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Condenado a ser culpable

Roger Sànchez

Nueve de cada diez detenidas han sido absueltas. Pero nosotros no somos dentistas, sino huelguistas, y este anuncio no saldrá por la televisión.

⁃ ¿Y tú por qué estás aquí?

⁃ Me acusan de hacer pintadas.

⁃ En serio? Hahahahahaha!

El compañero temporal de celda rompió a reír exageradamente. Y no era para menos. La escena tenía lugar la tarde del 29 de marzo de 2012, en los calabozos de la comisaría de Les Corts. Él no estaba por la huelga y quizás si ahora le dijera que todavía estoy esperando juicio reiría mucho más. O quizás aún alucina más si le dijera que un año y medio después de la detención me acusaron de delitos nuevos que suman seis años de prisión. Y quizás se revolcaría por el suelo si supiera que conseguimos la nulidad del primer juicio por defectos de procedimiento, hace nueve meses, pero que ahora nos juzgarán exactamente en las mismas condiciones que entonces. Esperpéntico.

Nueve meses. Ahora bien, ¿qué ha nacido, durante este tiempo? Un hijo muerto: la no confianza en el sistema policial y judicial.Poca o nula confianza tenía ya uno en un sistema que permite que evasores fiscales sigan en las calles disfrutando de su millonaria fortuna robada mientras encarcela que roba porque no tiene ni para comer. Un sistema que premia a quien recorta derechos y persigue a quien lo combate. El estadista contra la huelguista. El economista contra la empobrecida. El explotador contra el explotada. El de las tijeras contra las del puño cerrado.

¿Y todo por qué? Pues para que todo siga igual. Porque las tasas de sus beneficios sigan alimentando o, mejor dicho, hambriento nuestras miserias. Porque importan más su dinero que nuestras vidas. Porque importa más su injusticia permanente que nuestra vida diaria.

Una vida que se vive en el día a día. Un día a día, por ejemplo, que se traduce en un año y medio de paro sin prestación justo después de la huelga. Creo que la empresa donde trabajaba no le gustó mucho mi detención, cosas que pasan. Luchar por los derechos laborales no suma puntos en la liga del empleado del mes. Más de quinientos días vividos en el día a día del paro.

Y en que es imposible preguntarte como lo vive la gente que lleva dos años, cuatro años, seis años, o muchos más, excluida forzadamente del sistema laboral. Es decir, personas a las que se les niega la posibilidad de ganarse la vida, de salir de la miseria, de obtener algo para llevarse a la boca. Ironías de la vida, un sistema que nos obliga a ser explotadas para sobrevivir ahora nos niega incluso esta posibilidad. Nos condena a la miseria, cada vez más y más gente. Los suburbios de las ciudades escaparates están llenos de personas a las que ya sólo les queda el apoderamiento y luchas colectivas para tener un techo o llenar la nevera.

Como siempre, sin embargo, el sistema tiene reservada la peor cara para quien quiere hacer frente. En estos nueve meses, por ejemplo, a Elena no le han vuelto a su hijo. Alfon sigue encarcelado desde el 17 de junio del año pasado, justo pocos días antes de nuestro primer no-juicio. El joven de Vallecas es una de las muestras más evidentes de persecución política contra huelguistas. Desgraciadamente, no es la única ni más clamorosa.

El sindicalista Andrés Bódalo, del SAT andaluz, deberá entrar en prisión el 29 de marzo de este año debido a una sentencia esperpéntica que refuerza la persecución política que el Estado español hace contra las luchas obreras desde todas sus vertientes . Los casos de Carlos y Carmen, en Granada, o de Urtzi y Telle, en Bilbo, también por las huelgas general de los 2012, muestran cómo la represión anti-obrera y anti-sindical puede llegar fácilmente hasta el encarcelamiento.

Y aquí, ¿qué? Pues aquí también hemos tenido, de casos de prisión preventiva a huelguistas, como Laura de la CGT o Isma y Dani. Estos dos, por cierto, resultaron absueltos. Quién les devuelve ahora el tiempo pasado en prisión?

Y más aún: ¿quién devuelve a todas las huelguistas absueltas todo el tiempo pasado esperando el juicio? Según datos de Alerta Solidaria desgranadas por una compañera del Grupo de Apoyo 29M Sant Andreu, de las personas encausadas por la huelga general del 29M en los Países Catalanes, el 41,46% han sido absueltas, el 6,10% condenadas y el 52'44% sigue pendiente de juicio. Es decir, más de la mitad de las personas encausadas siguen pendientes de juicio cuatro años después. Pero es que de las personas ya juzgadas, el 87,18% han quedado absueltas y el 12,82% condenadas.

Redondeando, nueve de cada diez detenidas han sido absueltas. Pero naltros no somos dentistas, sino huelguistas, y este anuncio no saldrá por la televisión. Ni tampoco el de nuestras vidas de no lujo a la espera de un juicio ridículo. Ridículo y absurdo, porque no se puede acusar huelguistas de atentar contra el derecho al trabajo cuando, precisamente, las huelgas están para poderlo mantener. Necesitan cabezas de turco para seguir aplicando reformas laborales, recortes antisociales y dictámenes de una troika imperialista al servicio de los que buscan siempre mayores beneficios a costa de nuestras vidas y miserias.

“Volvemos a juicio, seguimos la lucha” dijimos desde el Grupo de Apoyo 29M cuando supimos que tendríamos juicio; por cierto, una fecha de juicio que supimos, de nuevo, con sólo tres semanas de margen, el mínimo legal. Y esta vez sabemos que tendremos juicio porque también aquí se han buscado los resquicios legales a su propio sistema para que así sea: estamos en la misma indefensión que hace nueve meses, pero esta vez lo saldrán adelante.

En todo caso, tanto la fiscalía como la judicatura ya nos han condenado cuatro años con la pena de banquillo. Usan el aparato judicial para ahuyentar las activistas, haciéndolas pasar por procesos largos y agónicos, con acusaciones sin fundamento material en derecho, donde el propio castigo es el sometimiento a un proceso penal donde el encausado es tratado directamente como culpable .

Ahora bien, no nos asustan ni echan atrás. Igual que no reconocemos su autoridad legal, tampoco lo hacemos en su autoridad judicial: durante estos cuatro años no hemos dejado paso de luchar ni de hacer todo lo que considerábamos que teníamos que hacer en cada huelga, en cada movilización, en cada conflicto laboral. Es nuestra condición de trabajadoras la que nos llevó a la huelga y es nuestra condición de huelguista imputado la que nos lleva a seguir en la lucha.

Como decía aquel, sólo podemos perder las cadenas. Será la autodeterminación en la lucha que nos mantenga por siempre libres. Condenadas a luchar, condenadas a ser culpables.

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