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Comienza un nuevo curso escolar y con él expectativas e ilusiones sobre la capacidad del sistema para formar y educar en los conocimientos y en los valores que necesitan como ciudadanos y ciudadanas responsables. Últimamente llenamos el cajón de las competencias a desarrollar en los educandos de distintas materias “transversales” que versan sobre los más variados conceptos, incluyendo también la tan llevada y traída “educación para el respeto de nuestro Patrimonio Cultural”.
Se habla mucho de educar en y con el entorno, en las salidas educativas etc. Algo que estaba en el ADN de la ILE (Institución Libre de Enseñanza) y de las corrientes pedagógicas más conocidas. Pero es tal el cúmulo de conocimientos curriculares, normativas escolares, y ¡ojo!, posibles responsabilidades civiles y penales de los docentes, que cada vez se realizan menos transgresiones a la ortodoxia normativa, actividades extraescolares y, no digamos ya salidas y viajes de estudio.
En su día la ESO permitió una optativa denominada “Patrimonio Histórico y Cultural” que algunos docentes adaptamos a nuestro entorno. En muchos lugares los contenidos se llenaron de patrimonio etnográfico o de patrimonio cultural inmaterial, en Toledo diseñé un material que fue premiado por la Consejería de Educación en su día sobre el entorno de San Bernardo de Toledo -cuando todavía era una sola finca, hoy sería casi imposible ponerla en práctica-.
Las salidas permitieron a nuestro alumnado disfrutar y aprender de la ciudad de Toledo, de sus yacimientos arqueológicos, archivos, bibliotecas, museos, monumentos y urbanismo, gracias también a la complicidad de la dirección del centro que facilitó las salidas.
Además, el IES 'El Greco' de Toledo es uno de los Institutos Históricos de Castilla-La Mancha, y con sus colecciones históricas y fondos archivísticos y bibliográficos, en él pudimos desarrollar un equipo de docentes que colaboramos en el proyecto material didáctico que facilitó su conocimiento y disfrute, experiencia que pudimos mostrar a otros Institutos Históricos de Castilla-La Mancha gracias al empeño de la Consejería de Educación en fomentar su conocimiento, conservación y puesta en valor de dicho patrimonio educativo.
He de decir que, por mi labor profesional y dedicación al Patrimonio Cultural he disfrutado de la labor formativa y divulgativa de docentes que, como los que formaban el grupo “Tránsito”, realizaron a través de publicaciones y cursos de formación docente realizados en el CPR de Toledo, con un recuerdo especial e Enrique Lorente Toledo y a Alfonso Vázquez González.
Asimismo se realizaron, hasta el momento sin resultado, propuestas a las autoridades competentes para que se elaborasen y editasen materiales didácticos por etapas educativas y adaptaciones que permitiesen visitar las ciudades patrimonio de Castilla-La Mancha, ya que, desde hace algunos años la Junta de Comunidades y Diputaciones provinciales promovían las visitas escolares a distintos puntos de la región, teniendo el profesorado acompañante que elaborar -como siempre a costa de su tiempo y dedicación a otras tareas docentes- material específico para cada salida.
Es tanto lo que queda por hacer en materia de Educación en Patrimonio que, tras toda una vida docente, parece que estamos en el punto de salida. Sigue siendo muy difícil -lo sé también por experiencia propia-, la imbricación de las dos viceconsejerías: la de Educación y la de Cultura, para realizar proyectos que aúnen estas dos facetas, que, aunque deberían ir de la mano, siguen disociadas.
El resultado lo observan los lectores en las siguientes ilustraciones: unos grafitis en los muros de la Fábrica de Armas de Toledo, edificio declarado BIC, toda una lección de falta de valoración y respeto por el patrimonio cultural por parte de nuestros jóvenes.
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