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Prendas de vestir que cambian vidas: “Confeccionar esta ropa supone una vía de escape para muchas personas en estado de desprotección”

Modelo Boston posando con ropa de NUVITEX.

Héctor García Alonso

Santander —

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Si cualquiera revisase las prendas de su armario, una por una, es muy probable que más de dos tercios estén fabricadas en condiciones laborales indignas, normalmente por menores de edad o mujeres, en Asia, y con un sueldo simbólico, que casi roza la esclavitud. Esto es un común denominador en la sociedad, que generalmente valora el apartado económico por encima del resto. El producto con menor precio tiene grandes posibilidades de ser el más comprado. En el entorno empresarial, este dogma es aún más notable. Los costes de producción, transporte o diseño son muchas veces pasados por alto cuando se ha normalizado que se lleven a cabo en situaciones infrahumanas.

Esta es la principal preocupación de Julio David Justamante, gerente de la asociación Nueva Vida, una organización -sin ánimo de lucro-, que lleva más de veinte años ayudando a personas en situación de desprotección en múltiples partes de España, entre las que se encuentran víctimas de prostitución, personas sin hogar, refugiados y expresidiarios en procesos de reinserción, entre otros. En el año 2018, la organización fundó en Cantabria la filial Nueva Vida Textil, un taller de costura en el que, mediante la formación de personas en situación de desamparo, intentan embarcarse en un mercado laboral tan “complicado” como es el de la confección de ropa y complementos.

Nueva Vida Textil, también denominada NUVITEX, ha colaborado desde entonces en la confección de prendas con diferentes marcas de ropa consolidadas en el sector, como sigue haciendo a día de hoy. Sin embargo, los encargos temporales que acostumbran las empresas, las cuales -normalmente- no quieren embarcarse en compromisos a largo plazo, impiden que la asociación pueda establecerse en el mercado. “La producción sube y baja, los costes se pueden aguantar durante un tiempo, pero seguimos buscando un 'padrino', para que venga a ver el potencial que tiene el taller y así poder suplir costes a corto plazo, porque así podremos ofrecer más opciones de formación”, explica Justamante en conversación con elDiario.es.

La iniciativa es posible gracias a un taller en Maliaño, en la planta superior de la empresa Austral, principal entidad colaboradora. La empresa ha facilitado a la asociación tanto herramientas como materiales desde el inicio del proyecto, con el fin de que se formen en él nuevos costureros. “Realmente funcionamos como una empresa de inserción, porque aquí primero se forman y luego parten a otras empresas”, comenta Justamante. La colaboración surgió a raíz del envejecimiento de la plantilla de Austral, de manera que la entidad encontró en el proyecto de Nueva Vida Textil una solución que satisface a ambas partes.

El Ayuntamiento de Camargo es el otro colaborador principal de esta iniciativa. El Consistorio comenzó a apoyar el proyecto durante la anterior legislatura. Desde entonces, y gracias a su respaldo, la asociación puede ofrecer a cualquier persona en estado de desprotección un curso de 450 horas de formación textil profesional, validadas por el propio Ayuntamiento, que sirven no solo como currículum para trabajar en una empresa, sino también como desarrollo personal independiente. Los talleres de instrucción ayudan a sus integrantes a olvidarse de sus situaciones personales y a enfocarse en objetivos fuera de sus complejos ámbitos sociolaborales.

“Ahora estamos pendientes de realizar el tercer curso, colaborando con el Ayuntamiento de Camargo. Nosotros ponemos la gente, Austral la producción y el Ayuntamiento certifica”, explica Justamante, quien también detalla cómo la mayor parte de las integrantes de los cursos son mujeres que huyen de la explotación sexual, más concretamente 17 de las 22 que han participado en los dos primeros talleres de aprendizaje. Para ellas es complejo abandonar sus ámbitos, pues muchas veces ya están absorbidas por el entorno. “Ha habido casos en los que una mujer ha venido por la mañana directamente de ejercer la prostitución la noche anterior”, relata el gerente.

En ocasiones los propios voluntarios de la asociación son los que acuden a los prostíbulos, y mediante videos -que sirven como pruebas para atestiguar que la opción que plantean es real- intentan convencer a todas las víctimas de trata de que hay otras posibilidades fuera del entorno al que están acostumbradas. “Nosotros ofrecemos formación, una prueba de VIH y una posible opción laboral, pero aun así, no siempre conseguimos ayudar. Hay personas que ya no están dominadas por la trata, sino que se han acostumbrado al entorno, y ya están enganchadas a sustancias; y ejercen porque genera algo de dinero, han normalizado el problema”, expone Justamante.

