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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Sobre la memoria

Una mujer, desde un balcón, con una pancarta: 'Somos el grito de las que ya no tienen voz'. | OLMO CALVO

Susana Ruiz

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Me gustaría hacer hoy un ejercicio de memoria. Siempre es conveniente mirar hacia atrás para poder colocar las cosas en su sitio pero, dada la situación que estamos viviendo, se hace más necesario que nunca. La memoria nos sirve para reconocernos, para analizar los acontecimientos pasados y también los presentes y los futuros. Una especie de memoria predictiva, atemporal, viva, líquida; una memoria que nos ayude a reconciliar todos los tiempos en uno solo.

Estamos en cuarentena. Un espacio muerto, un impase donde todo o casi todo se ha detenido. Y lo vivimos como algo dramático, heroico, tremendo. Empecemos por recordar nuestro pasado compartido. Hace no tanto sufrimos una brutal guerra que asoló nuestro país y cuyas consecuencias se prolongaron durante décadas. En aquel momento nuestros abuelos y abuelas se vieron obligados a sacrificios enormes, a privaciones sin parangón, a miedos inimaginables. Pero salieron a delante.

Hoy solo nos piden que nos quedemos en casa. Nada más. Nadie nos ha dicho que marchemos con un fusil hacia las trincheras, ni que asumamos que no tendremos nada con que alimentarnos o que ese sonido indica que hay que correr a un refugio porque el infierno se va a desatar sobre nuestras cabezas. Recordar nos hace frágiles ante nuestras propias miserias, nuestra insolidaridad, nuestras debilidades de sociedad capitalista, acostumbradas a un individualismo feroz que pone por encima los deseos personales a las necesidades colectivas.

También debemos recordar el pasado más reciente. Recortes en servicios públicos que hoy muestran sus costuras, rotos e incapaces de asumir en algunos acasos retos como el que se nos presenta. Resulta paradójico qué las personas que clamaban por la privatización de servicios esenciales como la sanidad o la educación acaben acudiendo a un hospital público para salvar su vida. Esa memoria que no perdona, cuando algunos nos llamaban perroflautas por reclamar lo de todas, hoy se demuestra implacable ante una emergencia sanitaria que no entiende de clases. O sí.

Memoria para recordar a las desahuciadas, a las que deberán pasar su encierro en infraviviendas, sin lo mínimo. Memoria para las mujeres y menores que deberán pasar su encierro con sus maltratadores. Memoria también para las precarias que esperamos como agua de mayo que un gobierno progresista nos diga qué va a pasar con nuestros empleos. Para los y las autónomas, entre las que me encuentro, que no sabemos si después de esto tendremos medios para subsistir. Memoria, en fin, para las que reclamábamos más derechos sociales y una gestión eficiente de lo común o una renta básica universal, para las que pedíamos poner la vida y los cuidados en el centro de la sociedad, mientras otros se reían desde la comodidad de sus sofás.

Y deberemos hacer en el futuro próximo el mismo ejercicio de memoria. Somos un país que tiende a los olvidos, que ha vivido estos últimos 40 años de democracia instalado en ellos. Pero esta vez no podemos permitirnos que vuelva a ser así: una vez que esto pase, que pasará, deberíamos recordar lo que es realmente importante, deberíamos reclamar lo público como algo imprescindible para la supervivencia de un pueblo. Cuando recobremos la normalidad y podamos salir a las calles, deberíamos llenarlas para que no se nos olvide nada.

Mientras tanto toca ser responsables y más solidarias que nunca: creedme, acumular seis docenas de huevos o 50 yogures no va a salvarnos del coronavirus pero si puede significar que la que venga detrás de ti no tenga para comer estos días. Hay momentos de los que estamos viviendo que deberían abochornarnos como especie. Y por favor, por favor, por favor, por favor muy fuerte: ya tocará hacer recuento de lo que se hizo mal, que seguro que es mucho y podremos aprender de ello. Ahora debemos dar ejemplo a esos políticos que no nos merecen: solo el pueblo salva al pueblo.  

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