La gente lee los artículos firmados por personas reputadas o los que tienen titulares que llaman la atención. En este caso, es evidente que estamos en el segundo de los supuestos. Si el titular hubiese sido Me he hecho independentista no hubiera tenido ningún gancho. Todos tenemos amigos o conocidos que han dado el salto al independentismo en los últimos tiempos. El argumento más habitual es el de: “¡Ya estoy harto! ¡Con España no hay nada que hacer! ¡Lo hemos intentado demasiadas veces! ¡Ha llegado la hora de romper definitivamente!”.
No he convencido a nadie para que diera marcha atrás y recuperase la senda del federalismo o la esperanza de que es mejor mantener algún tipo de relación orgánica con España que separarse totalmente. Mis apelaciones al ejemplo de Wyoming, Sabina o Iñaki Gabilondo no han sido suficientemente convincentes.
Es más, da la sensación que aún quedan amigos y amigas prestos a dar el salto definitivo al separatismo.
No conozco a nadie que circule en sentido contrario. Independentistas de toda la vida que se den de baja de esta causa ahora que todo el mundo parece apuntarse a ella. Podríamos plantearles argumentos del tipo: “Antes tenía mérito ser independentista, porque nadie os hacía caso. Ahora, por contra, muchos de los que hace cuatro días os tildaban de utópicos e ilusos, ahora se han puesto pegatinas con la estelada en el teléfono móvil”. O bien: “El partido que lidera, supuestamente, el camino hacia la independencia es el que gobierna aplicando recortes sociales a troche y moche”. O quizás: “¿Te sientes más identificado con los que ahora son independentistas y que tenían o continúan teniendo gran parte de su dinero en paraísos fiscales o con la gente humilde nacida fuera de Cataluña, que vive en el área metropolitana de Barcelona y que siente que algo se desgarra en su interior cuando intuye que sus hijos o nietos dejarán de ser españoles?”. Y, finalmente: “¿No os sentís incómodos con el escandaloso apoyo que los medios de comunicación públicos dan a la causa de la independencia?”.
Dudo que les convenzamos. Ni tan siquiera creo que les hagamos dudar. Una vez has dado el salto es difícil volver atrás.
Yo lo hice. Era independentista cuando tenía 10 o 12 años. Eran otros tiempos. Franco vivía. Después lo dejé y me hice internacionalista. En 1977 ya me preocupaba más la democracia, la libertad y la amnistía que el Estatuto de Autonomía. Seré lo que me digan que soy. Y continuaré preguntándole a la gente cuál cree que es la mejor manera de salir del callejón sin salida en el que nos han/hemos metido. Y si conocéis a alguien que dice que era independentista hace unos meses y ahora ya no lo es, presentádmelo. Tiene una entrevista.
Sobre este blog
El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.
Llegir Opinions en català aquí.
