Poca bola han dado los medios de comunicación, de uno a otro confín, a un sucedido que a este Ojo le ha parecido, y le sigue pareciendo, de gran importancia: el apoyo, nítido y cerrado, sin margen para el error, de veteranos y notables socialistas, ministros relevantes de Felipe González o de Rodríguez Zapatero, al presidente del Gobierno y candidato socialista, Pedro Sánchez. Se ha producido, además, justo en el momento más oportuno: al inicio de la campaña del 23J. Y es importante, muy importante, al menos por dos razones de peso que les detallamos.
La primera, obviamente, por lo que representa de unidad en el seno del socialismo. Un PSOE que en demasiadas ocasiones ha vivido marcado por las divisiones internas, ha logrado, y en circunstancias bien adversas, cerrar esas absurdas prevenciones y jugarse el prestigio para salir en apoyo del candidato de su partido. ¿Lógico? Pues no lo parecía, que por ahí andan Felipe González o Alfonso Guerra en otras labores, permitan que ahorre calificativos, y bien que les bailan el agua los medios, repito aquí de nuevo, de uno a otro confín.
Los firmantes, vean su ficha, asustan por su peso político, avalados, también, por una gestión pública bien reconocida. Cerradas aquellas heridas de hace años, la nomenclatura del PSOE más votado por los españoles –fueron gobiernos de mayoría absoluta socialista- se ha arremolinado en torno a Sánchez, asustados, como usted y como yo, ante la invasión de los bárbaros que se nos viene encima si dejamos que nos venza el desánimo o la dejadez. La mayoría tiene una edad más que respetable, lo que añade solera al brindis. Maravall tiene 81 años; Borrell, 76; Almunia, 74; Solchaga, 79; De la Quadra-Salcedo, 77; Javier Moscoso, 88; Matilde Fernández, 73; Ángeles Amador, 73. Sumen los altos cargos andaluces, madrileños, extremeños, asturianos o riojanos, por ejemplo, y tendrán un cuadro general de gran formato, representativo de las distintas sensibilidades del PSOE y de reconocida categoría, en abierto apoyo a ese demonio llamado sanchismo. Todos ellos, se supone que algunos apoyados en un recio bastón, se han levantado de su cómodo sillón para gritar alto y claro que hay que votar izquierda, que hay que votar esperanza, que hay que votar futuro, siguiendo la línea marcada con tanto brío por este Zapatero desmelenado.
No convendría, por aquello de la inoportunidad, quejarse ahora amargamente por lo tardío del apoyo. Déjenlo estar y quédense con el peso específico del paquetón, que no es cosa baladí tal acúmulo de firmas de renombre. La contundente salida al espacio público de personas que representan, ostentosamente, al llamado PSOE de verdad -¿alguien puede dudar del pedigrí de tanto prócer?- va a hacer imposible, o eso esperamos, las maniobras de los paniaguados y rencorosos vivales otrora socialistas que querrían situarse en la línea de salida de la derecha, que lo mismo en el sorteo final podía caerles alguna sinecura si consumaran su victoria. El PSOE, el de hoy, el de ayer y el de anteayer quiere que gane la izquierda y apuestan por apoyar a Sánchez para frenar la invasión de los suevos, vándalos y alanos. Aleluya, aleluya, bienvenidos sean en este mes de julio del año en curso los retenes de socorro. Para salvar al soldado Ryan.
Y dicho esto, ¿servirá este apoyo para que esos votos, cercanos al millón, que dicen las encuestas que se han pasado del PSOE al PP, vuelvan a casa? Muchos de los firmantes, y ustedes lo recuerdan, no votaron a favor de Sánchez en el 2017, allá en el pleistoceno. Pero son conscientes de lo que nos jugamos. Deberían entender esos desencantados, no se sabe muy bien de qué, que tal y como contaba Sánchez a este diario, en las elecciones del 23-J “no está en juego la alternancia, sino la democracia”. Nunca, como ahora, han estado tan claras la diferencias entre unos y otros. Observen, con detenimiento, cómo prospera la barbarie de Vox allá por donde pisan. Vuelvan, vuelvan a su hogar, aunque no estemos en Navidad, hagan el favor. Y si acaso prefieren Sumar, no se corten. Izquierda. Hay que votar izquierda.
