El Tenerife recupera el brío y hace bueno el cambio de sistema
La activación como el principio de todo. El Tenerife estuvo primero —siendo lo de estar no perder atención a los detalles y jugar un partido brioso, a campo abierto o bien abrochado cuando el Racing Ferrol trató de someterlo tras el descanso— y luego atendió al plan de Cervera retratado en la renuncia a un delantero y la elección de un 4-2-3-1 que maximiza el valor de Nacho Gil como el diez que es.
La consecuencia es este golpe de autoridad en A Malata, una victoria solvente, incómodo a ratos el recorrido, que debería devolver la tranquilidad a un lado y otro de la trinchera, conviniendo el valor de los grises para entender que lo pasado y lo que queda fue —y será— un camino de altibajos, ni tan buenos unas veces ni tan malos otras.
Así esta versión del CD Tenerife más cercana a su verdadero potencial, un equipo que en la aplicación debida —y con respuestas efectivas en la pegada— raramente se encontrará esta temporada a un rival capaz de superarlo en el resultado. Marcando primero y manteniendo el orden luego obliga al que tenga enfrente a encontrar las respuestas que a Cervera sí le da el once y el fondo de armario que maneja.
Lo de este sábado va de arrancar enseñando el colmillo para desplegar después las virtudes de la propuesta del técnico, un equipo juntito para defender, haciendo suyos los duelos y anticipando las marcas para impedir las descargas o para que los ataques le durasen lo mínimo al Racing. Luego el despliegue para armar una vuelta en ventaja o una segunda jugada desde la salida en largo.
Y el corolario: las caídas de Baldé, los desdobles de David para jugar con un lateral profundo y en el otro flanco, las asociaciones de Dani Fernández y César. Y en todas las situaciones la referencia permanente de Nacho Gil redivivo como el futbolista que apuntó diez años atrás, un tipo que te da un partido entero con una velocidad más mientras se la cae el talento para encontrar la pared o el pase filtrado adecuado o un balón parado con sentido.
Y el 0-1, un ejercicio de fútbol vertical gestado desde la simplicidad. Una pelota de sesenta metros de José León —hoy el central a un nivel casi perfecto, puede que llamado a la titularidad inmediata— que coge a Migue Leal —amenazado por este Baldé que en diez minutos de arranque ya le había conducido a la duda—, reculando y mal orientado, obligado a cortarla de aquella manera para dejar el balón muerto, listo para que lo hiciera suyo Nacho Gil.
Desenfrenado, olió la sangre y se fue directo al área a por el gol, un tiro antes al palo largo rebotado en Edgar Pujol y luego, recogiendo el rechace, el remate definitivo a la corta, con rebote en el poste y adentro. Para entendernos con el pasado reciente, el cuarto tanto del curso de Gil le asemeja al Roberto López indispensable para Garitano. Con un matiz: este Nacho Gil le supera en velocidad, en variedad de soluciones y en ambición, puede que esto lo definitivo para entender sus prestaciones en el Tenerife 25-26.
A la eficiencia de los blanquiazules en este primer acto para recuperar el orden y la solvencia en todas las fases del juego respondió el grupo de Pablo López sin descomponerse. Se agarró al partido en lo que llegaba la pausa —y volvían a avisar Baldé con un tiro blando desde la frontal y Gallego con otro lejano más incisivo— y cayó al área para obligar a portero y defensas a sobre exigirse. Sin más, le lució mejor la vuelta tras el descanso.
Con media defensa nueva y el Tenerife abrigándose más cerca de Dani, el Racing se entregó a un ejercicio de voluntarismo que le dio el balón, pero no la pegada, al cabo solo un remate con pólvora de Álvaro Giménez bien respondido por el meta. Entre tanto pasaba la ola, Cervera cambió a los extremos cumplido un cuarto de hora, pero fuera del orden natural, Alassan a pierna cambiada y Noel por la derecha, un flanco en el que se pierde entra las dudas y no le surge un desborde.
Con otro sexto consumido, luego de comerse Gallego una contra limpia que acabó metiendo en fuera de juego a Alassan y Nacho Gil, llegó la segunda aparición de Ulloa tras su magro debut copero. Veinte minutos para descubrir a los que no lo siguieron a la orden de Mazinho en el filial al recambio más cercano a Aitor Sanz que tiene el Tenerife.
Un seis este Ulloa que puede hacer también de ocho que ocupa campo, corta, se la guarda, no la pierde y la acaba jugando. Que se va arriba con el desparpajo de los noveles y termina una jugada de área con una volea desde la frontal, rasa y ajustada al palo del portero, premiada con el 0-2 final. Una recompensa inesperada a su puesta de largo en la Liga y, por encima de eso, al regreso a su normalidad de un equipo que será mejor en tanto más lo dejemos vivir.
(0) Racing Ferrol: Miquel Parera; Migue Leal (Mardones, min. 46), Chema Rodríguez (Saúl García, min. 46), Pujol, Álvaro Ramón; Sergio Tejera (Aitor Gelardo, min. 59), Gorostidi; David Concha (Azael García, min. 66), Jairo (Escobar, min. 83), Pascu; y Álvaro Giménez.
(2) CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, León, David (Zoilo, min. 83); Aitor Sanz, Juanjo (Ulloa, min. 76); Dani Fernández (Noel López, min. 59), Nacho Gil, Baldé (Alassan, min. 59); y Enric Gallego (De Miguel, min. 76).
Goles: 0-1, min. 30: Nacho Gil. 0-2, min. 90+1: Ulloa.
Árbitro: Álvaro Rodríguez Recio (comité madrileño). Amonestó a Chema Rodríguez (min. 26), Mardones (53) y Sergio Tejera (53); y a los visitantes Juanjo (11) y David Rodríguez (72).
Incidencias: Partido de la décima jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Estadio A Malata, ante unos 6.500 spectadores, de los que cerca de 150 eran del CD Tenerife.
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