Hay personas que ya no están dominadas por la trata, sino que se han acostumbrado al entorno, y ya están enganchadas a sustancias y ejerciendo porque genera algo de dinero, han normalizado el problema

Julio David Justamante Gerente de la asociación Nueva Vida

El mismo Justamante valora que en muchas ocasiones las víctimas han sufrido abusos durante tanto tiempo que no conciben que se pueda vivir de otra forma. “Cuando les ponemos los vídeos donde pueden ver nuestro entorno laboral nunca se esperan poder estar en un sitio tan luminoso y con estas condiciones”, reconoce. “La salud mental se resiente muchísimo, y solo hace falta hacer un breve cálculo mental: si dentro de la prostitución tuvieses que trabajar con tres clientes al día, que es menos de lo común, en un año la multiplicación es brutal, acabas destruida mentalmente”, sostiene el gerente de Nueva Vida Textil.

El taller cuenta actualmente con dos costureros -aunque llegaron a tener a seis en fases de mucha producción- además de su diseñador jefe, Carlos Orlando Daza, quien dejó su trabajo en Colombia como diseñador de alta gama y emigró a España para poder ayudar a cumplir la labor social de la asociación. Entre sus funciones se encuentran la de director creativo, director de taller y jefe de patronaje. En esencia, y así lo comenta Justamante, “Carlos mueve todo, si él no estuviera aquí esto no podría ser posible, porque él sabe perfectamente lo que tiene que hacer cada parte y optimiza al máximo a todos, es el hombre orquesta”.

Una marca propia

El éxito en el programa de desarrollo de nuevos costureros, que ha permitido formar a múltiples personas aportándolas una vía de escape con la que huir de sus complicadas situaciones, ha llevado a la asociación a embarcarse en un nuevo proyecto aún más ambicioso. Por ello, Nueva Vida Textil lanzó a comienzos de este año su propia marca de ropa, de nombre Berris. El objetivo principal detrás de este proyecto es el de permitir a NUVITEX ser estable económicamente de manera independiente, a la vez que se introducen en el mercado textil ofreciendo a sus trabajadores unos salarios y condiciones laborales “honestas” y “apropiadas”, algo pocas veces visto en el sector.

“Posicionarse en el mercado es muy complicado, pero tenemos un valor añadido, no solo el factor social, que es muy importante, sino que podemos presumir de que todos nuestros productos son hechos en Cantabria”, comentan desde la asociación. Para Nueva Vida Textil, uno de los pilares fundamentales sobre los que se debe fundamentar el proyecto es diferenciarse del resto de marcas mediante la confección de producto local. Esto se debe a que -normalmente- las marcas presumen de diseño local, de estar diseñadas en España, pero, sin embargo, omiten el dato de que la producción ha sido externalizada a países asiáticos como India o China.

“Una prenda como la que hacemos nosotros, la encuentras en Primark o en cualquier otra marca por veinticinco euros, pero no vale veinticinco, seguramente valga treinta, ¿dónde está la diferencia de esos cinco euros? No se la va a quitar el comerciante, ni el fabricante, ni el que la transporta, se lo quitan a un niño o a una mujer en el tercer mundo, pagándole mal”, comenta Daza, quien espera que con la confección de la marca Berris, la gente adquiera algo más de conciencia social y colabore con las marcas que realmente mantienen buenas condiciones laborales y trabajan el producto de manera local.

Si una prenda vale veinticinco euros, realmente ha costado treinta producirla, la diferencia no se la quitan ni al comerciante, ni al fabricante, ni al transportista, se lo quitan a un niño o a una mujer en el tercer mundo.

Carlos Daza Jefe de taller y principal diseñador de Berris

“Buscamos tener una empresa sólida, pero con un componente social. No es vender una sudadera por venderla, es apoyar lo que hay detrás, queremos conseguir que la gente se vista así porque realmente apoya una causa”, valora Daza, dejando claro los valores de la empresa. La asociación tiene dos estándares principales que cumplir. Para ellos es igual de importante ser sostenible y ser responsable: “Nos hemos metido en la explotación laboral y vamos a intentar dignificarla, como hacemos con la explotación sexual, o con los presos o con la gente sin hogar, ese ha sido siempre el objetivo de Nueva Vida”, afirman desde la asociación.

