La escuela rural y el confinamiento: “Ha sido mucho más fácil dar educación individualizada”
La educación durante los meses de confinamiento fue uno de los grandes debates. Era una situación insólita para todas las partes involucradas: las familias debían lidiar con la conciliación con los pequeños en casa, los alumnos veían cómo su sistema educativo daba un giro de 180º y los profesores tenían que adaptar una programación y una metodología de enseñanza sin poder ver a sus alumnos cara a cara. Pero, ¿cómo ha sido el cambio para los colegios más pequeños? ¿Qué ha pasado en el medio rural?
Carla Gil Jiménez es la directora del Centro Rural Agrupado 'Río Tajo', que agrupa a centros de las localidades de Bercial, Alcolea de Tajo y Aldenueva. En total, 55 alumnos, muy por debajo de las clases de centros de enseñanza habitual. “Al principio fue un poco locura, pero lo hemos tenido más fácil y nos hemos logrado poner las pilas”, explica la docente. De hecho, explica que los alumnos de entre 3º y 6º de primaria ya utilizaban las tablets y estaban acostumbrados a trabajar con conexión digital. El cambio fue más bien para los alumnos de Educación Infantil, y los primeros dos cursos de Primaria. “Las familias también han tenido que ponerse las pilas, aquí han tenido que aprender todos”.
Las herramientas que han utilizado han sido, básicamente, todas las que han tenido a mano, incluso WhatsApp. Con aquellos alumnos que no tenían internet, se ha utilizado simplemente el móvil, aunque reconocen que sólo ha habido un par de alumnos con problemas de conexión, a los que se les facilitó tarjetas de datos para su conexión. “Nuestra premisa ha sido adelantar, no sólo repasar los contenidos que ya habíamos dado. Que nadie se quedara atrás por la pandemia”, asevera.
De todos modos, reconoce que el trabajo de los profesores ha llegado también a ser de “24 o 25 horas al día”. Si bien ha sido una experiencia dura para los docentes, porque no ha habido fronteras, los padres contactaban con ellos mañana tarde y noche, profesores y profesoras del centro se han volcado con las familias. “Hemos estado ahí para ayudar a descargar las plataformas, utilizando el PAPAS, WhatsApp, absolutamente todo lo que estaba a nuestra mano, Zoom, Classroom, todo uno a uno con las familias, todo el rato”, explica Carla.
De todos modos, existe una ventaja en la educación rural y es que son “muy poquitos”. “Nosotros podemos hacerlo de manera totalmente individualizada, las familias han tenido que ayudar mucho”. También han tenido el contratiempo de la 'conexión rural' que no siempre es la mejor. “Si hay una tormenta, pues ya no se podía dar clase. Pero creo que esto ha venido para quedarse y las familias han de ser conscientes de que la tecnología ha venido a qudarse”, recalca. Eso sí, los niños sí que dan muestras de hacerlo totalmente intuitiva, “son unos máquinas y lo han llevado controlado”.
Al final de los meses de confinamiento, Gil reconoce que ya hay algumnos que notan el cansancio con las tareas. No sólo los alumnos, las familias también. “No dejan de estar solos con el problema, muchos padres trabajan ambos y no tienen la misma disponibilidad y eso hay que compensarlo. Hay niños más responasbles y otros más vagos, pero nosotras podemos ir llamándolos para saber por qué no nos han mandado la tarea”. Los límites, como no dar el número de teléfono de los profesores, se traspasaron hace mucho, pero las familias “no han abusado” de estas facilidades. “Eso sí, siempre decimos que lo mejor son las clases presenciales, y que no se pueden sustituir”.
Cuidados emocionales
Los docentes también se han encargado de cuidar la parte emocional de las familias. “Hemos propuesto muchos retos semanales, adivinanzas, ejercicios, para que las familias lo grabasen y se sintiesen acompañadas”. Además, el CRA organizó una serie de entrevistas digitales con distintas personalidades famosas, como el triatleta Fernando Alarza, Manu Trigueros, Paco Cubelos, Sandra Sánchez, Carlos Maldonado o Alberto Jiménez, cantante de Miss Cafeína. Los alumnos y familias preparaban las preguntas y luego hacían la entrevista, que se difundía a través de las redes sociales.
“Han estado súper motivados y expectantes. La idea era que no tuvieran tanto la sensación de estar confinados y aislados, y así acompañarlos no sólo en lo educativo”, explica Carla Gil. Además, han intentado ser flexibles con los plazos, y que los alumnos estuvieran conectados de manera lúdica. “Nosotros podemos controlarlo porque somos pocos, para nosotros ha sido un lujo, aunque los alumnos sean de diferentes niveles el contacto ha sido siempre diario. En un cole grande la casuística es infinita”. Y aunque el equipo ha funcionado “fenomenal”, la realidad es que echan de menos las vacaciones más que cualquier otro año. “Necesitamos que llegue junio”, se ríe Carla.
Un cole con sólo cinco alumnos
Beatriz López es una de las dos profesoras del colegio 'Virgen de la Rosa' en la Serranía conquense. Al cole sólo van cinco alumnos, y son un colegio normal, no agrupado. Son alumnos de 3, 4 y 5 años, así como dos hermanos mellizos de cuarto de Primaria y una alumna de segundo de Primaria. “Cuando empezó todo, reunimos a los padres para ver cómo podíamos hacerlo, lo mejor que les viniese a ellos. Elegimos las vídeollamadas que era lo más sencillo, y de lo que podían estar más pendientes. También por correo electrónico”.
En el caso de las familias que se veían más saturadas, decidieron que lo más sencillo era ver cómo iban ellos mismos. Así fue en el caso de los de Educación Infantil; uno de los alumnos estaba más feliz trabajando en el huarto con su familia y entonces lo que hacen es facilitar el asesoramiento, para que el niño pueda seguir adelante con sus lecturas, sus cuentos, pero siempre gestionado por los padres. “Hacemos un seguimiento de lo que hacemos, con ellos es más fácil, pero con los alumnos de Primaria tenemos que tener más control”.
“La enseñanza puede ser más personalizada y puedes avanzar, sabes mejor por dónde tirar con lo que les falla y puedes dedicarle más tiempo a cada uno de los alumnos y es lo que hemos ido haciendo”. Con los padres, la relación se ha mantenido buena y han podido acudir a ellos con cada duda, han estado a su disposición para “cualquier cosa que les surgiera”. Los horarios son flexibles y así han podido salvar los problemas de conectividad que han podido tener y fue la misma directora la que llevó ordenadores a los que no tenían.
Ahora la cuestión es qué hacer para el próximo curso, especialmente en lo que se refiere a las medidas de higiene. “Las distancias no son un problema, pero los juguetes en infantil sí, por ejemplo. Por eso, planteo que a lo mejor tengan menos material con el que jugar, pero todo está en el aire”. También tienen que revisar cómo hacerlo para los que niños puedan jugar en el patio siguiendo los protocolos de higiene, planteándose si deben pintar las distintas zonas o cómo gestionarlo.
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