¡Basta ya de utilizar a ETA!

La política vive un momento de descrédito generalizado. El nivel de los debates, los escándalos continuos de corrupción, los argumentos y la forma de dirigirse al oponente, generan una sensación de desprestigio muy grande, lo que hace que muchos ciudadanos, haciendo una generalización injusta -pero entendible, consecuencia de cierto hastío-, metan a todos los políticos en el mismo saco.

Hay muchos alcaldes y concejales, que desarrollan su compromiso político en pequeños municipios, sin cobrar, de manera voluntaria, que se encuentran hartos de la situación de tener que defender -y defenderse- de determinados comportamientos, que nada tienen que ver con ellos.

Y desde la ciudadanía, también desde los que estamos comprometidos con una política respetuosa y honrada, debemos decir basta.

La razón de esta columna nace, precisamente, de escuchar a la presidenta de la Comunidad de Madrid -a quien, por la responsabilidad que ostenta, habría que exigir el máximo respeto institucional- afirmar algo que, sinceramente, cuesta creer que llegara a pronunciar: “ETA está preparando su asalto al País Vasco y Navarra, mientras sostiene a Pedro Sánchez. ¡Qué me digan que es mentira!”.

Pues yo voy a decírselo, con todo mi respeto. Claro que es mentira. ETA desapareció en mayo de 2018 tras anunciar el cese de la violencia en 2011. ¡Hace catorce años! Desde entonces, la situación política se ha normalizado extraordinariamente en el País Vasco, en Navarra y en el resto de España, y todos los ciudadanos pueden defender sus ideas, sean las que sean, desde el respeto a las de los demás y la renuncia a la violencia. Creo que, como sociedad, podemos estar orgullosos de que ETA no exista y haya mejorado la convivencia entre todos.

La instrumentalización de ETA para casi cualquier propósito -confundiendo deliberadamente los votos legítimos de los ciudadanos vascos y navarros de hoy con los coches bomba de ayer- resulta, en boca de la señora Ayuso, absolutamente intolerable. Es demagogia en estado puro: una mentira consciente que solo busca generar una crispación tan gratuita como dañina.

Sin duda, es una más de sus estratagemas, entre las que se encuentra, como nos recuerdan día sí y día también, entre risas, muchos correligionarios suyos, un insulto gravísimo al presidente del gobierno, fuera, por supuesto, de las mínimas normas de educación y respeto. La sociedad democrática no puede tolerarlo.

Y lo más grave de todo es que mientras desvía la atención con bravuconadas que desacreditan la política, su gobierno desmantela los servicios públicos, entre ellos, la educación pública, que es el pilar más importante de una sociedad justa e igualitaria.

Una vergüenza.