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Sobre este blog

El verano de 2020 lo pasamos juntos, el coronavirus y yo. Son las vacaciones del misterio tras la mascarilla; de la sorpresa por las normas que evolucionan según el día, el pueblo o la hora; de la incertidumbre por si la calma tensa estalla y nos pilla lejos de casa. ¡Viviendo al límite! Un estío largo y lento, como los de antes.

Verano 2020. Manual de uso

Si cree usted que llevar cubierta una parte de la cara con mascarilla le concede el don de la invisibilidad, está usted muy equivocado: deje de mirar fijamente a los ojos a los extraños

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1) Si dispone de tiempo libre, aprenda a hacer cosas en casa. En este mismo libro encontrará cómo fabricar gel hidroalcohólico paso a paso. A diferencia de otros manuales, no recomendamos el uso de orujo blanco como sustituto del alcohol en caso de desabastecimiento.

2) Si le cuesta respirar con la mascarilla, se le empañan las gafas o detecta sudoración excesiva, deje de quejarse como si fuera la única persona en el mundo que la lleva. Millones de personas están en su misma situación y hágase a la idea de que esto va para largo. Conténtese pensando que en el invierno le servirá para abrigarse la cara a falta de bufanda.

3) Si disfruta de una tumbona en la que relajarse, un balcón con vistas o unas horas de viaje, motívese para el invierno con las lecturas adecuadas. Aquí le recomendamos algunas: el imprescindible manual de referencia Zombi. Guía de supervivencia, de Max Brooks, o la desoladora novela postapocalíptica de Cormac McCarthy La carretera. Ambas son opciones reconfortantes.

4) Si ha sido usted afectado por un ERTE, un despido o una bajada del volumen de su negocio y no ha podido permitirse un viaje de vacaciones este año por motivos económicos, no diga a sus amistades que ha sido por miedo a contagiarse. Hágase un favor a usted mismo y a los demás y no contribuya al pánico general.

5) Si es usted de los que se manchan las comisuras de los labios al comer, lleve servilletas de casa cuando vaya a tomar algo a una terraza. Las autoridades sanitarias no han advertido de ello y se cierne un silencio informativo sobre el tema, pero de todas las restricciones sanitarias, la ausencia de servilletas en los bares es quizá una de las más flagelantes.

6) Si le gusta dar el codo como método alternativo al saludo tradicional, pregúntese si la otra persona se siente ridícula al hacerlo. O, mejor aún, pregúnteselo directamente a ella y así evitará que sus amistades se cambien de acera o hagan como que no le han visto la próxima vez que los encuentre.

7) Si cree usted que llevar cubierta una parte de la cara con mascarilla le concede el don de la invisibilidad, está usted muy equivocado: deje de mirar fijamente a los ojos a los extraños. Cómprese unos prismáticos y espíe a sus vecinos desde el otro lado del visillo, como se ha hecho toda la vida.

8) Si ante la escucha de una canción estupenda siente usted un impulso irrefrenable de echarse a bailar, no lo haga. Esta incidencia se soluciona pidiendo a su acompañante que le ate los pies a la silla, presionando fuertemente las manos contra las orejas (cuidado con crear una sensación de vacío) o intentando sacar una raíz cuadrada en una servilleta (ojo, es probable que no haya, mire el punto número 5 de este manual). Bailar en público es un posible acto de transmisión de coronavirus. Si ninguna de estas soluciones resuelve su conflicto, cásese en la Comunidad Valenciana y pida al DJ que pinche esa arrebatadora canción en el baile de los novios, único momento en el que está permitido.

9) Si es usted poeta y le gusta hacer lecturas en público pero no ha conseguido nunca reunir más de 10 aficionados a sus versos, plantéese la opción de hacer un recital en un local para 20 personas con el aforo limitado al 50% y obtendrá un éxito sin precedentes.

10) Si tiene usted más de diez amigos, empiece a perderlos: son demasiados. Considere la opción de convertirse en una persona solitaria y melancólica (además, sería recomendable pero no obligatorio vestir de negro y escuchar música triste). Al coronavirus le gusta el jolgorio, el festivaleo, las multitudes y la exaltación de la amistad por medio de abrazos y besos. Las personas siniestras son prácticamente inmunes pero sufren mucho por motivos bien diferentes. Además, pasan mucho calor en verano debido al color de su ropa. Obre en consecuencia.

Visite esta página web para próximas actualizaciones de nuestros manuales de uso durante la pandemia: Amor viral, Sobrepeso en el confinamiento de 2021, Instrucciones avanzadas para comportarse en una comida con miembros de varias unidades familiares y Secretos del cambio de neumáticos en el coche durante el coronavirus.

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El verano de 2020 lo pasamos juntos, el coronavirus y yo. Son las vacaciones del misterio tras la mascarilla; de la sorpresa por las normas que evolucionan según el día, el pueblo o la hora; de la incertidumbre por si la calma tensa estalla y nos pilla lejos de casa. ¡Viviendo al límite! Un estío largo y lento, como los de antes.

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