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Coincidiendo con el 40 aniversario de la explosión del punk, más de cincuenta artistas trazan en el MACBA un recorrido por su influencia en el arte actual y su presencia como actitud
Creativos, alocados y muy agresivos, como forma de demostrar su rechazo frontal a la sociedad. Pero también muy inocentes, no tenían ni idea de nada y querían descubrirlo todo solos y aceleradamente. Los primeros 80 eran poco más de 50 punks en todo el Área Metropolitana. A partir del 84 comenzó a subir la cifra y en abril del 86, el momento álgido, más de mil. También fueron la primera generación de jóvenes que salió a la calle sin el dictador y la primera en darse cuenta de que la transición hacia una democracia real y popular era mentira. Vivían en la dictadura de los partidos, como dice Pau Riba, o la del dinero, simplemente. Así eran los punks en Barcelona. El nuevo director del MACBA, Ferran Barenblit, hace unos meses, aseguraba que el museo debía impregnarse del espíritu punk de la ciudad. “Barcelona era canalla y deseo que lo sea. En buena parte la definición de Barcelona como modelo de éxito viene de esta actitud y de ámbitos muy underground. Sin olvidar que somos un museo, tenemos que ser un poco canalla”.
El contagio no se ha hecho esperar y el MACBA respira punk por todos los lados gracias a PUNK. Sus rastros en el artecontemporáneo, una exposición que reúne más de un centenar de obras de artistas nacionales y extranjeros comisariados por David G. Torres. La muestra revela los principales elementos que definen el punk mediante los rastros que ha dejado en la producción artística contemporánea. “¿Se ha sentido nunca estafados?”, es la pregunta que lanzó al aire Johnny Rotten 1978 el último concierto en San Francisco de la banda icono del punk, los Sex Pistols. Y la respuesta, ante la crisis social y política de los años setenta, está llena de rabia, inconformismo, negación, provocación... El punk es una actitud que eclosiona entre 1976 y 1978 en Londres y Nueva York como expresión de rechazo total al sistema. Recoge el lema “No future” de movimientos anteriores como el situacionismo y el dadaísmo pero, a diferencia de éstos, emerge en medio de la cultura de masas, lo que provoca que trascienda más allá de los setenta, del contexto anglosajón y de la escena musical. Punk se convierte en un adjetivo que califica una manera de entender el mundo y de enfrentarse al contexto sociopolítico y los convencionalismos, como lo hace una buena parte del arte contemporáneo con un fuerte espíritu crítico y cuestionador.
El punk aparece como una referencia explícita en muchos artistas; en los usos de elementos como el ruido, la tipografía de recortes, el antidiseño y el feísmo; o con la inclusión de referencias musicales explícitas a grupos musicales. Pero también se muestra el rastro del punk como actitud: la negación, la oposición y la destrucción; el hazlo tú mismo; la alusión al miedo y el terror en una sociedad que ajena individuos; la misma alienación que provoca estados psicóticos; la valoración de lo que sale de la norma; el nihilismo; la crítica al sistema económico y la anarquía; o la reivindicación de la propia libertad sexual, del cuerpo como lugar de batalla.
El MACBA reúne más de un centenar de obras, entre pinturas, instalaciones, fotografías, vídeos, rastros documentales y piezas únicas para poner de relieve hasta qué punto los ecos de esta actitud - los motivos que llevan a la insatisfacción, el inconformismo, la pérdida de fe en el progre o la crítica a los iconos del sistema - son intrínsecos a la práctica de muchos artistas. Algunos de los principales factores de la crisis de los setenta presentes en el nacimiento del punk siguen siendo vigentes en la actualidad, y la creación artística contemporánea demuestra que el “punk is (not) dead” (el punk (no) ha muerto).
Las obras comprendidas en esta exposición, independientemente de su tipología, están realizadas bajo los mismos referentes. El periodista y crítico musical Greil Marcus esbozó en 1989, en Lipstick Traces,la primera genealogía del punk, un recorrido por los antecedentes del movimiento que se remontaba hasta el dadaísmo y el situacionismo. La exposición toma como referencia este libro y hace el mismo ejercicio a la inversa: es un ejercicio prospectivo que busca los rastros del punk en los artistas actuales. Algunos de los artistas incluidos en la muestra fueron precursores, como Chris Burden, VALIE EXPORT, Ant Farm o Eulàlia Grau, y su anticipación demuestra el vínculo histórico del punk con otros movimientos radicales. También están presentes auténticos incitadores y activistas como Martin Kippenberger, Raymond Pettibon, Mike Kelley y Paul McCarthy. Y, finalmente, se recogen los trabajos de aquellos artistas por los que el punk es un referente, como, por ejemplo, Gavin Turk, Jordi Colomer, Tere Recarens, Jimmie Durham, Antonio Hervás, Maria Pratts, Tracey Emin, Pepo Salazar o João Onofre, y muchos más.
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