Decíamos que había dos razones fundamentales para la celebración y el jolgorio ante los manifiestos. La segunda es que se trata de una respuesta personal, pero también orgánica, de toda una organización que conserva una notable carga de honestidad ante la indecencia de Núñez Feijóo de llamar a los barones socialistas para que traicionen a su líder. Y se supone que a sus ideas, que la pretensión de ganarse el favor de algún socialista para aliarse con Vox tiene lo suyo. Pies en pared a la maniobra, que como bien le ha dicho Fernández Vara al líder del PP, pasmado y harto ante el sucio espectáculo guardiolesco, no queremos a Vox, amamos a Vox, “basta ya de indecencias”.
Todavía estos manifiestos –qué bien redactados, por cierto- le sugieren otra digresión narrativa al Ojo. Veamos. ¿Qué tal si los pesos pesados de Podemos, hoy todavía en el Gobierno, hicieran una maniobra de apoyo similar a su candidata oficial, Yolanda Díaz? No me digan que no les gustaría ver un documento, similar al de los ilustres socialistas, pero a favor de la vicepresidenta, su líder natural, firmado por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Irene Montero, Pablo Echenique, e incluso la dicharachera PAM, por poner ejemplos variados. Un escrito que dijera algo parecido a esto: “Se trata de saber si la mayoría quiere una España que progrese y avance hacia más bienestar para toda la sociedad, una España que contribuya a superar la crisis climática que amenaza nuestro planeta, una España, en suma, que respete las diferencias reales que se dan en su seno sin dejar a nadie atrás, o, por el contrario, quiere retroceder hacia políticas y formas de hacer política que fueron superadas en España y en Europa hace décadas”. (Párrafo del manifiesto de los veteranos).
¿No les parece que sería altamente valorado por la ciudadanía de izquierdas tal signo de solidaridad, de lucha por las ideas, de limpieza de intenciones antes que de limpieza de sangre? No parece mucho pedir que los nombres fuertes de una organización que se añadió públicamente a Sumar, con la boca pequeñísima, es cierto, entierre los rencores y eche el resto para lograr que ganen los que creíamos suyos. No queda mucho tiempo y su presencia pública sería importante, o eso suponemos, para el votante de esa izquierda muy izquierda que aún no sabe si quedarse en casa, ellos lo han querido, dirán muy dignos, o aportar un voto para evitar el desastre. ¿Fue un error prescindir de Irene Montero y por extensión del equipo A de Podemos? Quizá. Pero ahora hay lo que hay. No lo olviden. Añadamos a este párrafo de peticiones del oyente un ruego para Gabriel Rufián: ¿Por qué no te callas? Muere el representante de Esquerra por un tuit pretendidamente gracioso, alguna boutade viral, y se pierde en su propio laberinto. Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio, reza un sabio proverbio hindú.
Y un minuto para los otros. Dice Feijóo que se puede pactar con Vox porque es un partido que respeta la Constitución. Atentos. Propuestas de la formación de Abascal en su programa para el 23-J: derogar la ley del aborto, la de eutanasia , la de memoria histórica, la regularización de las pensiones, la reforma laboral, amén de suprimir las policías autonómicas, Ertzaintza y los Mossos, y vaciar de competencias las autonomías, entre otras muchas promesas igual de constitucionales. Feijóo, por si acaso, ya les ha dado hasta la camisa, y no es menor regalo el del blanqueo democrático. Son sus socios, sus amigos, sus colegas. No se traguen las diferencias. No den el menor valor a la broma de Murcia. Irán cogidos de la mano, son un horror y nos llevarán a la locura y a la insidia del franquismo.
Adenda. No puede el Ojo comentar el debate porque tiene que entregar este artículo con antelación. Ya lo harán aquí gentes más respetables. Sólo señalar que se han cumplido los peores augurios. Feijóo ha logrado boicotear el resto de debates, muestra obscena de su respeto a los ciudadanos y a la democracia. Son expertos en ocultar sus fechorías. Dar la cara, someterse al escrutinio público no es lo suyo. ¡Qué feo desplante, rechazar los debates públicos!
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