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Entrevista Antonio García, cantante y compositor

Arde Bogotá: “Para escuchar rock no se puede ser intolerante”

Los cuatro integrantes de la banda Arde Bogotá.

Blanca Sáinz

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Solo dos años les han servido para colocar su nombre en festivales, radios y listas de promesas del rock, y es que Arde Bogotá ha entrado en la música por la puerta grande con una sola premisa: ser auténticos. Este jueves la banda de Cartagena estará en Torrelavega dentro del festival Soundcity para presentar su primer disco, 'La noche', que les ha catapultado a la fama: “Tampoco hay que tener reparo en decir que somos una banda de rock porque todo lo que sea rebelde, guitarrero y apasionado tiene que ser rock and roll”, defiende su cantante, Antonio García. Él ha sido el encargado de hablar con elDiario.es (son cuatro componentes) en una entrevista telefónica en la que esa ilusión de los principios se palpa en cada respuesta.

Su música suena fresca y no parece recordar a nada. ¿Cómo se consigue algo así hoy en día que parece que está todo visto?

El objetivo es ser genuino. Ser original. Y eso tiene que ver con hacer caso a lo que te gusta de verdad. Intentar no vestirte de algo que parezca que funciona, sino simplemente hacer las cosas que te gustan. Evidentemente, eso se va a parecer a otras cosas porque te gustan otras bandas pero lo importante es hacer cosas que te salgan a ti y de la forma en que te gusten sin ponerle disfraces que no te pertenecen... Y yo creo que así uno hace una cosa que puede ser más o menos original, pero que es genuina. Eso seguro.

Son una banda de rock pero, ¿hay algo de indie?

El apelativo indie ha perdido un poco de significado porque define más una forma de gestión que un sonido. En una banda de rock caben muchas cosas, y hay muchas bandas de rock en el indie. De hecho, a lo mejor nosotros somos una de ellas. La palabra no nos rechina pero no le encontramos mucho sentido... Cuando empezaba el mundo de los festivales y la mayoría de las bandas que iban eran independientes y se gestionaban a sí mismas tenía sentido. Luego, también daba la casualidad de que esas bandas tenían un sonido entre sí más o menos parecido, y eso hacía que pudiésemos hablar del indie como género. Lo que pasa ahora es que tenemos carteles donde las bandas son muy distintas y tienen gestiones que también son súper diferentes... Así que no tiene tanto significado denominarlas así.

¿Qué es lo que está ocurriendo con el rock en España? ¿Por qué parece que cada vez es un género más purista?

Parece que en España llamarle rock a una cosa es vestirle con una chaqueta de cuero con tachuelas, un cinturón con una hebilla del tamaño de Córdoba... Y eso es rock también, por supuesto. Pero el rock es un género amplio y que admite muchas cosas diferentes, y también se puede hacer rock and roll con corbata o camisa de flores. Da la sensación de que, sin querer, se había quedado acotado para según qué públicos y según qué bandas. Pero no, tampoco hay que tener reparo en decir que Arde Bogotá es una banda de rock porque, en mi opinión, todo lo que sea rebelde, guitarrero y apasionado tiene que ser rock and roll.

¿Cree que los jóvenes son más libres de dejarse llevar en la música sin etiquetas?

¡Total! Por suerte, nuestra generación y las bandas y los proyectos que empezamos ahora ya no tenemos el tapujo de los géneros o el “me tengo que parecer a no se qué”, o el “esto suena demasiado a tal”. Eso se ha acabado y la gente, por suerte, hace la música que quiere y que siente, por estilo o por lo que sea, pero hace lo que le llena y cuenta lo que quiere contar. Esto creo que ocurre porque, por suerte, hay sitio para todos y al que le gusta el rock va a conciertos de rock y al que le gusta el trap va a ver trap. No hay un solo camino para triunfar, y eso es la prueba de que los géneros han muerto.

Tienen una canción, 'Tijeras', que es una critica brutal a los empleos precarios, pero también lanzan mensajes más escondidos en otras canciones sobre cuestiones sociales y políticas... ¿Les gusta la música protesta?

No nos incomoda. Sí que te diré que sigo viviendo un poco en el debate de hasta qué punto como artista tengo que ser una personalidad política o no. No sé si tengo que pronunciarme siempre sobre todo o si a nadie le interesa mi opinión. Aunque la verdad es que creo que los tiros van más por lo segundo [ríe]. En las canciones tenemos como máxima hablar de cosas que nos pasan y nos importan, y como todos hemos pasado por empleos precarios y hemos sufrido ser parte de una sociedad que tiene sus problemas e injusticias, nos sale contarlo en las canciones. Nosotros hablamos de cosas que nos importan y nos suceden, así que sin querer se van a colar cuestiones políticas y sociales... Aparte, creo que hay que hablar de ellas con la misma honestidad con la que dices que te han roto el corazón o que te gusta alguien.

