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Las del 23J no han sido unas elecciones generales al uso, no solo por su convocatoria anticipada, su celebración estival sin precedentes o la elevada participación de la ciudadanía a pesar de las altas temperaturas y las vacaciones. En estas elecciones, las y los españoles aceptaron el órdago de Pedro Sánchez y reconocieron las urnas como un plebiscito entre seguir avanzando a través del blindaje y el ensanchamiento de derechos y libertades o el retroceso reaccionario y excluyente planteado por la ultraderecha, que asumió como propio Feijóo.
Es momento para que, desde la reflexión y la autocrítica, debatamos cómo ha de construirse el nuevo bloque progresista, cuáles son las luchas y retos a alcanzar durante los próximos cuatro años y cómo debe ser el feminismo que tiene enarbolar y liderar los avances en derechos y libertades que se han de lograr.
El hecho de que el feminismo, como movimiento social, atraviese la esfera política, abra debates, cambie vidas y transforme la realidad, era inimaginable en 2019. Cuatro años después, tras una presión mediática sin precedentes, con un Ministerio de Igualdad cuya acción y cuyos avances serán motivo de estudio en la historia de España, las políticas feministas son una realidad incuestionable gracias a Podemos y a Irene Montero. La valentía y la determinación de Irene pasará a la historia porque ha tenido una agenda feminista clara que ha defendido con determinación, abriendo debates otrora impensables, con el fin de construir una sociedad más igualitaria y más justa.
Y, mientras, a nivel internacional, con el liderazgo de Irene, dieciséis países de la Unión Europea se han comprometido a proteger la libre autodeterminación de género.
La ONU ha felicitado la labor de Irene Montero y la del Ministerio por “el establecimiento de una arquitectura nacional para los derechos de las mujeres”, especialmente gracias a la aprobación de la Ley del Aborto y la Ley Trans, leyes que según el propio organismo suponen un “verdadero programa nacional para promover la inclusión social en todos los sectores.”
Unas leyes que, junto con otras como la Ley de Libertad Sexual, el Plan de Acción Urgente contra la Trata y la Explotación Sexual, la Estrategia Nacional contra las Violencias Machistas 2021-2025, la bajada del IVA al 4% de productos de higiene femenina y anticonceptivos y el aumento de un 387% del presupuesto para políticas públicas destinadas a avanzar en la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, han convertido a nuestro país en un referente en derechos para las mujeres. Un espejo sobre el que el resto del mundo observa detenidamente, cómo construir una sociedad más libre para todas, todos y todes.
Leyes, medidas y planes que no solo alcanzan la esfera internacional, sino que arraigan en los territorios: en nuestros pueblos y ciudades. En los lugares donde realmente las políticas feministas salvan vidas y favorecen los cuidados y la conciliación de las familias. Sin duda, el mayor ejemplo ha sido el impacto del Plan Corresponsables en comunidades como Castilla-La Mancha. Se trata de una política financiada íntegramente por el Ministerio de Igualdad y bajo cuya gestión y supervisión los distintos territorios han puesto en marcha en empleos de calidad dentro del sistema de cuidados y facilitado la conciliación de las familias.
Un Plan que ha permitido que más del 98% de los municipios con más de 1.000 habitantes en Castilla-La Mancha tengan acceso a los servicios básicos para la promoción del cuidado de menores y la dignificación de las mujeres trabajadoras en el sector de los cuidados. Un Plan que han puesto en marcha ayuntamientos de todos los signos políticos. Un Plan que ejecutivos regionales no solo han tratado de apropiarse, sino que, además, mientras en los despachos se alababan los fondos que recibían y la función tan importante que estos suponían, en las ruedas de prensa criticaban con dureza la labor del Ministerio de Igualdad y de su titular.
Durante estos próximos cuatro años, las fuerzas progresistas tenemos la oportunidad de continuar reivindicando el trabajo realizado durante la anterior legislatura. Tenemos la oportunidad de que ese feminismo consolide los avances logrados, que no sea tibio para agradar y complacer y que nos defienda ante quien nos niega o minusvalora. Tenemos la oportunidad de que el feminismo siga siendo una herramienta transversal en las políticas públicas y un movimiento social que siga llenando las calles exigiendo derechos.
Cada una de nosotras, desde nuestro espacio, con la generosidad que desde nuestras filas hemos aprendido y que hemos demostrado en los momentos más difíciles y más importantes para nuestro país, seguiremos construyendo un feminismo integrador, dialogante y valiente; muy valiente. Gracias por tu determinación y por el legado político feminista, inclusivo y humano, Irene.
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