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La otra despoblación de Castilla y León: los jóvenes universitarios y de capitales de provincias emigran a otras comunidades

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Ángel Villascusa

A la despoblación rural Castilla y León tiene que sumar otro fenómeno: la marcha de jóvenes con estudios universitarios hacia otras regiones del país. La Comunidad se ha convertido en la principal zona expulsora de personas cualificadas de toda España, según los datos de un informe del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El 35,5% de los castellanos y leoneses titulados o graduados de entre 25 y 39 años vive fuera de Castilla y León, más del doble que la media nacional (16,5%). Cada año emigran a otra Comunidad alrededor de 2.175 jóvenes castellanos y leoneses. El fenómeno no es exclusivo de Castilla y León: Galicia, Asturias, Navarra, Castilla-La Mancha, Cantabria y la Comunidad Valenciana sufren el mismo problema.

“Este fenómeno se produce porque existe un desajuste entre el nivel educativo de la población y el mercado laboral autonómico, que requiere muy pocos empleos cualificados”, explica el investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona Miguel González Leonardo. González, además de haber dirigido varios estudios relacionados con la despoblación, es un ejemplo ilustrativo: es de Valladolid pero desarrolla su carrera como investigador en Cataluña. Ni de lejos es el único. Sandra, de 25 años, estudió interpretación y traducción en Valladolid. Ni siquiera con una carrera y un máster pudo encontrar trabajo relacionado con sus estudios en la Comunidad.

Al terminar el máster, buscó trabajo en internet y envió decenas de currículums, pero en Castilla y León solo le ofrecían contratos de becaria. “Al final, encontré trabajo como autónoma en una empresa de traducción”, explica por teléfono. Con este empleo pudo vivir un año en su ciudad, Valladolid, pero la empresa era madrileña. Al ver las pocas perspectivas laborales, decidió probar suerte en Palma de Mallorca.

El fenómeno de la despoblación urbana

Para González la despoblación rural tradicional y el fenómeno que ha estudiado tienen particularidades diferentes, aunque en ambos casos se trate de emigración. “La despoblación rural es un fenómeno que se da desde hace décadas y aunque se haya agudizado, lo que estamos viendo ahora es que las capitales de provincia son las zonas más expulsoras. Se trata de una despoblación urbana”, sentencia.

Según el estudio “Descapitalización educativa y segunda oleada de despoblación”, publicado por Gonzalez en el mes de julio, Castilla y León sufre pérdidas migratorias anuales por movilidad interregional y hacia el exterior del -13,4‰ entre los jóvenes de las capitales de provincia, -9,25‰ en los restantes municipios urbanos y -9,63‰ en el medio rural. Es decir, los jóvenes más propensos a emigrar son los que viven en las ciudades más importantes de Castilla y León.

El recorrido se produce en varias fases. Primero los jóvenes se desplazan a las capitales provinciales de su Comunidad para estudiar o para incorporarse al mercado laboral; posteriormente, emigran hacia ámbitos urbanos de mayor entidad, sobre todo Madrid, la Comunidad Autónoma que más emigrantes nacionales atrae. Casi todos los amigos de Sandra, la traductora vallisoletana, son originarios de zonas muy pobladas o de capitales de provincia, y ahora, según cuenta “la mayoría” vive en otra Comunidad.

El estudio dirigido por González no analiza qué sectores presentan menos oportunidades para los universitarios. Su autor apunta a que existe cierta transversalidad. “En Castilla y León es difícil encontrar empleos cualificados si buscas fuera de la administración, la automoción o la industria agroalimentaria”, señala. Incluso en esos sectores las condiciones las condiciones no son tan buenas como en otras comunidades. “Si estás formado en esas ramas es posible que encuentres trabajo, pero peor pagado que en otras regiones”, subraya.

Guillermo Guerra, de Benavides de Órbigo (León) trabaja para el Valencia C.F y ha experimentado la diferencia salarial entre regiones. “Tanto yo como mi hermano estudiamos Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en León. Él vive en León y yo en Valencia, pero mis condiciones son mucho mejores”, explica.

“En este mundo nos conocemos todos y sé, por lo que me cuentan compañeros de la carrera, que cobraría mucho menos si me hubiese quedado en León”, dice con resignación. Sin embargo, como pasa con otros muchos castellanos y leoneses emigrados, no se niega a volver a su tierra. “Si se dieran las condiciones volvería a casa”. Su novia, también de Benavides, e s enfermera y vive con él en Valencia.

Un mercado cada vez menos cualificado

Según el estudio de la UAB, en 2011 el 36,2 % de los castellanos y leoneses de hasta 39 años posee un título universitario. Este numero, también se está reduciendo y en 2017 se situaba en el 34,7%. Orlando Ganado, de la Federación de Enseñanza Universitaria de CCOO en Castilla y León, cree que la falta de oportunidades laborales para los titulados está provocando una reducción “alarmante” en el número de matrículas universitarias.

Para Ganado el problema no es tanto la sobrecualificación de la población, como “un mercado laboral moribundo”. Para el sindicalista, la emigración de los castellanos y leoneses es doblemente negativo: “Estos jóvenes van a enriquecer a otras áreas geográficas mientras que nosotros, que pagamos para que estudien, nos seguimos empobreciendo”.

Como Guillermo, Sandra tampoco se plantea volver a su comunidad en el corto y medio plazo. En Baleares ha logrado un contrato indefinido y, aunque sea más caro vivir, cree que su calidad de vida ha mejorado. “Aquí hay mucho ocio, gente de otras partes del mundo y actividades que siento que me enriquecen”. Este es otro motivo por el que el aumento de la emigración interior puede ser un problema para fomentar el retorno. Los llamados “factores blandos” también afectan a quienes se marchan, y pueden hacer poco atractivo el regreso.

Aunque la Junta de Castilla y León aprobó este año un plan para conceder ayudas a emigrantes estas no han empezado a distribuirse. El programa “Retorna y Trabaja” fue aprobado en marzo por la Consejería de Economía y Hacienda, y en teoría recoge ayudas de hasta 20.000 euros para las empresas que realicen contratos indefinido y de 4.500 euros para aquellos castellanos y leoneses que quieran volver. El plan existe sobre el papel, pero no hay ni información ni plazos para solicitar las ayudas. “A día de hoy solo se dan ayudas a quienes viven fuera de España”, explican en la Asociación de Emigrantes Retornados a Castilla y León (AERCYL). Como expone el estudio de la UAB, tan solo el 15% de los emigrantes de Castilla y León vive en el extranjero.

Como muchísimos jóvenes de Castilla y León, Guillermo Guerra no ha oído hablar del plan de retorno de la Junta y aunque cree que podría ser interesante acogerse a él, considera que las ayudas económicas podrían quedarse en nada. “Está bien que se den ayudas, pero el problema es más profundo. Puedes intentar que la gente retorne, pero si la Comunidad no es capaz de retener a los jóvenes, cuando se acabe el dinero volveremos a la misma situación”.

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