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La lucha contra el olvido de la historia familiar para rescatar (también) la memoria histórica

Pepe y Regina, foto cedida por Santiago Solera

Francisca Bravo Miranda

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“Mi madre ha muerto. Se llamaba María. Sus hijos, Raúl y Santiago, descubren entre los objetos dejados por ella cientos de fotografías”. Así nace el documental 'Lo perdido' producido por su propio director, Santiago Solera, que pone la mirada en un proceso tan íntimo como público: la memoria. Rebuscando en los cajones de su casa familiar, tras la muerte de su madre, Solera encontró fotografías que contaban una historia a punto de perderse, la de su propia familia. Así rescata la vida de Regina, su tía, de Pepe, el novio de su tía.

“Encontramos muchas fotografías, material que tenía ver con mi tía abuela, que nació en Tarancón, y su historia personal y familiar. A partir de ahí surge 'Lo perdido', pero también hay muchas historias paralelas”, relata el director. El núcleo familiar es fundamental en esta creación audiovisual, asegura, que tiene distintas partes y que cuenta la historia de una familia, una calle, un pueblo, un país.

Es trazando su historia que también va escribiendo la historia de España. Primero, la guerra civil, la posguerra, todo enfocado en la figura de su tía abuela, Regina, que fue enfermera durante el conflicto. La segunda parte, se centra en su madre, contando la experiencia de la posguerra y entrelazándola con la infancia y la educación. Y, finalmente, la reflexión de su hermano Raúl y la suya propia, de lo que ven. El elemento en común, las fotografías de su abuelo, su tía abuela y su madre, entre los años 1936 y 1960

El principal objetivo, explica Solera, es recuperar la memoria. “Se trata de recuperar a personas como Pepe, un hombre cuya vida pudimos comenzar a conocer gracias a fotografías, una personas que había vivido junto a familiares cercanos y que incluso ellos habían olvidado por completo”, explica el director. Al recuperar estas historias, señala, también se logra dar una nueva vida a un pasado, en el presente de las nuevas generaciones.

Fue un trabajo autofinanciado, con los propios ahorros de los realizadores. “Fuimos cuatro productores los que comenzamos a trabajar, preparar las entrevistas y rodar”, explica Solera, entre ellos, su hermano Raúl. “A la par que tratamos nuestra memoria, también hablamos de la memoria histórica vinculadas a ella, sobre todo en Tarancón”, afirma. Mientras escribían la historia individual de su familia, también recuperaban la de la localidad conquense.

“Las historias tienen que ver con la migración, o como mucha gente acabó en la cárcel y murió. Me pareció relevante establecer esta relación que existe en todas las familias, y de alguna manera quería contarlo desde el punto de vista de nuestra historia familiar, de la mía personal individual, para que pudiera ser vista”, señala el director.

Por ejemplo, su tía abuela Regina fue enfermera y trabajó en un hospital que atendía a las Brigadas Internacionales. Fue gracias a Máximo Molina, de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Cuenca, que fue entrevistado para el documental, que fue en el hospital número 1. “La primera parte del documental está vinculada a este descubrimiento, a partir del cual seguimos atando cabos y construimos el resto de la historia”, recalca.

Fue lo mismo que ocurrión con Pepe. “De a poco fuimos descubriendo que primero estaba en el bando nacional y luego se pasó al republicano. Como perdieron la guerra, él sabía perfectamente que lo iban a pillar, pero empezó la relación con Regina. Murió justamente cuando salió de la cárcel. Toda esa historia la habíamos olvidado. Son personas que hemos olvidado pero que estaría muy bien recuperar su memoria”, concluye.

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