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“Necesitamos todas las fuentes de energía disponibles, pero sin contaminar en los procesos de transformación”

María Jesús Lázaro

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

La doctora en Ciencias Químicas, María Jesús Lázaro (Zaragoza, 1967) recibirá este 23 de abril la Medalla de Oro de las Cortes de Aragón 2018 a las mujeres científicas, junto a otras cinco investigadoras. Lázaro, la primera mujer en ocupar el cargo de delegada en Aragón del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dirige el grupo de Conversión de Combustible, que ahora mismo trata de abaratar el coste de las pilas combustibles.

Enhorabuena, ¿qué pensó cuando le comunicaron el premio?

Me quedé en shock, era algo que no esperaba. Después, me pareció una noticia muy bonita, tanto el premio a las mujeres científicas aragonesas como que me hayan elegido como una de sus representantes.

Usted ha sido la primera mujer en ocupar el cargo de delegada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Aragón. Como investigadora, ¿en qué se ha centrado?

Empecé mi investigación en el año 90, en el Instituto de Carboquímica, para realizar mi tesis doctoral. Desde entonces, las líneas han ido evolucionando: yo empecé a trabajar en la conversión limpia del carbón mineral; trabajé con los carbones de la cuenca de Teruel. Después de mi tesis doctoral, realicé una estancia post doctoral en el departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Londres, donde me especialicé en caracterización de productos derivados de los procesos de conversión del carbón. Posteriormente, fui cuatro años directora del Instituto de Carboquímica y, últimamente, he desarrollado varias líneas, todas relacionadas con energía y medio ambiente, sobre procesos de conversión y limpieza de gases. Desde 2014, dirijo un grupo reconocido por el Gobierno de Aragón que se llama “Conversión de combustibles”. En ese grupo, empecé una línea, que es el desarrollo de electrocatalizadores para pilas de combustible, electrolizadores para pilas regenerativas... todo esto, relacionado con la economía del hidrógeno. Por tanto, hemos evolucionado ya mucho. Nuestro reto ahora es desarrollar catalizadores libres de metales nobles, como el platino, para este tipo de tecnologías, para las pilas de combustible. Se trata de reducir su precio, de conseguir que las pilas de combustible se comercialicen con metales más baratos o incluso sin ningún metal, que es otra línea novedosa que estamos desarrollando: solo con materiales de carbono como grafenos, nanofibras y otros materiales compuestos de estos. Nuestra finalidad es desarrollar un catalizador mucho más barato y mucho más estable y durable, sin problemas de envejecimiento.

¿Qué cambios supondrían este tipo de pilas de combustibles para los usuarios?

Una pila de combustible es diferente a lo que en la calle solemos llamar “pilas”, que son en realidad baterías. La pila de combustible es un elemento de conversión: es la conversión en electricidad de un combustible; normalmente el hidrógeno, pero puede ser metanol o alcohol. ¿Qué supone para el usuario? La ventaja es que, si aplicamos estas tecnologías en los coches, no contaminan. Aunque es un coche mucho más silencioso, realmente el usuario no va a percibir mucha diferencia: simplemente es un coche que contamina menos, algo que cada vez es más importante. Hay dos tipos de contaminación: la de fuentes estacionarias, que es más fácil de eliminar porque los contaminantes están en gran proporción, por ejemplo, en una central térmica; y las móviles, donde reducir los contaminantes es más complicado. Eso es lo que hacen las pilas de combustible. Este tipo de pilas de combustibles también son muy importantes en algunas instalaciones, por ejemplo, una isla donde se instalan paneles solares o eólicos y producimos mucha electricidad. Ahí, podemos utilizar también el proceso inverso: utilizar la electricidad para producir hidrógeno a través del agua con electrolizadores de conversión en agua. De ese modo, podríamos utilizar la energía solar y eólica cuando hay excedentes para producir hidrógeno. Y cuando necesitemos ese hidrógeno, producimos electricidad con ese hidrógeno. Ya hay una aplicación en unas bodegas en Viñas del Vero; es un proceso muy prometedor. ¿Qué falta? La producción masiva de estas pilas de combustible permitiría abaratar los precios, pero cuando un componente es muy, muy caro, aunque produzcas masivamente, el proceso no se va a abaratar. Por eso, tenemos que eliminar el platino de las pilas de combustible, de los catalizadores.

¿Qué opina sobre si deberíamos seguir apostando por el carbón?

Mi opinión es que necesitamos todas las fuentes de energía disponibles: carbón, petróleo, gas natural, nuclear, eólica, solar, otras renovables... ¿Cómo hay que hacer las cosas? Con una transformación de la energía de forma limpia, no contaminando en los procesos. ¿Cómo? Pues quitando ese producto al contaminante o, una vez que se ha utilizado el producto, limpiando el contaminante. Es en lo que hemos estado trabajando nosotros siempre, en energía y medioambiente, tanto en fuentes estacionarias como en fuentes móviles.

¿Reciben apoyo suficiente para todas estas investigaciones?

En nuestro grupo, siempre hemos tenido bastante financiación; nunca hemos tenido problemas porque nuestras investigaciones son siempre prioritarias, entran en las estrategias nacionales y europeas. Buscamos financiación de todo tipo: regional, nacional y europea. Siempre podría haber más, pero siempre hemos conseguido captar fondos.

La química no es un área científica tan masculinazada como otras, ¿cree que el hecho de ser mujer le ha afectado de alguna manera?

A mí, no. He trabajado, sobre todo, en tecnología química, que es un área con menos mujeres. He ido a reuniones de proyectos europeos en las que yo era la única mujer, pero no he sufrido ningún perjuicio. Tampoco ningún beneficio. Lo cierto es que estos días comentamos que las seis investigadoras que recogemos la Medalla de Oro de las Cotes somos las que menos problemas hemos tenido para avanzar, para conseguir un proyecto. Quizá esta pregunta habría que hacérsela a otras personas. Yo particularmente no he tenido ningún problema.

Con todo, en el espacio público, la presencia de mujeres investigadoras todavía es menor que la de hombres, ¿por qué piensa que sigue ocurriendo esto?

Sí, los datos revelan que tanto la presencia de mujeres en la carrera investigadora como en las posiciones de más alto nivel tanto en las Universidades y en los centros de investigación todavía es muy escasa. Los datos son reveladoras. En el CSIC, que creo que es la institución donde la presencia de mujeres es más alta, estamos en un 25 %. A pesar de que se han desarrollado muchas medidas tanto en el CSIC como en las Universidades, no han sido suficientes. Es necesario poner en marcha medidas más eficaces para intentar que las cifras mejoren. Y también es necesario animar a las mujeres a que se presenten a concursos de promoción y a cargos directivos y a que los acepten cuando se les ofrecen. Las mujeres tendemos a decir que no a oportunidades que los hombres aceptarían. Entonces, habría que desarrollar formación que anime a las mujeres. La medalla, el reconocimiento de las Cortes a las mujeres científicas, tiene que servir también como ejemplo de personas que hemos conseguido llegar a puestos directivos o de investigación. Somos relevantes para dar ejemplo a las jóvenes investigadoras.

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