Trabajar en un hospital y reincorporarse tras superar el coronavirus: “Lo que me he encontrado no es lo que dejé”
Contagiarse de la COVID-19 en mitad de una pandemia mundial puede ocurrir en cualquier parte. Ya que, siendo sanitario o sin serlo, no hay ningún lugar libre de coronavirus. Pero, ¿qué pasa si tus indicios te dicen que te has podido contagiar en el lugar de trabajo? ¿No sería lógico sentir cierto temor a la vuelta?
Lejos de eso, los trabajadores de la Sanidad cántabra se muestran apenados, pero no por volver a trabajar, sino por todo lo contrario. Y es que todos coinciden en la 'mala suerte' de haber sido contagiados por no haber podido ayudar a sus compañeros “en unos momentos tan difíciles para la Sanidad”.
Y es que según los datos más recientes, casi el 90% de los 403 profesionales sanitarios de Cantabria que dieron positivo en coronavirus ya están curados, por lo que muchos ya han podido reincorporarse para atender a los últimos infectados por coronavirus. Por esta razón, cuatro profesionales de los hospitales de la comunidad repasan junto a eldiario.es cuáles serán los recuerdos que guarden de la COVID-19 cuando todo esto termine.
Inmaculada Rodríguez, la enfermera optimista
Reconoce que lo que más le ha impactado de su vuelta al trabajo es encontrarse con un hospital “que no es el que dejé”. Aproximadamente un mes ha sido el tiempo que ha tardado Inmaculada Rodríguez en reincorporarse a su trabajo tras superar el coronavirus. La sospecha de sus médicos es que un paciente al que atendió -y que posteriormente fue positivo- fue el causante de su contagio: “Contando con el periodo de incubación, han asociado que yo podría haber sido infectada por él, pero nunca lo podremos saber”, asevera.
Ella es enfermera de los servicios de atención domiciliaria de Sierrallana y aunque habitualmente trabaja entre las casas de los pacientes y el hospital, ahora su labor se ha trasladado a un domicilio prestado por el Asilo San José de Torrelavega. Desde allí reivindica dos cosas: las ganas que tenía de volver a trabajar “para arrimar el hombro”, y que “todavía” no se están haciendo las cosas “bien”. “Vamos a los domicilios con una mascarilla quirúrgica, ropa de calle y unos guantes… Y tendríamos que tener más protección”, expresa la enfermera. En su caso, el riesgo no proviene de resultar infectada -porque ya lo ha estado-, sino de no contagiar a los pacientes que atiende.
Pese a eso, continúa manteniendo “todas las precauciones” que puede y, aunque confiesa que está “segura” de que desde las administraciones han hecho “todo lo que han podido”, cree que el material de protección “ha escaseado muchísimo”. “Pero lo que no podemos hacer ahora es negativizar aún más la situación que estamos viviendo… No ha habido material, es cierto. Y tú como sanitario puedes decidir si no quieres entrar en un sitio sin material, y es lícito. Pero yo creo que ahora es momento de facilitar la labor y después ya se depurarán responsabilidades”, concluye.
Manolo Fernández Miera, el médico asintomático que ha optado por el teletrabajo
A sus 60 años -casi 61- y con toda una vida dedicada al Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Manolo Fernández Miera es el médico coordinador de los Hospitales de Día de Valdecilla -del médico y del quirúrgico-, y del Hospital de Semana. Tres unidades que han rebajado su actividad desde que arrancó la crisis sanitaria, pero que siguen siendo imprescindibles para muchos pacientes. “Allí atendemos, entre otros, a pacientes oncológicos, por lo que desde el primer momento establecimos unos protocolos que, ante la mínima sospecha, nos hacían derivar a los pacientes para realizarles las pruebas”, explica.
Admite que enterarse de su contagio fue casi casual, ya que en todo momento se ha mantenido asintomático. “Los jefes de cada área nos seguíamos reuniendo todas las mañanas cumpliendo con la distancia de seguridad, pero llegó un momento en el que decidimos hacernos la PCR, y yo di positivo”, afirma. A los 14 días repitió la prueba y ya está “libre” de la COVID-19, aunque en ningún momento ha tenido que reincorporarse porque no ha dejado de trabajar. “Un compañero ha seguido estando en el Hospital de Día, pero los otros dos médicos hemos podido teletrabajar haciendo todo lo que se puede hacer a través de un ordenador, como poner tratamientos o hacer volantes para analíticas”, relata el sanitario.
