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Otro Sijena para el Museo de Lleida: el obispado de Barbastro-Monzón le reclama 111 obras de sus parroquias

Una de las 111 obras que se reclaman

Miguel Barluenga

Huesca —

Un nuevo Sijena asoma en el horizonte. También se origina en la provincia de Huesca y, de manera análoga, el litigio que se acaba de poner en marcha afecta al Museo de Lleida. El obispado de Barbastro-Monzón ha presentado en el Juzgado de Primera Instancia de Barbastro una demanda para reclamar por la vía civil la devolución de los 111 objetos de arte histórico-religioso de las parroquias de la diócesis que se encuentran a poco más de 60 kilómetros de distancia. Son los denominados “bienes de la Franja”. Se abre un proceso contra el consorcio del museo, que es el que se opone a la devolución de los bienes. La duda es por cuántos años se prolongará en el tiempo y si, como Sijena, será un ir y venir de sentencias y recursos.

La demanda llega 13 años después de que los tribunales de la Santa Sede sentenciaran en firme a favor de las parroquias altoaragonesas, algo que el Obispado de Lleida desoyó. En ella figura este obispado, “a pesar de su buena voluntad, porque es quien los tiene en depósito”, según explica el responsable de la Oficina de Comunicación de la Iglesia en Aragón, José María Albalad. En octubre del año pasado se llevó a cabo un acto de conciliación en el Juzgado de Primera Instancia número 3 de Lleida en el que el obispado de Lleida ratificó que los 111 bienes de la demanda son propiedad de la diócesis aragonesa, pero que no puede devolverlos porque el patronato que rige el consorcio del Museo, y del que forma parte el propio obispado, no le permite su extracción.

De esta manera se pretende poner fin al litigio que se inició en 1995 con la modificación de los límites de las diócesis de Lérida y de Barbastro, denominada a partir de entonces de Barbastro-Monzón, lo que supuso un cambio en la situación patrimonial de los bienes artísticos que habían sido trasladados desde diferentes parroquias hasta el Museo Diocesano de Lleida para su estudio y difusión. De acuerdo con el decreto “Illerdensis-Barbastransis de finium mutatione”, fechado el 15 de junio de 1995, el patrimonio de las parroquias aragonesas transferidas de la diócesis de Lleida a la de Barbastro-Monzón debía retornar a las parroquias propietarias.

“La propiedad no se discute”

Así se iniciaba un largo proceso eclesiástico y al margen de las vías civiles en el que, en diferentes instancias -la última fue el decreto definitivo del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica el 23 de abril de 2007- se estableció en resolución firme que las 111 piezas que se reclaman estaban en el obispado de Lleida a título de depósito y no de propiedad, y se obligaba la devolución al obispado de Barbastro-Monzón. En este sentido, el abogado del obispado de Barbastro-Monzón, Joaquín Guerrero, señala que “la propiedad no se discute y que la acción reivindicatoria busca el retorno de los bienes a su propietario”.

Durante estos 22 años, “la pretensión de la diócesis de Barbastro-Monzón siempre ha sido mantener y construir unas buenas relaciones de vecindad, mucho más entre diócesis hermanas, de comunidades vecinas. La decisión de interponer una demanda civil llega ante las reiteradas negativas de las diversas instancias a la petición de que permitan cumplir lo ordenado por la sentencia definitiva del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica”, se apunta desde la diócesis altoaragonesa.

La diócesis de Barbastro-Monzón sigue con la voluntad de “tender puentes de colaboración en proyectos culturales, artísticos, religiosos y económicos con Aragón y, también, con la comunidad hermana de Catalunya”. El obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, confía en que la demanda civil sea “el paso definitivo” y espera que “más que conseguir una sentencia a favor, se consiga que las sentencias existentes se cumplan”.

El Gobierno, “a su disposición”

El Gobierno de Aragón ha tratado de que el obispado de Barbastro-Monzón le cediera los poderes para litigar por estas obras, como ha sucedido con Sijena, pero desde el obispado han preferido no hacerlo. Mayte Pérez, consejera de Educación, Cultura y Deporte del Ejecutivo autonómico, asegura que se presentarán “como coadyuvantes en el proceso, ya que no somos los propietarios de esos bienes. Vamos a estar acompañando al obispado en cuantas cuestiones considere que requiere de nosotros. Ellos han optado por recurrir a la vía civil, pero saben que estamos a su disposición”.

Hace 23 años, las 43 parroquias que aglutina este proceso regresaron a Aragón pero no así los bienes que, un siglo atrás, se habían depositado en Lleida por orden del obispado y por diversos motivos como su conservación o la mera exposición. Por su parte, el consorcio está conformado por la propia diócesis y también por la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento y la Diputación de Lleida. El pleito se acogió en un primer momento a la jurisdicción eclesiástica puesto que se trataba de una cuestión entre diócesis y los acuerdos de España con la Santa Sede otorgan una validez absoluta a este tipo de sentencias.

La primera, en 1998, dictada por la Congregación de los Obispos, y ratificada por el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica cuatro años más tarde, ya daba la razón a la parte aragonesa. La catalana recurrió ante el Tribunal de la Rota, sin éxito, y el obispado de Lleida argumentó que para que se produjera la devolución se necesitaba que la Generalitat autorizase a extraerla de lo que definió como “patrimonio catalán indivisible”. En 2015, el Tribunal Supremo concluyó que los “bienes de la Franja” son aragoneses y han de volver si son reclamados por sus legítimos propietarios.

Ahora, y tras las negativas del Museo de Lleida en una situación con la que es inevitable pensar en Sijena, se abre el capítulo civil y cabe pensar en recursos y en que Barbastro-Monzón reclame la ejecución provisional de la sentencia si resulta favorable a sus intereses. Entre las 111 piezas se encuentran bienes de arte sacro declarados Monumento Histórico Artístico Nacional: el retablo de San Antón del siglo XV de Monzón y una colección de textiles de los siglos XVI y XVII de Roda de Isábena.

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