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Los vecinos del bloque desalojado hace un año en Guadalajara reclaman “seguridad” antes de volver a sus hogares

Viviendas en La Laguna de la Colmada (Guadalajara)

Raquel Gamo

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La madrugada del 11 de enero de 2018 es una fecha que los vecinos del edificio de Laguna de la Colmada, enclavado en el barrio de Aguas Vivas de Guadalajara difícilmente podrán borrar de su memoria. Aquella noche las 48 familias que lo habitaban se vieron forzadas a dejar sus casas por los problemas técnicos que arrastraba este bloque de viviendas sociales, propiedad de la Junta de Castilla-La Mancha construido en 2004. Las grietas, los boquetes en muros y humedades que sufrieron sus pisos les llevaron a un exilio forzoso, ‘sine die’ de retorno.

Un año después, la mayoría de los inquilinos afectados viven realojados temporalmente en diferentes viviendas de alquiler de la capital alcarreña. Reclaman, entre el desasosiego y la resignación, “certezas y seguridad” para poder recuperar su vida en el barrio donde siguen sus casas, después de que concluya la rehabilitación que se desarrolla actualmente en el edificio. Otras 10 familias decidieron adquirir otra residencia y renunciaron al contrato de arrendamiento que les ligaba a Laguna de la Colmada.

Pilar Rubio, una de las vecinas más antiguas de la finca de Aguas Vivas y que, desde febrero habita un piso de la calle Cifuentes por el que paga en torno a 80 euros al mes, asegura a eldiarioclm.es, que “nadie de la Junta nos ha informado cuando comenzaron las obras ni cuándo podremos volver, solo sabemos por la televisión que probablemente en marzo, pero llevamos sin reunirnos con Gicaman desde junio”. Además, sobre la idea de regresar a su casa explica que “tengo miedo y quiero garantías de seguridad, porque ”el edificio se partió en dos, aparecieron balsas de agua en el sótano y creo que las obras son un remache“.

En la misma línea se manifiesta Estíbaliz Zahonero, otra de las afectadas, que también fue realojada en otra vivienda de la ciudad: “A pesar de la desgracia, vivo en una vivienda digna, pero nadie nos ha comunicado cuando volveremos a casa, solo nos han hablado de una inspección con la que se desechará todo lo que estaba almacenado en los trasteros del edificio”.

Las obras de reconstrucción del edificio comenzaron a primeros de noviembre, cinco meses después de que un estudio técnico encargado por la propietaria del inmueble apuntó a una “mala ejecución de la obra en la compactación del edificio” como causa de la aparición de las grietas y humedades en las viviendas. El diagnóstico descartó, en cambio deficiencias en la estructura y cualquier riesgo de colapso o derrumbe del edificio.

Desde entonces y, después de que culminaran en otoño las intervenciones de prevención en el edificio gemelo de Laguna de Taravilla, también afectado, aunque en menor medida, los trabajos se han concentrado en dos fases. La primera de ellas, que la entidad pública prevé concluir en febrero ha consistido en afianzar el edificio mediante la rehabilitación de la red de saneamiento para evitar humedades y en el recalce el inmueble con resinas expansivas para reforzar la cimentación del bloque.

A continuación se restaurarán las viviendas y los espacios comunes dañados entre los que sobresale la rehabilitación integral de la fachada de la escalera, epicentro de los problemas de la comunidad de Laguna de La Colmada y, que fue apuntalada de emergencia hace un año.

El coste total de estos trabajos supera los 600.000 euros, que sufragará la constructora que en 2005 dirigió la obra. En este sentido, la Consejería de Fomento ha demandado judicialmente a la constructora por daños y perjuicios.

Desde la Empresa Pública de Gestión de Infraestructuras de Castilla-La Mancha estiman que los inquilinos podrán regresar a sus viviendas a mediados de año. “Empatizamos con el trastorno vivido por los vecinos de La Colmada y les pedimos paciencia porque, aunque las obras van con retraso, no hemos parado de trabajar y nuestro empeño es solucionar los problemas del edificio para que los vecinos los habiten de nuevo en condiciones de seguridad”, afirma Javier Barrado, presidente de Gicaman.

La intención de la empresa pública es reunirse durante las próximas semanas con los vecinos de la comunidad de Aguas Vivas para informarles del desarrollo de las obras y fijar un calendario para coordinar el retorno.

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