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Almudena Grandes: “La corrupción en España ha vuelto a la época de la Restauración”

Almudena Grandes en Toledo. Foto por Francisca Bravo.

Francisca Bravo Miranda

Más que la presentación de su último libro, la línea que Almudena Grandes traza entre su última obra, “Las tres bodas de Manolita”, y la situación actual, es un retrato de un momento histórico que se revuelve en el pasado de la antigua España franquista y un reflejo de la España actual, que se debate entre la monarquía, los recortes sociales, y la actitud de sus ciudadanos.

En tu nuevo libro has tocado temas reveladores en la época de la posguerra. ¿Cuál es la importancia de revelar este tipo de casos, como el de los niños esclavos del franquismo, a través de la literatura?

Los escritores tenemos un objeto distinto al de los historiadores. El tema de los niños esclavos es muy poco conocido, pero sí existe un historiador, Ricard Vinyes que sí ha hablado sobre eso. Pero nosotros, escritores, no nos metemos en el espacio de los profesionales de la historia, sino que trabajamos en un campo diferente: la emoción. Por eso yo creo que un lector establece vínculos mucho más profundos con los personajes de una novela, que con aquellos que se leen en un libro de historia. Entonces, los libros, el cine, la televisión tienen una posibilidad de dar a conocer, o manipular, el pasado reciente más allá de los trabajos académicos.

La persona que te inspiró para esta historia, te abordó directamente…

Sí. La conocí en Rivas de Madrid, cuando vino y me preguntó que qué sabía del tema. Me contó esa historia en mi casa, lo que se convirtió en una de las claves, porque en este libro he conseguido combinar tres historias de las que quería escribir y uno de esos elementos fue la vida de Isabel, a quien la mandaron a Bilbao a un colegio. En este colegio en vez de educarla, la hicieron trabajar. La realidad que me contó fue muy salvaje, monstruoso. Lo que me contó, como lo de trabajar con sosa, o la explotación de las monjas entraba en mi esquema, pero que no pudiera salir del colegio implicaba que ella estaba redimiendo la pena de sus padres, encarcelados.

La protagonista del libro no tiene nada especial, ¿Por qué?

Ella no es muy alta, ni muy graciosa, ni muy guapa, ni nada. Pero esto, al final, la hace más heroica, más valiosa.

¿Cuál es la responsabilidad que se siente al encontrar un tema tan profundo y tener que contarlo?

Isabel me regaló una historia en 2008, y ella estaba obsesionada con el tema. Me llamaba, quedábamos, comíamos juntas, le mostraba las novelas en las que trabajaba, intentando que me creyera que lo iba a hacer. Había un mandato, un compromiso, y no sólo un regalo. Yo creo que para escribir una novela como esta, que no son históricas, porque no son la vida novelada de un personaje histórico, sino que sigo los Episodios Nacionales de Galdós en un marco que es real.

Yo como autor me tengo que sentir igual de libre, porque sin libertad no se puede crear, o por lo menos nada que merezca la pena, pero al mismo tiempo hay que mantener una lealtad determinada con la realidad histórica. No se trata de contar el tiempo que hacía en mayo de 1940. Se trata de no manipular, de no decir lo blanco era negro, y para eso sigo la metodología del historiador y sé que la objetividad es una quimera, y eso es fundamental. La clave de esa responsabilidad es contar la verdad, convertir la literatura en verdad.

En la novela se ven realidades que también se observan hoy en España. El paro, el hambre. ¿Por qué sigue repitiendo la sociedad estos errores para continuar con este ciclo?

Mira, yo me planteé la serie en 2008 y si me dicen que en 2014 tú me ibas a preguntar esto, no me lo creo. Es verdad que Manolita pasa por unas circunstancias que la aproximan a los jóvenes de ahora. Su familia se empobrece radicalmente, una casa en la que no faltaba nada. Ella no encuentra trabajo, la echan de su casa, pasa hambre, y, a pesar de todo, su situación no tiene nada que ver con lo de ahora. Siempre digo que si traemos a mis abuelos y les decimos esto es una crisis, se descojonarían. Pero, ojo, ellos tenían una riqueza que nosotros no teníamos.

En la novelas las redes de solidaridad tienen mucha importancia y eran ciudadanos capaces de soportar mucho más que ahora, porque tenían una conciencia política y una conciencia social gracias a una lucha, que nosotros ya no tenemos. Hasta hace veinte años sabíamos ser pobres con dignidad y teníamos un concepto de no rendirnos ante los problemas que ya no tenemos. Pero, nos dicen que somos ricos y la jodimos. Los españoles no estamos pobres, lo que estamos es lelos. Somos como los niños ricos, les quitas un juguete y no saben pelear por él.

Pero ahora mismo sí se está formando un círculo solidario.

Sí, pero no con el mismo carácter, porque tiene la debilidad de la sociedad española actual, que es deberse a impulsos individuales, muy loables, heroicos y admirables, pero se organizan en un barrio, en un pueblo, personas excelentes y sensibles al conflicto y crean una red que opera en una zona determinada, pero falta la percepción de esto como un trabajo político como una ambición y querer conquistar un destino común.

Pero, por ejemplo, ahora Ada Colau, antigua portavoz de la PAH, está metida en el proyecto político Guanyem Barcelona.

Ves, eso está muy bien. Ahí se aproxima a los años 40, pero claro realmente eso es una debilidad de la situación actual respecto a la fortaleza que era que todo el mundo remara en la misma dirección, integrados en una mentalidad común, en la conciencia de resistir. La gente era muy consciente de todas sus actividades de resistencia.

La corrupción también es importante en tu libro.

Sí, y mira, la corrupción es el eje que teje el libro. Es una corrupción distinta a la de ahora, porque ahora tiene que ver con la influencia de los poderes económicos en política. Grandes cantidades de dinero que pasan del ámbito económico al político para conseguir grandes tratos de favor. Pero ojo, en el libro, las corruptelas son muy pequeñas pero muy constantes que terminan invadiendo la ciudad. Se hizo mucho dinero con el esfuerzo, la desesperación y el miedo de los pequeños vendedores, en una corrupción constante. La explicación de la corrupción actual en España es que esta es la de la Restauración. Hemos vuelto al bipartidismo de los caciques, los favores, tú pones a tu primo aquí, yo el mío aquí. Creo que la corrupción actual remite a la de la Restauración, no a la del franquismo y todo por no haber vuelto al 31.

¿Por qué no se le dijo que no a la monarquía?

No se le dijo que no, porque la abdicación del Rey, la velocidad a la que ha sucedido todo trata de explotar el único momento histórico factible para que saliese con buen resultado. El Congreso no responde a la realidad política del país. Espero y deseo que esta correlación de fuerzas no se vuelva a dar, y la Casa Real sabe que no se va a dar, así que plantearon la abdicación en el último momento favorable que iban a tener, pero espero que el próximo Parlamento tenga más colores o que, por lo menos, los tenga más intensos.

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