¿Considera que se puede llegar lejos en la música diciendo lo que le da la gana?

Yo creo que sí, porque hay ejemplos de gente que lo ha conseguido. Hay gente que ha hecho una carrera importante diciendo lo que quería y con verdad, aunque también hay que tener en cuenta un poco todo y no ser un descerebrado. C.Tangana, por ejemplo, insultó al rey y está haciendo una carrera cojonuda. Esa es la prueba de que con cierta amplitud de miras y con cierta formación, en el sentido de saber lo que se dice y saber defender la opinión, se puede decir lo que uno quiera.

Le pregunté hace un par de años a El Drogas si se podía ser rockero y de derechas... ¿Qué piensa usted?

Mmmm, buena pregunta. Yo, personalmente, te diría que no, pero la realidad es que sí. ¿Qué es ser rockero? Que te guste esa música y que vivas esa rebeldía, esa forma de tomarte las cosas, esa forma de entender la música... Y te repito que yo te diría que no, pero hay mucha gente viendo y haciendo rock and roll que no son de izquierdas. Así que bueno... [piensa] creo que se puede ser de derechas, pero lo que no se puede ser es intolerante. Hay una línea ahí que si se cruza ya no... El rock tiene que ser un espacio de paz, de libertad en el mejor sentido de la palabra y una especie de zona de confort en el buen sentido de la expresión. Lo que no se puede es ser un déspota y una persona intolerante e ir al rock and roll con prejuicios. Eso no.

O sea, ¿que un Feijóo puede ir a sus conciertos pero un Santiago Abascal no?

Absolutamente [ríe].

Y hago otra referencia: hace poco, entrevistando a la Oreja de Van Gogh, comentaban que el hecho de estar tan consolidados en la música les permitía no tener esa presión para sacar nuevos discos. Sin embargo, sí que asumían que a los jóvenes que estaban empezando no les ocurría eso... ¿Es su caso?

Total, y ahora 'padeciendo' el castigo de hacer un disco nuevo mientras giramos el anterior. Lo ideal hubiera sido poder terminar de girar el disco que estamos presentando y empezar a hacer el otro con calma. Y, sin embargo, siendo muy conscientes de cuál es la situación de la banda, del momento en el que está y de la repercusión que tiene, nos hemos tenido que apretar el cinturón y ponernos a ello para sacar tiempo de donde no existe. Estamos sacrificando un montón de cosas porque, como en todos los trabajos del mundo, hay etapas de la carrera en las que la exigencia es muy grande para poder llegar a un sitio donde veas los resultados de eso. Nosotros estamos en ese punto. Me alegro de que La Oreja lo tenga claro y también me alegro de que ellos no sufran eso porque eso quiere decir que hay un futuro mejor, en el sentido de la carga de trabajo. Pero nosotros sí estamos en esa presión de los tiempos de estar activos, y de hacer las cosas rápido...

Claro, eso pesará a la hora de componer...

Sí. Nosotros hablamos mucho de la metáfora de hacer tornillos porque hacer canciones no es hacer tornillos. Con los tornillos se entiende que haces uno y ya sabes como vas a hacer los otros tres millones. En el caso de las canciones no son así. Lamentablemente, o más bien, afortunadamente, nos dedicamos a hacer arte (o intentarlo) y las canciones a veces ocurren de manera milagrosa y súper rápida, y otras veces se necesita mucho tiempo para verlas con perspectiva, dejarlas madurar... Y eso a veces es incompatible con vender las cosas como si fuesen tornillos. Por lo que hay que vivir en esas dos realidades y entender que tu negocio es hacer canciones, para lo bueno y lo malo.

Llevan dos años en la música de forma profesional. ¿Qué espera de ella?

Pues últimamente es una pregunta que me hago todo el tiempo. Hace dos años la respuesta era fácil: quería vivir de la música y quería que mi trabajo fuese hacer canciones e ir a sitios a tocarlas. Y, por suerte y con mucho agradecimiento, eso ya lo hemos conseguido. Así que ahora me pregunto: ¿Ahora qué? ¿Para qué me he metido a esto? ¿Para conocer gente? ¿Para ser famoso? ¿Solo sé hacer música? Y la respuesta es que me encanta que mi trabajo sea subirme a un escenario. Mi objetivo con la banda es hacer una buena carrera con muchos conciertos. Ser un grupo que vaya a muchos escenarios y diga cosas importantes encima de las tablas. Esa es mi reflexión ahora mismo, pero a lo mejor la cambio y la próxima vez te digo que mi objetivo es hacer dos millones de euros y cerrar y largarme [risas].

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