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Sobre este blog

Pregunta: ¿Por qué autoentrevistas?

Respuesta: Porque al fin y al cabo todas las columnas de opinión son respuestas a unas preguntas que se han borrado.

P: Hable por usted, no por los demás.

R: Bueno, no sé si todas. Las mías sí. Cuando tengo que escribir una columna me hago preguntas, las contesto y luego borro la parte del entrevistador.

P: Y aquí ha decidido dejarla.

R: Sí, para darle voz a mi otro yo.

P: ¿Y no es un poco esquizofrénico eso de hacerse preguntas, contestarlas y llevarse la contraria?

R: Un poco, pero es la única manera que tengo de saber lo que pienso sobre las cosas. Y además no siempre estoy de acuerdo con mis opiniones.

Entrevista a Antonio Orejudo sobre la dimisión del rey

Antonio Orejudo

Hace un año por estas fechas usted le escribió a Juan Carlos de Borbón una carta en la que le pedía que renunciara al tuteo y a su cargo. ¿Recibió respuesta?carta

Nada, ni un acuse de recibo. Ni una carta airada al director por parte de un monárquico. Ni una miserable sugerencia de censura tipo El Jueves por parte de la Casa Real. Nada. Por no hacer, el rey no hizo ni ademán de tratar de usted a los ciudadanos; ha seguido erre que erre, tuteándonos hasta el final.

¿Qué sintió usted el lunes pasado cuando se enteró de la abdicación?

Prefiero llamarla dimisión, si no le importa. La igualdad que tanto reclamamos comienza por las palabras. Que el rey abdique la corona en parece la hostia. Que dimita nos da su verdadera dimensión. ¿Qué sentí cuando dimitió? Rencor. A las diez de la mañana del lunes pasado la autoentrevista que publico aquí todos los lunes ya estaba caducada. Su Majestad podía haber dimitido al día siguiente o a la hora de la merienda. Toda la mañana del domingo contestando preguntas para nada.

¿No le guarda cariño al rey?

El sentimiento más parecido a lo que usted llama cariño es la melancolía. Lo explicaba muy bien Rosa Montero: a los que nos vamos haciendo mayores la dimisión de ministros y reyes nos recuerda que el tiempo pasa. Sentí lo mismo cuando vi por la tele la de Suárez: un poco de melancolía. Y mire que tenía ganas de que se fuera...

¿Ni un ápice de agradecimiento por su contribución a la democracia, por haber sacrificado los poderes que heredó de Franco, como se ha dicho hasta la náusea el biperiodismo? biperiodismo

Yo no llamaría a eso sacrificio, sino inversión: convertirse en Franco II habría sido una estrategia empresarial equivocada. Renunciar al poder heredado de Franco no iba en contra de sus intereses. Más bien todo lo contrario, como se ha podido demostrar en estos casi 40 años.

¿Usted no piensa como otros escritores de su generación que el rey paró el golpe?

Casi nadie sabe a ciencia cierta qué paso aquella noche. Pero supongamos por un momento que la versión oficial es cierta, y que el rey paró el golpe. ¿Y qué? ¿No era esa era su obligación? No convirtamos en un héroe a quien, en el mejor de los casos, simplemente cumplió con su obligación. Estamos tan acostumbrados a que los intereses personales vayan por delante de cualquier otra obligación que cuando alguien hace lo que tiene que hacer parece de otro mundo.

Es normal que en un país donde los ciudadanos se quedan en casa como conejos asustados mientras por la tele dan un golpe de Estado se considere al rey un superhéroe.

Tiene razón. Entonces no había Twitter. Lo que sí había en cambio era un miedo que hoy es desconocido: miedo a los militares, miedo a la guerra civil. Yo entonces tenía 17 años, y me avergüenzo de no haber ido a Neptuno.

¿Piensa usted que debe celebrarse un referéndum sobre el modelo de Estado?

Sí. Y no sólo sobre el modelo de Estado.

¿Debe celebrarse ahora?

De eso no estoy seguro. Unas veces pienso que si no se hace ahora no se hará nunca. Pero otras veces creo que entre todas las reformas que hay que hacer, el modelo de Estado no es la más importante.

¿No cree que el modelo de Estado configura todo lo demás?

Miro a Italia y no veo mucha diferencia entre el funcionamiento político de nuestra monarquía y la república italiana. El poder del presidente es parecido al de nuestro rey. La diferencia es que en un caso se elige y en el otro se hereda.

¿Le parece poco?

Me parece mucho. Aún así, me parece más urgente —o, si se quiere, más efectivo, con más incidencia en la vida de los ciudadanos— limitar el poder de la banca, denunciar el Concordato, desvincular el poder judicial del poder político o alentar un debate público sobre la escuela privada, el verdadero origen de la desigualdad. El modelo de Estado, siendo como es un asunto importante, me parece más simbólico que real, más folklórico que político. Por eso, a veces me pregunto si un referéndum sobre el modelo de Estado no sería empezar la casa por el tejado, un derroche de energía política.

O un revulsivo que sirviera para ponerlo todo patas arriba, y empezar de cero.

Eso sería en caso de que triunfara la opción republicana. ¿Y si no triunfa? ¿Y si a la gente le entra el canguelo de última hora, o la melancolía, y decide que no, que no quiere líos, que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer? A las manifestaciones republicanas de estos días han ido sobre todo las élites urbanas. Y no de todas las ciudades. Yo, que vivo en la periferia de la periferia, sé lo que me digo. No estoy nada seguro, pese al optimismo republicano de estos días, de que si dentro de tres meses se celebrara un referéndum, saliera victoriosa la opción republicana. ¿Y en ese caso qué pasaría? Le voy a decir qué pasaría: que se desinflaría todo; el debate sobre la monarquía quedaría cerrado durante un siglo, eso por supuesto. Pero es que también perdería fuelle la exigencia de regeneración del sistema. ¿No sería mejor ir paso a paso, afanarse en conseguir un frente regeneracionista de izquierdas con un único punto en un único programa electoral: la reforma amplia de la Constitución? Quiero votar el modelo de Estado, pero no sólo el modelo Estado. Hay más cosas sobre las que debemos pronunciarnos; y alguna de ellas nos afecta mucho más.

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Pregunta: ¿Por qué autoentrevistas?

Respuesta: Porque al fin y al cabo todas las columnas de opinión son respuestas a unas preguntas que se han borrado.

P: Hable por usted, no por los demás.

R: Bueno, no sé si todas. Las mías sí. Cuando tengo que escribir una columna me hago preguntas, las contesto y luego borro la parte del entrevistador.

P: Y aquí ha decidido dejarla.

R: Sí, para darle voz a mi otro yo.

P: ¿Y no es un poco esquizofrénico eso de hacerse preguntas, contestarlas y llevarse la contraria?

R: Un poco, pero es la única manera que tengo de saber lo que pienso sobre las cosas. Y además no siempre estoy de acuerdo con mis opiniones.

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