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Las “parteras” de los pueblos, pioneras de la sororidad desde la sombra

La bisnieta de Cristina Burgos, la partera de Santo Tomé del Puerto, Luisa García junto con su hija María José Ruiz

EFE/Laura López

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Durante décadas, las conocidas como “parteras” ayudaron de forma altruista e intuitiva a las mujeres de su pueblo a dar a luz a sus hijos en una época en el que el médico no llegaba al medio rural, un ejercicio de lo que hoy conocemos por “sororidad” que ha pasado desapercibido hasta ahora.

Al menos en el caso de Segovia, esta injusticia ha sido reparada este 8 de marzo en un emotivo homenaje dedicado a Cristina Burgos Herrero (1880-1968), la que fue “partera” durante cuarenta años del municipio Santo Tomé del Puerto, y que se extiende a todas las que desempeñaron este importante papel.

La conocida por todos los vecinos como “tía Cristina” fue la tercera hija de un total de diez hermanos, estaba casada con el sacristán del pueblo y, aunque no se sabe muy bien por qué adquirió este rol, sus descendientes suponen que se debe a su experiencia tras dar a luz a diez hijos.

“Entre las mujeres del pueblo se ponían de acuerdo y ella debió ser la que tenía un poco mas de habilidad y, a través de la tradición, fue tomando este rol”, ha relatado este miércoles en una entrevista con la Agencia EFE uno de sus bisnietos, Alfredo Moreno, de 49 años.

Cuerdas y hongos para aliviar el dolor

Él es el que más ha investigado la historia de su bisabuela, que desempeñaba su labor de “partera” con total dedicación, ya que atendía a sus vecinas a cualquier hora del día -y de la noche- y en ocasiones tenía que cuidar de varios nacimientos a la vez, con los rudimentarios medios de la época.

Sus nietas, algunas hoy con más de ochenta años, relatan cómo la tía Cristina ataba unas cuerdas al cabecero de la cama para que la mujer embarazada se agarrase a ellas, presas del dolor, y cómo muchos años después descubrieron para qué servía los cornezuelos que su abuela hacía recoger de entre el centeno.

“El cornezuelo es un hongo que sale del centeno, que con el tiempo se ha utilizado para hacer el LSD, y que la tía Cristina utilizaba a la hora del parto, lo hervía y se lo daba de beber a las mujeres para aliviar sus dolores y para controlar las hemorragias”, ha explicado Alfredo Moreno.

Un acto de 'sororidad' antes de que se inventará el término

La tía Cristina vivía en primera persona el sufrimiento de las madres, la alegría de cada nueva vida que llegaba a su pueblo, pero también ofrecía consuelo a aquellas que tenían la desgracia de perder a su bebé, algo más común en esa época, y las acompañaba en el duelo.

“Es la definición de sororidad, esa palabra que está tan de moda ahora, pero que antes ya existía en esta colaboración entre mujeres, porque solo eran mujeres las que se ayudaban de esta manera”, ha comentado el bisnieto de la protagonista.

Otra de sus bisnietas, María José Ruiz, de 57 años, ha señalado en otra entrevista que la propia familia no había dado nunca “una importancia extrema” a la figura de su bisabuela porque lo habían tomado siempre como algo “natural”.

No fue hasta hace dos años que el Ayuntamiento de Santo Tomé del Puerto decidió poner a una de sus calles el nombre “Avenida de Doña Cristina Burgos Herrero”, un hecho por el que la Diputación de Segovia conoció su historia y decidió otorgarle el reconocimiento de “Supersegoviana”.

A raíz de estas iniciativas, la propia familia y los vecinos del pueblo se han dado cuenta del valor del trabajo -por supuesto, no remunerado- que la tía Cristina realizó durante tantos años, en los que ayudó a traer al mundo a cerca de 1.000 personas.

“Si estuviera aquí, se sentiría súper orgullosa, yo creo que no se podría haber imaginado esto porque ella lo hacía de forma tan natural, no como algo extraordinario, yo creo que se sentiría como en una nube... Encima aquí en Segovia, que ella nunca pudo venir hasta la capital, como la llamaban entonces”, ha relatado la bisnieta.

La técnica de la Unidad de Igualdad, Género y Diversidad de la Diputación de Segovia, Virginia Gómez, ha opinado en declaraciones a Efe que es “muy necesario” rescatar estas figuras del olvido y visibilizar su importante labor, que por estar vinculada a los cuidados, siempre se ha mantenido en un segundo plano.

“En los pueblos siempre identificamos unas figuras tradicionales, generalmente masculinas, como el médico, el juez, el guardia civil... y no pasa lo mismo con el desempeño de las mujeres, en la línea con la estructura patriarcal en la que estamos”, ha analizado la experta.

Con este homenaje, Gómez confía en que Segovia les haya devuelto a estas mujeres su lugar en la historia como figuras clave en el desarrollo de los pueblos y de su bienestar cuando no existían servicios básicos, en la construcción de comunidad y en el avance de las sociedades.

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