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Por Pablo Terrón: Director de Fisioterapia de la Universidad Francisco de Vitoria, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón

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El tendón es un tejido bifásico compuesto de colágeno y matriz viscoelástica. La función de los tendones es insertar el músculo en el hueso o en la fascia y transmitirles la fuerza de contracción para producir un movimiento.

El tendón de Aquiles se caracteriza por su puesta en tensión, a través de la locomoción vigorosa hasta una elevada proporción de su fuerza de tracción, dando un factor de seguridad bajo, frente otros tendones como los tendones de los flexores profundos de los dedos, que se ponen en tensión hasta un nivel mucho más bajo y tienen un factor de seguridad mucho más elevado.

Dos factores influyen en la cantidad de tensión impuesta sobre un tendón durante su actividad: por una parte, la intensidad de la contracción del músculo y, por otra, el tamaño del tendón en relación con el tamaño del músculo.

Este tendón como la mayoría de los tendones, tiene un ritmo metabólico muy bajo, muy poco riego sanguíneo, lo que implica retraso en la curación y un prolongado periodo de rehabilitación.

El tendón de Aquiles no tiene una vaina sinovial verdadera, pero está rodeado por un paratendón (tejido areolar graso que separa el tendón de su vaina). El dolor inicial de la tendinitis del tendón de Aquiles está producido por afectación del paratendón más que del propio tendón. El dolor es más intenso cuando el paciente se levanta por la mañana y suele mejorar con la deambulación continuada, ya que el tendón se desplaza con más libertad dentro del paratendón. De forma similar el dolor aumenta al iniciar el ejercicio y suele mejorar al progresar éste. El tendón de Aquiles es doloroso cuando se comprime entre los dedos.

Si se ignora el dolor y se continúa corriendo, la inflamación se propaga al tendón, que puede sufrir degeneración mucoide y fibrosis. En este caso el dolor en el tendón es constante y empeora con los movimientos.

LESIONES DEL TENDÓN DE AQUILES

Las lesiones del tendón de Aquiles forman parte de las más frecuentes entre los deportistas en general, y de los que practican la carrera de fondo en particular. Pueden llegar a constituir la quinta parte de todas las lesiones que presentan estos deportistas, e incluso se les considera, por diferentes autores, como las lesiones por sobrecarga más frecuentes en el deporte. La tendinitis de Aquiles es un tratamiento usual de la extremidad inferior; aproximadamente el 11% de todas las lesiones producidas en una carrera pueden atribuirse a ella. Esta es también una lesión por sobreuso. Durante una carrera de 15 minutos a ritmo de 4’20“ el kilómetro supone impactar con el suelo aproximadamente unas 2.500 veces; si a esto añadimos que el valor de cada impacto del pie sobre el suelo es entre 2 y 5 veces el peso de nuestro cuerpo (McKenzie y cols., 1985; Subotnick, 1985), no es de extrañar las lesiones del tendón de Aquiles por falta de acondicionamiento. Existe un concepto clínico sobradamente conocido, la tendinitis, que hace referencia a la inflamación de un tendón, pero las lesiones del tendón pueden clasificarse de una forma más concreta.

Formas Especiales:

Miotendinitis: dolor en los músculos gemelos, se debe a una tendinitis de la inserción entre el tendón y el músculo. Se debe tratar con reposo, estiramientos suaves, masaje, ultrasonidos, y uso de taloneras de descarga. Cura en 1-2 meses.

Tendinosis: producido por microrupturas en el mismo tendón, más o menos a la altura de donde llega el contrafuerte de la zapatilla. Frecuente en corredores veteranos. Se trata de forma similar a la miotendinitis, curando en 1-2 meses.

Tenoperiostitis: microrupturas en la inserción del tendón con el calcáneo, más abajo que la lesión anterior. Tratamiento similar a los dos anteriores procesos, cura también en 1-2 meses.

Peritendinitis: inflamación de las estructuras que rodean el tendón, hay hinchazón y calor local. Se debe aplicar hielo, cambiar de zapatillas, y emplear los tratamientos anteriores. Curación en 7-30 días.

TENDINITIS VS. TENDINOSIS

La barrera de la lesión la establece el término de tendinitis frente a tendinosis. La tendinitis supone un proceso inflamatorio de las distintas estructuras del tendón: bien sea en las estructuras que rodean al tendón, Peritendinitis, bien en la zona de inserción, Tenoperiostitis, o bien en la zona de inserción músculo-tendón, miotendinitis. Cuando establecemos el término de tendinosis nos referimos a una degeneración del tendón, por lo que el mismo puede presentar microrupturas siendo este un factor que agrava en una gran medida la lesión y dificulta sucuración. De ahí que éste proceso se presente en la mayoría de los casos en el corredor veterano.

Se habla de tendinosis cuando existe una reorganización anárquica del material de colágeno del tendón, éste debe presentarse en un tendón sano concatenado facilitando la proyección de fuerzas de forma lineal a través de todo el tendón, en el caso de tendinosis el material de colágeno no está estructurado linealmente provocando lagunas vacías de colágeno que son puntos susceptibles de ruptura o lesión.

Hay que tener en cuenta que el tendón no progresa en su desarrollo a partir de los 20 años de edad, de ahí que un porcentaje elevado de las lesiones serias ocurran superada la barrera de los 30 años. Tenemos que tener en cuenta que muchos de los corredores de larga distancia llegan a esta disciplina deportiva superando la edad de los 30 años, y su preparación física se adapta casi en exclusividad a la preparación física muscular exigida por la carrera, sin incluir en el entrenamiento el apartado específico de propiocepción o entrenamiento específico de los tendones, aumentando así el riesgo de padecer lesiones por sobrecarga tendinosa.

Entrenar un tendón no tiene sentido si se analiza de forma individualizada, pero sí podemos realizar entrenamientos específicos de las zonas de origen e inserción muscular, incidiendo de esta forma sobre la constitución del tendón. Si recordáis, en el artículo relacionado con la preparación física (publicado en el mes de febrero con el título de “refuerza tus mecanismos”) ya hablamos de los ejercicios de refuerzo muscular en posición de elongación, al trabajar un músculo en elongación logramos reforzar las zonas más proximales y distales de éste, (zonas de origen e inserción muscular). En los programas de entrenamiento no debe menospreciarse el entrenamiento específico de las zonas tendinosas involucradas en al actividad deportiva, incluir medidas de entrenamiento en este sentido es realmente sencillo.

En la segunda parte analizaremos las causas principales de la tendinitis así como las posibilidades terapéuticas del mismo.

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