En su caso no es consciente de dónde ha podido infectarse, pero sí que advierte de que las dos semanas que ha pasado confinado han sido “complicadas” por el extremo aislamiento en el que se ha encontrado. “Yo me controlaba mi temperatura, mi pulsioxímetro… Todo. Pero he comprendido que el que está en casa únicamente con consejos médicos, es normal que se agobie porque no sabes qué esperar de esta enfermedad”, asevera. “A mí ya no me quedan muchos años para jubilarme, y probablemente no volveré a vivir una situación así, pero tenemos una profesión que conlleva estas cosas”, reflexiona.
Yolanda Hoyos, la enfermera a la que la reincorporación al trabajo le duró tres días
“Ha sido un disgusto terrible”, advierte Yolanda Hoyos antes de contar su historia con la COVID-19. Esta enfermera de medicina interna en Sierrallana fue de las primeras sanitarias contagiadas de la comunidad: “Mi sensación es que el virus estaba antes de que se estableciese la alarma. Hemos tenido un invierno atípico en el que veíamos que venía gente con infecciones respiratorias muy potentes, mientras la gripe no terminaba de golpear fuerte”, expresa.
Y es que según sus cálculos, hay dos pacientes de los que se pudo contagiar. “Estuvieron muy mal pero no se declararon COVID-19 porque en ese momento los criterios de Salud Pública estaban muy marcados y no se permitía hacer pruebas a quienes no habían viajado a zonas endémicas… Me tuve que contagiar ahí porque cuando empezaron a entrar pacientes con coronavirus a la planta en la que estaba, yo ya era positiva”, advierte. Como su caso fue moderado, a los 15 días de seguir la cuarentena le repitieron el test y dio negativo, por lo que después de unos días de vigilancia, se reincorporó a trabajar.
La sorpresa vino cuando a los tres días de volver al hospital, le repiteron la prueba y volvió a dar positivo. “Eso sí que ha sido un mazazo”, insiste. Lejos de tratarse de una reinfección, todo apunta a que el segundo test que le realizaron fuese un falso negativo porque, según la última prueba, Yolanda aún mantiene carga viral en su cuerpo pese a estar prácticamente asintomática.
Después de 25 años trabajando, esta enfermera de 45 años afronta esta nueva etapa de cuarentena con incertidumbre: “Una de las sensaciones que tenemos cuando nos infectamos es la responsabilidad de no poder ayudar. Dejas a tus compañeros tirados en el peor momento posible y tienes que lidiar con ello… Yo estaba contenta pensando que por lo menos podría ayudar para los coletazos finales, pero habrá que verlo”, comenta esperanzada.
Begoña Gómez, la administrativa que por fin ha podido “achuchar” a sus hijos
A veces olvidamos que la eficiencia de un hospital también pasa por otros sectores como el de las limpiadoras o el de los administrativos, y que ellos, al compartir espacios con sanitarios e infectados, también corren riesgo de contagio. Este ha sido el caso de Begoña Gómez, una administrativa que lleva 37 años de sus 55 trabajando en Valdecilla, y que hace unas semanas dio positivo en coronavirus. Al igual que ocurre con todos los infectados, todo son conjeturas para saber de dónde ha podido venir su contagio. “Trabajo en Valdecilla, pero también he estado en la calle y he ido a comprar como todo el mundo”, señala.
Por la parte que le toca, revela que durante el tiempo que ha estado trabajando ha estado protegida con los equipos necesarios, pero lo que realmente le ha 'amargado' estos días de cuarentena ha sido mantener el aislamiento sin estar cerca de su familia pese a vivir con ellos. “Cuando pasaron los 14 días seguía con el miedo de poder pegárselo a mis hijos, pero en cuanto la prueba me salió negativo les di todos los achuchones del mundo”, explica emocionada.
En su caso ha estado asintomática durante toda la cuarentena, pero día tras día tenía el miedo de comenzar a presentar síntomas aunque nunca llegó a ser así. Sobre su vuelta al trabajo, esta ha sido virtual, ya que, al igual que Manolo, le han dado la opción de teletrabajar. “Nunca lo había hecho en estos 37 años y no sabía si iba a poder realizar todo mi trabajo, pero en cuanto fui a por mi ordenador y me puse al teléfono con mis compañeras, fue genial”, afirma.
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