María Dolores Ruesta: una oscense exiliada y republicana que murió “con la única lástima de no poder votar el domingo”
“María Dolores Ruesta Estaún falleció el 7 de noviembre de 2019 en Madrid, tranquila y serenamente, con la única lástima de no poder votar el domingo. Sus familiares y amigos de España y Venezuela, su país de acogida en el exilio, ruegan que se brinde con una copa de vino en su honor”. La esquela publicada en la edición de 'El País' del viernes 8 de noviembre despidió a una oscense de 86 años con un mensaje que caló y recorrió redes sociales durante un fin de semana marcado por las elecciones generales.
Su historia ya la había rastreado durante décadas el periodista, escritor y promotor cultural oscense Víctor Pardo, especializado en el periodo comprendido entre la II República, la Guerra Civil y el Franquismo. Y ayuda a responder a la pregunta: ¿Quién fue María Dolores Ruesta? Nacida en la capital oscense en 1933, se definió siempre como “mujer de izquierdas y republicana”. Tercera hija del matrimonio formado por el doctor Santiago Ruesta Marco (Zaragoza, 1899-Caracas, 1960) y Dolores Estaún Llanas, Lolín (Huesca, 1908-Caracas, 1994), María Dolores obtuvo la licenciatura de Filosofía en la Universidad Central de Caracas tras haber recibido clases del filósofo navarro, también exiliado, Juan David García Bacca, que la consideraba “alumna ejemplar y predilecta”.
En Venezuela se casó con José Ramón Bustelo, primo de Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno entre 1981 y 1982. Lo conoció en España, en uno de sus frecuentes viajes pagados por su padre para que conociesen en la medida de lo posible su país de origen. Pronto adquirió una marcada conciencia política en un contexto difícil: la policía secreta de Franco, la Brigada Político-Social, la acusó de ser una espía para Venezuela a su regreso a casa.
Una de las primeras licenciadas -y primeras divorciadas- en España, María Dolores accedió al mercado laboral tarde, más allá de la cincuentena, y no faltaba a ninguna cita electoral. De ahí el epitafio consensuado por hermanos, hijos y nietos. En su memoria tuvo lugar el pasado 8 de noviembre una sencilla ceremonia civil en el tanatorio de La Paz en Tres Cantos (Madrid). Allí se encontraba también la científica Margarita Salas, fallecida un día antes.
Sus padres, Santiago Ruesta y Lolín Estaún, hermana de José Estaún Llanas, alcalde franquista de Huesca entre diciembre de 1936 y enero de 1938, y amiga de Concha Monrás, mujer de Ramón Acín, y de Fermina Atarés, madre de Antonio y Carlos Saura, contrajeron matrimonio en la iglesia de san Vicente Mártir en Huesca en junio de 1929. Ruesta, médico higienista e inspector provincial de Sanidad en Huesca desde 1927, era un hombre de profundas convicciones democráticas y arraigo republicano, aunque nunca llegó a militar en ningún partido político a pesar de que el propio Manuel Azaña le ofreció el carné de Izquierda Republicana.
El matrimonio tuvo cinco hijos altoaragoneses: además de María Dolores, María Esperanza (Huesca, 1930-Ginebra, 2018), Francisco Javier (Huesca, 1932-Caracas, 2007), María Pilar (Huesca, 1935) y Víctor (Ansó, 1937). Los hermanos Ruesta Estaún se dieron cita por última vez en Huesca a finales de mayo de 2007 para depositar en sus escenarios de infancia las cenizas de Francisco Javier, arquitecto por la Universidad Central de Venezuela que hizo compatibles sus estudios con la práctica deportiva y fue un gran futbolista que llegó a formar parte de la selección nacional venezolana en los primeros años 50 del pasado siglo.
Un brindis por la Tercera República
Santiago Ruesta se licenció en Medicina por la Universidad de Zaragoza en 1922, doctorándose en Madrid en 1924. Tras obtener distintos destinos, realizar cursos en varios países europeos, dar conferencias y publicar estudios de enorme relieve en materia de prevención e higiene, fue nombrado Inspector General de Sanidad Interior con el gobierno republicano. En 1937, de viaje oficial en París, tomó la decisión de no regresar a España y emprender el camino del exilio, recalando en Venezuela. Lolín y sus hijos no pudieron reunirse con él, tras múltiples problemas y vicisitudes complejas, hasta finales de 1939.
Ruesta ejerció las máximas responsabilidades en materia sanitaria en su país de acogida, llegando a ser nombrado asesor del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, además de participar en la creación de la Organización Mundial de la Salud como español, nacionalidad a la que nunca renunció aunque delegado por el país que le había dado cobijo. Murió de un infarto el 31 de octubre de 1960 en Caracas.
“En nuestra casa en Caracas -explicaban María Esperanza y María Dolores en distintas conversaciones que mantuvieron con Víctor Pardo a lo largo de los años- se celebraba el 10 de agosto, San Lorenzo, y el día del Pilar, cumpleaños y santo de nuestra hermana. La casa se llenaba de todos los amigos exiliados también el día de Santiago, cumpleaños de nuestro padre. El 14 de abril era celebrado en familia con un brindis por la Tercera República. ”Mis antepasados -decía a sus hijos el doctor Ruesta en el momento de brindar- estuvieron en la primera república, yo en la segunda, espero que vosotros estéis en la tercera y definitiva“, concluía esperanzado”.