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‘Las mamás belgas’, el legado olvidado de un grupo de enfermeras en la Guerra Civil Española

Enfermeras belgas y holandesas en el Hospital Militar de Onteniente en 1938

Lourdes Cifuentes

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Eran voluntarias, procedentes de otros países de Europa, algunas de ellas de Bélgica, sin formación médica pero con unos ideales claros, combatir el fascismo y proteger la II República Española durante la Guerra Civil. La historia de estas mujeres  -cuyos nombres, cuyos logros y cuyos sacrificios por fin se conocen- cobra vida en las páginas del libro ‘Las mamás belgas’, el sobrenombre con las que se les conocía en el pueblo y con el que se rescata su historia de la indiferencia y el olvido.

Su autor, el periodista belga Sven Tuytens ha compilado testimonios personales, documentos y vivencias para “poner rostro a estas valerosas mujeres”. Lo que en principio era un trabajo de investigación cuyo último objetivo sería un documental, ha terminado en una novela.

“El resultado es este y aporta la visión de las mujeres”, explica el autor del libro, que se pregunta : “¿Quién conoce los nombres de las mujeres que participaron en la Guerra Civil? He descubierto haciendo esta investigación que han sido olvidadas por ser mujeres no solo en la guerra de España sino también en la Segunda Guerra Mundial”.

‘Las mamás belgas’ pretende ser también un alegato en favor de esa otra historia, la que no nos llega en los libros de texto, la que queda silenciada, la que tiene nombre de mujer.  “Es como todo en la historia. Todo el mundo sabe quienes fueron García Lorca, Dalí, Buñuel... ¿pero quién conoce los nombres de las ‘Sin Sombrero’?'”

Tuytens las describe como comunistas, inmigrantes y muy activas. “Eran feministas”, asegura, y los ideales por los que luchaban “hoy día siguen en vigor”. Pero también las muestra como mujeres liberadas, con estilos de vida muy diferentes a los que las mujeres españolas y la sociedad de aquel país en guerra estaba acostumbrada. “Fuman, son coquetas y son un ejemplo para chicas de aquí, más jóvenes. Eran mujeres que habían visto mucho más que las chicas locales. Algunas de ellas ya habían pasado por cárceles, eran activistas, inmigrantes de los países del Este. Llegan aquí con las ideas muy claras”, explica.

Una foto como punto de partida

Todo parte de esta foto fechada el 1 de mayo de 1937 en la Plaza de Cataluña. “Desde que encontré la foto han pasado cinco años”, dice el periodista. “Pensaba hacer algo pequeño. Me interesaba la foto y el primer paso era hacer el documental. Quería saber, investigar en los archivos, sobre todo en los archivos de la Policía en Bélgica, algo imposible de hacer aquí en España”. Pero indagando las fuentes escritas se convirtieron en testimonios de familiares, en líneas que ellas mismas dejaron escritas. Un largo recorrido que derivó en contactos personales, con hijos, conocidos... “y ahí entras en las familias y hay otra información que sale”, apunta el autor. 

La siguiente pregunta fue: “¿Hay alguien vivo?”. Sí, la sorpresa fue encontrar a Rosariet una anciana de 97 años -94 cuando habló con él durante su proceso de documentación-  que coincidió con las enfermeras belgas en el hospital militar de Onteniente, donde fueron destinadas. Esa pequeña ciudad valenciana es el centro del viaje a una guerra que las marcaría de por vida. Y una vez que habló con Rosariet “pensé que tenía que hacer un documental y allí me fui”.

La historia comenzó a cobrar vida, a devolver a Onteniente nuevamente a esos años -1937 y 1938-  en los que estas mujeres llegaron, sin ser requeridas, para ayudar, en este caso como enfermeras. “Nada las impulsaba a venir a España salvo sus ideales políticos”. El camino no fue fácil. Algunas llevaban meses tratando de viajar al país en guerra donde sus maridos o novios habían venido a combatir formando parte de las Brigadas Internacionales.

No se les permitía estar en la primera línea de batalla. Su papel estaba relegado al de los cuidados. Y así, sin apenas formación -un par de días aprendiendo lo básico de enfermería en un piso de Amberes, y nociones básicas de castellano- subieron a un tren camino a Onteniente.  “Llegaron y la primera semana llegan 400 heridos del frente de Madrid, de Jarama, y empiezan a cuidarlos haciendo el trabajo de enfermeras”, relata el periodista.

Lo que queda de esas dos Españas 

“¿La historia que vienes a contar es la de que los buenos de antes ahora son los malos y los malos son los buenos ahora?”. Es la pregunta con la que recibió el fraile del monasterio de Onteniente a Sven Tuytens cuando visitó el lugar donde se había instalado ese hospital militar en el año 1937 y en el que trabajaron estas mujeres.  Es el reflejo de ese poso que aún hoy queda y que señala a las dos Españas que durante aquella contienda fracturaron en dos el país.

Una sensación que el propio periodista ha notado. “Preocupación sobre cómo se iba a contar la historia” especialmente desde ese municipio valenciano donde todos se conocen y donde todos saben en qué bando luchó la familia de cada cual. 

Tuytens ha viajado a Albacete para presentar su libro, ya que fue una ciudad clave en la Guerra Civil porque fue el punto neurálgico de las Brigadas Internacionales que llegaban de muchos países para luchar por el bando republicano en la Guerra Civil. Albacete es una de las ciudades y escenarios que se pueden encontrar en el libro.  “Han impactado mucho las canciones que los Brigadistas cantaban aquí en Albacete, que han quedado para el recuerdo”, dice el autor que asegura que entre los testimonios que ha compilado en estos años se encuentra la hija de un brigadista que aludía a esas canciones. “Contaban que esas canciones se las cantaban sus madres para dormir”.

De hecho, en el libro se recoge el testimonio de una de esas mamás belgas. “Llega a Albacete y en las calles describe un ambiente multicultural, con diferentes idiomas, mucha gente joven y se encuentra a un brigadista alemán que le dice ”estoy aquí porque estamos en guerra“. Albacete era el punto de destino antes del hospital. El viaje desde Bélgica era una aventura para llegar a España. ”Llegar a Albacete era el principio de la lucha“.

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