La Guarguera exige dignidad: “Somos pocos, pero también somos Aragón”
El acceso a Internet apenas permite una videollamada. Las luces se apagan con frecuencia. La cobertura de móvil es una ruleta rusa. Y lo más grave, aseguran, es el silencio: “Dos no se comunican si uno no quiere. En nuestro caso, las diferentes administraciones, al parecer, no quieren”. Con esa claridad, la asociación Guarguera Viva ha vuelto a colocar sobre la mesa una denuncia colectiva que en realidad es una pregunta: “¿Qué más debe hacer una comunidad para que su existencia no sea ignorada?”.
Defiende así el valle del Guarga, conocido como la Guarguera y ubicado en el corazón del Prepirineo aragonés. Con una densidad de apenas 0,2 habitantes por kilómetro cuadrado, se trata de uno de los lugares más despoblados de Aragón y Europa. La Asociación Guarguera Viva, formada por vecinos y neorrurales asentados allí en los últimos tiempos, lleva años luchando por condiciones dignas de vida y se centra en mejorar infraestructuras y servicios básicos.
El pasado 21 de mayo, representantes de la asociación comparecieron en la Comisión de Comparecencias Ciudadanas y Derechos Humanos de las Cortes de Aragón para exponer, una vez más, el estado de abandono del valle del Guarga. Se trata del territorio menos poblado de la comunidad autónoma aragonesa, y para sus habitantes este hecho no debería implicar resignación, sino prioridad. “Es curioso que somos el valle menos poblado de Aragón y eso se debería traducir en el valle donde más esfuerzos se concentran para la lucha contra la despoblación”, señalan.
Durante su intervención en la sede parlamentaria, los portavoces de la asociación –Pedro Marín y el presidente, Francisco Santolaria– reiteraron lo que vienen reclamando desde hace más de una década: carreteras dignas, servicios mínimos y, sobre todo, voluntad política para escuchar. “Nos alabaron, nos animaron a seguir, a volver a dirigirnos a las diferentes administraciones, a confiar en los mecanismos de transparencia...”, relatan.
Su paisaje, modelado por la ganadería ovina y transformado por repoblaciones forestales y despoblación, está lleno de ruinas y aldeas revividas, como Artosilla, Ibort y Aineto, gracias a iniciativas como la Asociación Artiborain, fundada en 1986. Esta última logró reabrir el colegio público Valle del Guarga en Aineto en 1987 para dar educación a más de 70 niños y niñas, un símbolo de continuidad generacional.
Desde 2018, Guarguera Viva ha dirigido más de 500 escritos a distintas administraciones: Gobierno de Aragón, Diputación Provincial de Huesca, Ayuntamiento de Sabiñánigo, Confederación Hidrográfica del Ebro, Ministerio de Transición Ecológica… En la mayoría de los casos, la respuesta ha sido el silencio. Y cuando ha llegado alguna contestación, ha servido de poco: promesas que no se cumplen, reuniones que nunca se celebran o compromisos sin fecha.
A principios de mes recibieron con alivio la adjudicación por parte de la Diputación de Huesca de la obra que unirá la carretera A-1604 con el núcleo de Bara, pasando por Nocito para unir los valles del Guarga y de Nocito. La actuación ha sido ganada por Hormigones Grañén con un presupuesto en torno al millón de euros, y el plazo de ejecución es de seis meses. Supera los 24 kilómetros y sirve también de acceso a los núcleos de San Esteban de Guarga, Lasaosa, San Úrbez, Bentué de Nocito, Used y diversos despoblados, todos ellos pertenecientes a los términos municipales de Sabiñánigo y Nueno.
La carretera A–1604, de 52 kilómetros, es el eje vertebrador del valle y conecta las comarcas de Alto Gállego y Sobrarbe. Su estado, con baches y tramos peligrosos, dificulta la vida diaria. En 2020, Guarguera Viva celebró el acondicionamiento de 13 kilómetros, desde Belarra a Artosilla, tras una reunión con el entonces director general de Carreteras, Bizén Fuster. Sin embargo, más de 20 kilómetros continúan en mal estado y la asociación reclama la continuación de las obras y un plan de mantenimiento, sin éxito hasta el momento.
