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Carlos Ojeda, residente en el hospital de Albacete: “Hay madres mutiladas que no consienten esta práctica en sus hijas”

Carlos Ojeda, residente de Medicina Preventiva en el Complejo Hospitalario de Albacete

Diana Calzado

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Carlos Ojeda, residente en Medicina Preventiva en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA), trabaja desde su servicio con el protocolo implantado por el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha contra la mutilación genital femenina. Este circuito funciona detectando posibles niñas con riesgo “inminente” ante un próximo viaje al país de origen de sus padres, captándolas en el momento que van a completar o actualizar su vacunación .

Las vacunas que necesitan los niños dependen de los países y de la época en la que vayan. Desde este servicio se evalúa si existe alguna alerta por enfermedad endémica que se esté produciendo en ese momento y principalmente se revisa el calendario vacunal de los niños y si necesitan alguna en especial.

El protocolo instaurado para detectar los posibles casos de riesgo de mutilación femenina en niñas consiste, tal y como nos cuenta Carlos Ojeda, en un circuito de actividad y para este utilizan como referencia el protocolo preventivo que creó el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha durante 2017.

En concreto, en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete empezó a ponerse en práctica en diciembre de 2018, lo que significa que ahora cumple su primer aniversario. Hasta el momento han conseguido captar a ocho niñas por esta vía.

Circuito de prevención

En la consulta de Vacunación Internacional se puso en marcha en 2018 un circuito de actividad cuyo objetivo es captar a aquellas niñas que presentan un riesgo inminente de que puedan sufrir mutilación genital femenina. Para considerar que esa niña presenta este riesgo, aparte de una serie de criterios que se establecen como comunes dentro del protocolo del Instituto de la Mujer, “existe uno que para nosotros es el que activa el circuito, que es el que da una categoría de mayor prioridad dándole a la niña categoría de riesgo inminente: viajar al país de origen de los padres”.

Además, desde este servicio también tienen en cuenta si ese país presenta unas altas tasas de prevalencias de mujeres de 15 a 65 años a las cuales les han realizado estas prácticas. Generalmente, afirma Carolos Ojeda, “con los datos que hay hasta la fecha se sabe que esta práctica se realiza no solamente en el continente africano, sino también en algunas regiones asiáticas”.

Este protocolo, continúa, se aplica también en otros lugares de España, y para su implantación y su correcta aplicación hay que tener constancia de que además de en el continente africano, se realiza en algunas regiones asiáticas ya que “es una práctica que generalmente se ha relacionado con la religión musulmana, pero no tiene nada que ver, no está recogido en ningún lado que esto sea así. Sí es verdad que es más bien una práctica originaria de grupos étnicos, más tribal que de una religión particular”.

Activación del protocolo

Una vez se detecta a una niña con este riesgo, se activa el protocolo. El siguiente paso es ponerse en contacto con el servicio de Trabajadores Sociales de la Gerencia del Hospital de Albacete y se les comunica que en Medicina Preventiva tienen un caso de riesgo inminente de mutilación genital femenina, posteriormente y en la propia consulta, relata el residente “les comentamos a los padres de las niñas que tienen que tener una cita con un trabajador social, que suele acudir en un intervalo de diez minutos a la consulta, para que les realice una entrevista, y entonces les comenta que si a la niña le realizan la mutilación genital pueden incurrir en un delito penal y les hacen firmar un compromiso, que está disponible en español y francés, que refleja cuáles son las consecuencias legales y penales”.

Posteriormente se concierta una cita con el servicio de pediatría en su centro de salud para que le realicen a la niña una exploración antes de irse de viaje, posteriormente, cuando vuelven del país de origen de los padres, se les vuelve a realizar otra exploración para comprobar que no ha ocurrido esta práctica.

En este sentido, Carlos Ojeda asegura que “principalmente los padres lo entienden, de hecho hay madres a las que les han realizado esta mutilación durante su infancia y no consienten que se la realicen a sus hijas. Saben de que se trata y tras hablar con el trabajador social son más conscientes de lo que supone todo esto”.

Incertidumbres

Este residente del CHUA afirma que “de momento no hemos encontrado ninguna incidencia, pero sí que es verdad que puede pasar que firmen el consentimiento y luego no acudan a la consulta del centro de salud, pero muchas veces es porque no les llegan las notificaciones y no saben cuándo deben acudir, o por circunstancias laborales y familiares no pueden acudir en ese momento a esas citas”. Ahí, asegura Carlos Ojeda, “es donde entra un poco la incertidumbre, aunque en la gran mayoría sí que se cumplen todas las fases”.

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