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Ana Miralles: “Las mujeres vamos ganando el espacio que nos corresponde en la cultura, es lo natural”

Editorial Astiberri

Francisca Bravo Miranda

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Cuarenta años de experiencia avalan el trabajo de Ana Miralles (Madrid, 1959) en el mundo del cómic. La autora madrileña por fin visita Manchacómic!, para recibir el III premio 'Una historia de cómic', con el que se homenajea su larga trayectoria y su destacado papel como dibujante. Además, también es una de las voces elegidas para la mesa 'Lucha feminista en el cómic', junto a Meik y Alicia Palmer. “Siempre hemos tenido referentes, pero claro muy poquitas”, reflexiona la dibujante en conversación con elDiarioclm.es. El trabajo de Miralles se ha desarrollado principalmente en Francia, y recuerda unos primeros años de carrera como un periplo por distintas revistas, buscando un hueco en un mercado, como muchos otros, con una dominante presencia masculina.

“Siempre ha habido autoras o mujeres importantes en el mundo del cómic, pero muy poquitas. Además, más bien en otros mercados, como el francés o el americano, aunque no teníamos tanto acceso a ellos”, recuerda Miralles, que comenzó su carrera a principios de los años 80'. “Cuando me quise dedicar al cómic fue porque me gustaba, entonces no se estudiaba y era una profesión más bien autodidacta”, recuerda de sus años como estudiante de Bellas Artes. “Siempre me atrajo el tema gráfico y cuando me metí a estudiar realmente no sabía las salidas que tendría. Yo sabía que quería dedicarme al cómic, pero no sabía como canalizarlo”, recuerda.

Fue en estos momentos cuando conoció al renombrado historietista e ilustrador español Sento Llobel. “Él había acabado la carrera dos años antes y ya estaba publicando. Nos invitó a un grupo de alumnos para enseñar cómo funcionaba un poco la industria y fue el nexo que yo necesitaba para tomar mi decisión”, recuerda, agradecida de un compañero que todavía es su amigo. “Poco a poco pude empezar a publicar. Al acabar Bellas Artes publiqué en la revista 'Rambla' que tenía una sección para noveles, un total de seis páginas que me sirvieron como gancho”, explica.

En los años 80', recuerda, había un “boom” de revistas, que ayudaban a dar salida a un “montón” de historias cortas. “Pero claro, tenían poco recorrido para que tus historias se convirtieran en un álbum. También había tantas revistas, que igual que salían, cerraban. Era muy difícil encontrar continuidad para ganarte la vida”, explica.

Entonces conoció al guionista Antonio Segura. “Trabajaba con autores de renombre, como Pepe Ortiz. Fue él el que me dijo que la solución estaba en entrar en el mercado francés, que era mucho más pujante y que si lográbamos colocar algo, tendríamos mucha más posibilidades de vivir de esto, de profesionalizarme”, recalca.

Fue un cambio importante en la carrera de la artista. “Estuve ocho años publicando aquí, allá, formándome, pero no podía asentarme con una historia larga y es algo que te va lastrando. Entonces preparamos un proyecto para el Festival del Cómic de Angulema, y salió nuestro primer trabajo”. Se llamaba 'Medusa', y fueron tres álbumes. Su trabajo con nombre de criatura mitológica le dio expectativas y esperanzas, incluso para entrar en un mundo “ignoto y desconocido”.

No es el único trabajo con nombre de mujer que ha tenido. Entre sus publicaciones que quiere destacar es la serie 'Djinn', creada en conjunto con el guionista Jean Dufaux, que tuvo un recorrido de trece álbumes, entre los años 2001 y 2016, y que todavía sigue vendiéndose tras haber sido reimpresa en formato grande. “Es lo que me ha consagrado dentro del mercado”.

'Djinn' muestra a mujeres que pueden parecer cliché, explica, con poca ropa y sugerentes posturas, pero ella ha defendido una posición feminista. “Los guionistas tienen otras claves estilísticas y otras vivencias, y debe discutirse y explicarse. He tenido que surfear bastante”, recalca.

Por eso, también celebra la evolución que han tenido los personajes femeninos en el mundo del cómic en general. “Ha sido un cambio impresionante. Ahora hay guerreras y heroínas donde mires. Es un boom que pienso que es muy positivo”, afirma. Y retrocede a su niñez. “Cuando tú leías el Capitán Trueno, te identificabas con él, que era el héroe, no Sigrid. Y es verdad que para los que nos ha apasionado el cómic desde pequeños no ha sido un óbice, pero es fantástico que se esté corrigiendo la falta de mujeres y que sea mucho más como es la realidad”, afirma. “Claro, es que con Tin Tin era difícil identificarse como mujer, porque no había chicas”, ríe.

Por eso, continúa, cuando se ha vuelto “un deber” para ella como dibujante retratar el mundo, lo ha hecho con “mucho cuidado”. “Siempre hemos tenido discusiones, porque aunque yo respeto mucho el trabajo del guionista, también depende de mí como dibujante”. Y por eso, celebra que son “muchos” los lectores y lectoras que han sabido reconocer su perspectiva de género en su trabajo. “Hemos logrado transmitir la vida, la historia de una mujer fuerte y con carácter, que al principio nos costaba sacar”.

“Las mujeres vamos ganando el espacio que nos corresponde en la cultura y es la natural. Es un salto merecido”, concluye.

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