Hasta el momento, la ausencia casi total de respuestas ha llevado a la asociación a presentar hasta seis reclamaciones ante el Consejo de Transparencia de Aragón que se suman a otras anteriores. Pero ni siquiera ahí encuentran amparo. “El Consejo tampoco nos contesta en muchas ocasiones ni pone en marcha los procedimientos. No se cumplen plazos y no se resuelve. En nuestro caso, desde hace años”, añaden Marín y Santolaria.
Esto genera, según Guarguera Viva, una “impunidad” institucional: al no funcionar el organismo encargado de garantizar el cumplimiento de la ley de transparencia, las administraciones públicas se sienten cómodas en el “silencio”. El resultado, dicen, es “el abandono en el que nos encontramos”.
Uno de los mensajes más repetidos en sus escritos y comparecencias es la diferencia entre el discurso oficial sobre la despoblación y la experiencia real en el territorio. “Se habla mucho de despoblación, pero aquí no podemos ni comunicarnos”, denuncia. “Las carreteras están como están, la telefonía e Internet son un desastre, los fallos en el suministro eléctrico van en aumento, los servicios son menos que precarios”.
La intervención en las Cortes fue la segunda de la asociación en este foro desde 2018. En aquella ocasión, lograron que se arreglaran 13 kilómetros de la A-1604, la carretera que vertebra el valle. Pero nada más. Por eso, esta segunda comparecencia era, de algún modo, un punto de inflexión. El presidente de la Comisión tuvo incluso que intervenir para llamar al orden a algunos diputados de los principales partidos, enfrascados en disputas partidistas que eclipsaban la gravedad de lo expuesto por la asociación. Aun así, Guarguera Viva no se rinde: “Lo más curioso es que no paramos. El que nos traten así no hace que nos entren ganas de tirar la toalla. Al contrario”.
El ejecutivo autonómico recuerda que la mejora de 2018 se fraguó a iniciativa del Partido Popular y que, “desde luego, se escucha y se tiende la mano a Guarguera Viva en todo aquello” que sea de jurisdicción regional. La asociación no busca grandes inversiones, sino soluciones prácticas y económicas.
Una de sus principales peticiones sigue siendo que el presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, visite el valle. En una carta enviada el pasado 13 de julio, la junta directiva de la asociación le recordaba que como máximo responsable del Ejecutivo autonómico tiene la obligación de “coordinar a sus consejerías y solucionar esta situación de abandono”. El escrito, registrado oficialmente, solicita información concreta sobre las actuaciones previstas, así como el acceso electrónico a los expedientes que se deriven.
En un documento de 2019 entregado al Comisionado para la lucha contra la Despoblación, Javier Allué, propusieron medidas pioneras como el mantenimiento de la A–1604, mejora de telecomunicaciones y la creación de empleo.
A menos de dos años para las próximas elecciones, el balance que hacen en Guarguera Viva es rotundo: “La situación es peor que en 2023. Seguimos con los mismos problemas de accesos y comunicaciones agravados por el tiempo transcurrido. Somos pocos, pero también somos Aragón”, reivindican.
Tras enviar cartas, comparecer en las Cortes, hablar con todos los grupos parlamentarios, presentar reclamaciones, organizar marchas, publicar sus denuncias en su web y redes sociales, la pregunta con la que cierran su última nota pública suena desesperada y cansada, pero también irónica y firme: “¿Empezamos de nuevo? ¿Hablamos, nos contestáis y estudiamos cómo conseguir, de la forma más barata posible, lo que necesitamos?”.
Y una frase resume toda su lucha: “Seguimos esperando. Si no cogemos el teléfono, volved a intentarlo. Se ha podido ir la luz, no tenemos cobertura, está la carretera cortada...”.
0