La democracia, como un proceso en construcción, puede profundizarse o debilitarse. Los referéndum, las consultas vinculantes, pueden ser un instrumento que ayude a esa profundización a partir de incorporar a la ciudadanía en procesos de decisión que sus representantes no plantearon explícitamente al ser elegidos. La consulta planteada por el gobierno griego así podría verse. Alguien puede objetar la urgencia con la que se ha convocado y el poco tiempo para la información, la deliberación y la decisión. Y seguramente tendrá razón. Pero tal vez lo más llamativo de esta consulta tiene que ver con la actitud de los representantes políticos europeos que defienden el Sí. Una actitud que lleva a preguntarnos no solo por el referéndum sino por su concepción de la democracia misma.
Los referéndum los carga el diablo. Esta es una expresión que ha hecho fortuna a partir, fundamentalmente, de episodios históricos en los que las consultas ciudadanas no han otorgado el resultado previsto por los convocantes o ganarlos les ha costado lo suyo. En el caso español podríamos pensar en el referéndum de la OTAN y a todo lo que obligó al gobierno del PSOE. A nivel europeo podríamos pensar en los referéndum que se han tenido que a repetir por no ofrecer el resultado esperado cuando se quería aprobar el tratado de Maastricht. Diferentes representantes políticos ha parecido que han querido ser los que se encargaran de cargar el referéndum.
Todo el mundo considerará que un “no” griego a la pregunta, sea cual sea, significará que Grecia quiere alejarse de la zona euro y de Europa (Jean-Claude Junker: presidente de la Comisión Europea). Estoy dispuesto a ayudar a los griegos, si los políticos griegos y el pueblo dicen que están preparados para aceptar algunas medidas. Si dicen que no quieren, entonces la cuestión es si queda aún lugar dentro de la zona del euro para Grecia (Jeroen Dijsselbloem: presidente del Eurogrupo). Si votan “no” tendrán que introducir otra moneda, porque el euro ya no estará disponible como medio de pago. ¿Y cómo pretenden pagar las pensiones o los salarios? (Martin Shulz: presidente del Parlamento Europeo). Lo que veo es que si gana el “sí” y Alexis Tsipras pierde el referéndum, será bueno para Grecia porque se podrá negociar con otro Gobierno. Pero si gana el “no”, no tendrán más remedio que salir del euro (Mariano Rajoy: presidente del Gobierno de España).
Convendría pensar que si los referéndum los carga el diablo, ¿quién carga las elecciones? ¿Quién carga la democracia? La democracia no puede ser solo elecciones. Esa es una condición mínima e insuficiente. Pero resulta sorprendente, o no, si ya nos hemos acostumbrado a ello, las malas prácticas que tan poco ayudan a poder hablar de democracia. Este es un referéndum planteado por un gobierno para conocer la posición de su ciudadanía sobre una cuestión y obrar en consecuencia. Una consulta que puede ser pensada desde el gobierno con la voluntad de obtener un apoyo mayor del que tuvo en las elecciones, sería legítimo. Una consulta que puede ser utilizada por otras formaciones políticas griegas y otros sectores de la sociedad para mostrar su disconformidad con el gobierno y sus posiciones. Hay ahí un debate necesario a desarrollar. Lo que tal vez deberíamos excluir son las intervenciones de representantes políticos en cargos institucionales, como los citados, que lejos de entrar en un debate argumentado están apostando claramente por una posición desde la construcción de un imaginario que no se corresponde con la realidad.
Junker dice que un No significa que Grecia se quiere alejar de la zona euro y de Europa. La mayor parte de los planteamientos escuchados a favor del No, y significativamente los del gobierno griego, han sido claros en su voluntad de vivir con dignidad en Europa. Tal vez lo que está en cuestión es el modelo de Europa y Junker no quiere asumirlo. Mariano Rajoy, presidente del gobierno de España, ha planteado que la victoria del Sí suponga un cambio de gobierno y la victoria del No la salida de Grecia del euro. ¿Por qué toda consulta tiene que querer verse como ultimátum? Como un “conmigo o contra mí”, como un “o yo o el desastre”… Si estamos dispuestos a hacer una consulta debería ser porque lo importante es aquello que las personas puedan decidir en un proceso que ofrezca la mayor calidad de información y deliberación para ello. ¿Por qué debería dimitir el gobierno griego? ¿Por qué deberían salir de Europa? ¿Se intenta aprovechar cualquier posibilidad para revertir un gobierno establecido en unas elecciones?.
La desatención, cuando no desprecio, por la democracia, en sus diferentes aspectos resulta alarmante. El referéndum griego es una muestra más, una muestra como pocas. Desde las instituciones públicas no parece haber voluntad de preocuparse por la construcción de la democracia que no dejan de proclamar. ¿Si nos queremos una sociedad democrática podemos aceptar un proceso en el que la información, ofrecida desde las mismas instituciones, puede llegar a ser tan limitada, deficiente e incluso parcial y partidista? ¿Si nos queremos una sociedad democrática podemos aceptar un proceso en el que los argumentos substituyen las amenazas?. ¿Si nos queremos una sociedad democrática podemos aceptar una consulta en la que se manipula interesadamente el significado del voto efectuado? ¿Nuestras sociedades hacen lo suficiente para garantizar la democracia demanda? La evidencias nos llevan a decir que ni en lo procedimental, ni en lo material. Y son esas evidencias las que ayudan a entender los porqués de algunos de los cambios sociopolíticos que se están viviendo en Grecia y otros lugares de Europa.