Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los mapas de la Mancha, pero tal y como se veían en el siglo XVIII

Mapa de Abenójar según el Catastro del Marqués de la Ensenada. Foto Macarena Fernández

elDiarioclm.es / Cultura en Red Castilla-La Mancha

8 de enero de 2022 11:10 h

0

Este artículo pretende difundir y resaltar el valor patrimonial de una serie de documentos y planos originales, que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, relacionados con el Catastro del Marqués de la Ensenada realizado en España a mediados del siglo XVIII, cuando todavía no existía la actual división provincial. Por aquel entonces, lo que hoy conocemos como Ciudad Real formaba parte de la provincia de La Mancha. Esta documentación muestra la representación gráfica de varias localidades y paisajes de la antigua demarcación administrativa. 

La llamada provincia de La Mancha existió como circunscripción oficial en Castilla desde 1691 hasta 1833. Fue creada para facilitar la gestión más eficaz de la administración del extenso antiguo Reino de Toledo. La capital de esta provincia fue Ciudad Real, salvo en un breve periodo entre 1750 y 1761 durante el cual lo fue Almagro. A finales del siglo XVIII se incorporaron varias localidades de Toledo pertenecientes a la Orden de Santiago y, posteriormente, algunas de la Orden de San Juan. Esta provincia fue disuelta por la reforma administrativa de Javier de Burgos en 1833. Los municipios que la componían se distribuyeron en cinco provincias distintas. La mayor parte de ellos pasó a formar parte de la provincia de Ciudad Real, los de la zona del partido de Alcaraz se incorporaron a la provincia de Albacete y otras localidades se añadieron a las provincias de Cuenca, Toledo y Jaén. 

En el Archivo Histórico de Ciudad Real se conservan numerosos planos originales de las villas que pertenecían a la demarcación de La Mancha. Todos ellos forman parte del catastro de Ensenada, un censo de carácter fiscal diseñado en el contexto de las reformas producidas en la Europa ilustrada del siglo XVIII. El proyecto fue establecido e impulsado mediante un decreto de 10 de octubre de 1749 por el ministro de Fernando VI, el marqués de Ensenada del que toma el nombre. El objetivo de esta reforma fue establecer un nuevo sistema fiscal en los territorios de la Corona de Castilla con el propósito de sustituir las antiguas rentas provinciales por una contribución única, tratando de que todos los estamentos, incluyendo la nobleza y clero, contribuyeran al sostenimiento de la hacienda en función de su nivel de riqueza. Para ello era necesario obtener previamente la información sobre la riqueza del país y se utilizó el pueblo y su término como unidad jurisdiccional. El resultado fue un volumen muy importante de información de carácter económico-fiscal, demográfico y gráfico sobre las localidades de la Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII y una fuente para la investigación histórica de primer orden.  

 La documentación resultante del catastro de Ensenada es bastante detallada; además de los planos de las localidades destaca lo que sigue:

  •     Respuestas generales al interrogatorio compuesto por 40 preguntas. 
  •     Libro real de legos y real de eclesiásticos, o censo de las propiedades de los vecinos y forasteros hacendados, según fuera su condición: laico, clérigo regular o secular.
  •     Libro personal de legos o personal de eclesiásti¬cos: relación de las cabezas de la casa, también según el estado laico o clerical de los encuestados.
  •     Libros estados de los anteriores, donde se resumía el valor de los diversos productos en dinero.
  •    Todos ellos se acompañaban de distintos mapas donde figuraban estadísticas, resúmenes con datos del catastro, extractos, índices y correspondencia.

Junto a estos libros se conservan los Antecedentes Generales y la correspondencia entre la Real Junta de Contribuciones y la Gobernación de Almagro, que versa sobre la implantación y realización del cuestionario en la provincia. 

En resumen, toda esta documentación nos proporciona información muy útil para el estudio de aspectos interesantes en Ciudad Real a mediados del siglo XVIII: la geografía, la economía y la industria, la sociedad y el urbanismo entre otros asuntos.

De la variada tipología documental resultado de este censo, la documentación gráfica suele encontrarse dentro del libro correspondiente a los interrogatorios generales que se realizaban en cada localidad para poder confeccionar este censo. 

El catastro, desde el punto de vista cartográfico, se planteó obtener mapas, elaborados por geómetras, de cada localidad de la Corona, así como planos de las tierras, labradas o eriales, de montes o prados, existentes en dichos términos. La falta de expertos y la posible demora en la confección de los planos hizo rebajar los requerimientos cartográficos para centrarse en lo principal, el conocimiento de la riqueza de cada localidad. Como resultado produjo dos tipos de informaciones de interés cartográfico: las representaciones de los términos y las tierras existentes en todos ellos. 

Como conclusión, estos planos, aunque fueran muy simples o esquemáticos tuvieron mucha utilidad para diversos asuntos, entre los que destacamos los siguientes: la confección del nomenclátor de los pueblos, el conocimiento de la red caminera, dimensionar los cascos urbanos, la reconstrucción de los espacios de montes, bosques, dehesas, prados, tierras comunales y de propios, la recomposición de las provincias de entonces, con sus múltiples enclaves extraterritoriales, y con toda la complejidad jurisdiccional de la época. Por último, también tiene gran valor la cartografía catastral para conocer cómo se percibía el espacio y cómo se reflejaba en sus representaciones. 

síguenos en Telegram

Etiquetas
stats