descendientes porque son los que cuentan la historia y los que al final hacen que te empatices mucho más”, sostiene Tercero, por lo que no hay narradores externos, sino que son las voces heredadas las que reconstruyen el pasado.

El documental revela, además, una paradoja inesperada. “Nos pareció supercurioso que la parte de descendientes de Estados Unidos tienen una conexión con Teruel y España, sin haberlo conocido”, señala la directora, al mismo tiempo que remarca que “al otro lado del océano, Teruel se conoce mucho más estas historias que en el propio mismo Teruel”.

Migración, identidad y presente

Aunque anclada en el pasado, el documental dialoga con debates actuales. “Está muy conectado porque siempre va a seguir pasando”, reflexiona Tercero, quien destaca que, de hecho, “ahora mismo los pastores en los pueblos son la gente inmigrante”. 

El documental también rehúye de la idealización del Oeste. “Hemos conocido historias superduras”, explica su directora, desde quienes regresaron para encontrarse con la Guerra Civil hasta quienes nunca pudieron volver.

Para Fermín, el legado de aquellos emigrantes sigue presente en el Aragón actual. “Ellos fueron partícipes de este progreso”, afirma. Al regresar, muchos invirtieron, reconstruyeron casas o reactivaron la economía local, por lo que “no se les puede olvidar”.

Asimismo, ese reconocimiento tomó forma física el pasado 28 de junio, con la inauguración en Jabaloyas de una escultura de bronce en homenaje a los 140 emigrantes que demostraba que esta historia no debe olvidarse. “Si tú dejas constancia de ello”, concluye Fermín, “es la manera de dejar que la historia no se apague”.

Etiquetas
stats