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Expertos apuntan que el sector cárnico castellano-manchego no es “estratégico” en plena burbuja de macrogranjas

Imagen de un cerdo

Carmen Bachiller

¿Es el sector cárnico en Castilla-La Mancha “estratégico” para la economía regional? En pleno debate regional sobre la proliferación de macrogranjas ganaderas (sobre todo de porcino y de aves) que está teniendo una amplia contestación social en cuatro de las cinco provincias, la pregunta resulta más que oportuna.

La respuesta inicial es ‘no’. No es un sector estratégico. Al menos así lo refleja el estudio 'El sector agroalimentario en Castilla-La Mancha' elaborado, a petición del sindicato CCOO, por cuatro investigadores de la UCLM y que ha costado 6.000, según desvelaba Francisco J. Sáez, uno de sus autores.

Ronda las 200 páginas y se elaboró entre junio y diciembre de 2017. Incluye la identificación de sectores estratégicos dentro de la industria agroalimentaria castellano-manchega, a través de las llamadas ‘matrices de posicionamiento’. Es decir, dónde están las oportunidades empresariales para el sector.

Es el subsector ‘licores’ el que presentaría un “elevado potencial de crecimiento”, Se trata de una actividad “emergente” en Castilla-La Mancha, aún sin la suficiente madurez, que sí tiene el subsector ‘vino’, el de mayor ventaja competitiva, junto a los ‘aceites’.

En cambio, el subsector cárnico (en color naranja en el gráfico) tiene un gran peso en la economía regional porque es el que más empleo genera en la región (24%) dentro del sector agroalimentario pero en la matriz de posicionamiento, los expertos le atribuyen un “escaso potencial de crecimiento”.

En este estudio, los investigadores han analizado datos y estadísticas entre 2012 y 2016. Es decir, se quedaron a las puertas del momento en el que comenzaban a proliferar en la región las grandes explotaciones ganaderas de carácter intensivo que hoy son fruto de controversia y que abastecen a la industria cárnica. “No lo hemos analizado”, reconoce el investigador de la UCLM.

Parte de la población rechaza las granjas intensivas (por contaminantes, entre otras cosas). Otros como la Administración regional y la propia industria las considera una oportunidad económica y de empleo. El debate lleva abierto más de un año en la región.

En Castilla-La Mancha operan algunas de las mayores empresas cárnicas: Incarlopsa (Cuenca), Cárnicas Tello (Toledo) o la multinacional OSI Group (Toledo). Todas están entre las 15 primeras de España en elaboración de productos cárnicos y de volatería. “Ejercen un efecto tractor sobre el resto de empresas auxiliares” y “sus buenos resultados marcan la tendencia del sector a nivel regional”, dice el estudio.

En general, las empresas cárnicas castellano-manchegas han mantenido en los últimos cinco años una “propensión exportadora” y también un crecimiento por debajo de la media nacional pero en términos de rentabilidad económica y financiera, así como en productividad están por encima de la media española. Los retos, dice el estudio, están “encaminados a aumentar su presencia en mercados internacionales, manteniendo los elevados niveles de rentabilidad de los últimos cinco años”.

Hoy no es el mejor posicionado pero los expertos apuntan que “la mejora y crecimiento” del sector cárnico redundará en “mayores niveles de riqueza para las familias castellano-manchegas”, aunque no se especifica en qué sentido.

La escalada continua de proyectos de macrogranjas porcinas y avícolas, por un lado, y por otro, la declarada intención de empresas como Incarlopsa –principal proveedora de Mercadona- de saltar a mercados como el chino (se llegó a especular con que iba a ser comprada por una empresa china. Algo que desmintieron los conquenses) parecen apuntar a grandes cambios en el sector agroalimentario que no toda la sociedad castellano-manchega comparte.

El primero ya afecta al medio rural de la región, cada vez más poblado de este tipo de empresas. Solo Incarlopsa -porque hay otras empresas que están aterrizando en la región, con macrogranjas tanto de cerdos como de pollos- espera disponer de una producción anual de 600.000 cerdos al año en un radio de 180 kilómetros en torno a su matadero en Tarancón (Cuenca).

“La Administración no debe dar permisos si no se cumplen las normas”

El estudio también analiza el resto de subsectores de la industria agroalimentaria regional y las recomendaciones son comunes a todos, según explica Francisco J. Sáez. Se dirigen por un lado a las administraciones públicas a las que se pide evitar el fraude y eso, dice el investigador, “incluye a las granjas” porque “la seguridad alimentaria es importante y el respeto al medio ambiente también. La Administración no debe dar permisos si no se cumplen las normas”.

“Es importante que la Administración luche contra el fraude mediante el etiquetado”, añade Francisco J. Sáez, para mejorar la trazabilidad del producto. Se recomienda también fomentar la internacionalización y la investigación.

A las empresas se les aconseja apostar por la innovación y en particular por la ‘ecoinnovación’ y se les reclama “buscar sinergias con el turismo, la cultura y el patrimonio local” para desarrollar una imagen de marca “fuerte”. Esta petición contrasta con la proliferación de la ganadería intensiva en el medio rural para abastecer a la industria cárnica. Sus detractores la ponen como ejemplo de destrucción del turismo y el patrimonio rural.

Los expertos señalan también que la mayoría de empresas compiten en precio: “Se trata de buscar la diferenciación” y eso, en su opinión, debe llevarles a la economía circular. “Hay que pasar del modelo tradicional de extraer, transformar, consumir y desechar a una economía circular basada en el reciclaje, la reutilización o el rediseño”.

Además, creen que la internacionalización permitiría a las empresas “diversificar mercados y responder mejor a situaciones más críticas” y sugieren apostar por la “imagen de marca” en particular para las empresas más pequeñas “apoyándose en las denominaciones de origen”.

Las grandes cifras del sector agroalimentario castellano-manchego

El 80% de las empresas del sector agroalimentario regional son micropymes con menos de 10 empleados y conviven con grandes multinacionales. Esta industria representa un 14% del Producto Interior Bruto (PIB) de Castilla-La Mancha. De hecho, 12 de las 20 mayores empresas de la región están vinculadas a este sector: hay 2.335 empresas (según datos de 2017) de las que el 82% pertenecen a la rama alimentación y el resto al sector bebidas.

En 2016, último año analizado, la cifra de negocio en el sector superó los 7,8 millones de euros. El agroalimentario supone el 42% del total de la facturación de productos industriales castellano-manchegos y ha sido uno de los que mejor ha resistido a la crisis. No obstante se apunta la desaparición de 1.000 empresas en términos netos desde el año 2000 (la mitad de ellas entre 2009 y 2010)

Castilla-La Mancha es la segunda región más “especializada” en el sector agroalimentario después de Extremadura y por delante de La Rioja, según los datos que aporta el estudio. La región presenta un índice de especialización del 1,841 (Extremadura tiene 1,942 y La Rioja 1,829) frente a la media nacional que se sitúa en el 1,000.

El estudio considera que “una de las principales ventajas” de la industria agroalimentaria regional es la “competitividad” de su agricultura y la proximidad geográfica a la producción agraria y a los agricultores. Es, además, la principal industria manufacturera de Castilla-La Mancha, tanto en términos de valor añadido como de generación de empleo dentro de un sector “masculinizado” en términos generales.

No se analizan, sin embargo, las condiciones laborales de los empleados, tan solo se reflejan datos de empleo. En el tercer trimestre de 2017, 26.085 personas trabajaban en este sector en la región, lo que supone el 30,9% de la industria manufacturera regional y más del 5% del empleo total.

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