La trata de seres humanos es algo que puede parecer lejano, en ocasiones afincado en países menos desarrollados, pero ocurre también tanto a nivel nacional como en Cantabria, y es visible día a día, aunque los casos no tienen siempre suficiente repercusión. Así lo reflejan los datos nacionales, que denotan una realidad oculta en la sociedad. Berris no es solo una marca de ropa, su objetivo la transforma en un proyecto social que atiende a mucho más que vender prendas, es una vía de escape para cualquier persona en estado de indefensión.

Pese a su estatus como empresa, el fin de la marca -al igual que el de la asociación de la que nace-, no es ganar dinero. La entidad sacrifica los beneficios por ofrecer buenas condiciones laborales, como explica Justamante. “Me gusta que cuando los trabajadores son preguntados al respecto, ellos mismos valoran que se les trata bien, que no van con el agua al cuello, pese a saber que el dinero escasea”, reconoce.

Contar con un taller propio permite a Berris jugar con los diseños y probar ideas nuevas para comercializar las que más agraden al público. “Tenemos la posibilidad, al disponer de un taller propio, de retirar o incluir al mercado alguna prenda en función de sus ventas, es una gran ventaja. Actualmente tenemos stock, pero seguimos actualizándonos para conseguir coordinar producción con ventas en un futuro”, comentan desde la asociación. No obstante, al tratarse de una empresa muy reciente, aún tiene algunas optimizaciones que hacer para que su modelo verdaderamente funcione.

Casos personales

Por el taller de costura han pasado múltiples perfiles, historias variopintas de diferentes situaciones de abusos, en los que de alguna manera o de otra, los protagonistas han logrado huir de las injusticias hasta recalar en la asociación. Los perfiles con los que trabajan en NUVITEX provienen de diversas partes del mundo en busca de una situación sociolaboral plena y lejos de las desgracias en las que se vieron envueltos en el pasado.

Así es el caso de Arad, uno de los dos trabajadores pertenecientes a la actual plantilla de Nueva Vida Textil, y que tuvo que refugiarse en España ante los abusos de su país de origen, Irán. Arad se opuso al régimen dictatorial presente en su nación y por ello fue torturado en numerosas ocasiones, hasta que consiguió escapar a Turquía, donde se refugió durante cinco años, hasta que la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) aceptó su solicitud de venir a España. Casualmente, Arad trabajaba en una fábrica textil en Irán, tenía todos los conocimientos para colaborar en el proyecto y fue uno de los principales cooperadores. La asociación le ofreció también un refugio mediante su programa de acogida y consiguió que se estabilizase su situación. A día de hoy sigue desarrollando su profesión en Cantabria, con unas condiciones dignas y en entornos laborales que nunca antes había conocido.

Otro ejemplo es el de Reza, que así es como apodan a esta refugiada que contactó con Arad, quien transmitió su caso a la asociación. Reza es una mujer transgénero que vivía en la calle y que, por su condición, no encontraba una salida. La asociación le aportó un hogar en la casa de acogida y trabajo momentáneo. En su país, Reza era costurera de alta gama. Sin embargo, su problema no radicaba en sus conocimientos, sino en su salud mental, ya que, según la asociación, “se encontraba totalmente desestabilizada”. Gracias al proyecto pudo recuperar la confianza y actualmente dirige un taller de costura en Santander.

Estos son solo dos casos de los tantos que el proyecto ha ayudado, como el de una mujer sudamericana madre de dos hijos, que contactó con la asociación por medio de otra, y que ha conseguido estabilidad laboral y sanitaria. Al llegar a la asociación, la mujer contaba con un tumor en desarrollo que la impedía vivir correctamente. Tras recuperarse y cursar la formación que ofrece Nueva Vida, fue contratada en una empresa textil y ahora puede dar una vida plena a sus dos hijos.

Todo ello da buena muestra del compromiso social de Berris. Se trata de un proyecto que, en palabras de su gerente, “ha comenzado desastrosamente desde el punto de vista empresarial”, pero que “deja de lado los análisis de mercado y los diseños innovadores, los costes de producción o los intereses de los contratistas”. Todo ello queda en segundo plano cuando el objetivo principal es amparar a personas en situación de desprotección y ofrecerles una vida mejor, y de ahí surgen historias como las de Reza o Arad.

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